• Cómo reconocer enemigos y evitar sus influencias
Muchísimas personas creemos no tener enemigos. Pero los enemigos existen. Del mismo modo que hay día porque hay noche, si hay amigos es porque hay enemigos.
El enemigo es ese personaje que se alegra íntimamente cada vez que tiene noticia de que te equivocas, sufres o fallas. Tal predisposición normalmente no enorgullece a su protagonista, por lo cual el enemigo raramente hace ostentación de su calidad de tal.
Aunque tú le desconozcas a él, tu enemigo no solo no te ignora, sino que piensa en ti y seguramente en cómo podrían irte peor las cosas. Lo más habitual es que pase por ser "alguien de los tuyos" y precisamente por eso, puede ponerte en jaque.
Recuerda que tus enemigos suelen ir de incógnito: no lo son porque tú abrigues sentimientos dañinos hacia ellos, sino porque ellos los sienten hacia ti. Si se encuentran cerca tuyo infiltrados, con todo lo que saben de ti y la confianza que les tienes, estás en sus manos.
Normalmente cuando alguien desenmascara a un traidor en su propio equipo, suele decir "¡Todos lo veían menos yo!". Bien, tú puedes ver lo que otros ven, pero solo si enfocas en la dirección indicada. Dáte cuenta de lo que ven terceros sobre vuestra relación.
Mira a tu alrededor desde una actitud expresamente escéptica, no des nada por sentado y ante cualquier incógnita, no la pases por alto. Te será posible aprender de sus triquiñuelas, falsedades y tramas atendiendo a de donde viene el golpe con solo preguntarte: ¿Para qué?.
Observa cómo te trata longitudinalmente; revisa los antecedentes de la persona que te acompaña a lo largo del tiempo. Notarás cómo alguna de ellas se ha desentendido justo en los momentos cruciales de que fueras tratado justamente.
Desconfía de la hipocresía. Las personas que emplean más energía en parecer honradas y bienintencionadas de lo que les costaría sencillamente serlo, son intrigantes y por tanto enemigas peligrosas. Lo peor no suele venir de la persona que se confiesa egoísta, sino de quién asegura abrigar una "excelente intención".
Gástale una broma. El enemigo padece ante la posibilidad de que tú seas dichoso. Así pues, basta con que inventes una noticia muy agradable para contigo y la mantengas un buen rato, el suficiente para que se revele por un espacio de tiempo su reacción.
Tiéndele un anzuelo; pónselo fácil para fallarte. ¿Temes que tu socio te time dinero? Deja metálico en un sitio en el que pueda fácil y disimuladamente robar, ¿Crees que tu confidente está explicando cuestiones tuyas a terceros? Envíale a alguien de confianza a criticarte, o sencillamente pídele ayuda en algo que prácticamente no cueste nada.
Desoriéntale. Comenta como normal alguna fechoría que supones te puede ya haber hecho, es probable que al ver cómo tú la aceptas o das por sobreentendida confiese algo que en condiciones normales nunca admitiría.
Sorpréndele, hay muchas normas no escritas dentro de las relaciones. Es buena idea saltárselas súbitamente, por ejemplo, aparecer por tu trabajo, negocio , o tu casa, a horas no habituales sin previo aviso. Así, muchas personas han descubierto que aquellos en quienes más confiaban eran los que les estaban defraudando.
Detecta una de las formas más habituales de engañar y fastidiar a alguien "sin ser visto" son las mentiras por omisión. Mediante estas, el enemigo te pilla siempre desprevenido y en cambio tú no puedes acusarle de engaño. Por ejemplo: tú crees que si hay una reunión con amigos comunes te invitará, pero las organiza sin ti (Te preguntabas ¿Por qué no me dijo nada si sabía que yo quería estar? pero la mejor pregunta es "para qué") , o supones que si se te olvida algo importante te avisará, pero sencillamente calla, (¿Cómo no me avisó de que yo tomaba una calle sin salida, si él justo venía de allí?)
La decepción es triste, pero peor es el autoengaño. Al fin y al cabo, si reconoces la mala intención de alguien puedes hacer cosas, incluso perdonarle, mientras que si simplemente la ignoras, estás condenado a soportarla.
Tras reconocer un enemigo la vida continúa en el ancho mundo, pues entre la paranoia y la ingenuidad quedan todavía muchas ocasiones para entendernos.
Publicado por Paz Torrabadella