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 LA FUNCIÓN DE LA RABIA - 1ª parte



Enero 28, 2013, 05:47:11 am
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LA FUNCIÓN DE LA RABIA - 1ª parte
« en: Enero 28, 2013, 05:47:11 am »
LA FUNCIÓN DE LA RABIA
Escrito por Javier Vallhonrat


Se presenta aquí el primero de una serie de dos artículos, “Función de la rabia” y “Tratamientos de la función rabia”. En este primer artículo, “Función de la rabia” se describe, desde una perspectiva de la psicoterapia Gestalt, la función de la emoción de rabia, tanto en su papel en los procesos de relación organismo ambiente, como en el proceso de formación del Yo. Se describen asimismo perturbaciones tanto del contacto interno del sujeto, como del contacto con el ambiente, consecuencia de la inhibición temprana de la función rabia.

Introducción:

Se presenta aquí el primero de una serie de dos artículos, “Función de la rabia” y “Tratamientos de la función rabia”. En este primer artículo, “Función de la rabia” se describe, desde una perspectiva de la psicoterapia Gestalt, la función de la emoción de rabia, tanto en su papel en los procesos de relación organismo ambiente, como en el proceso de formación del Yo. Se describen asimismo perturbaciones tanto del contacto interno del sujeto, como del contacto con el ambiente, consecuencia de la inhibición temprana de la función rabia. El segundo de los artículos, “Tratamientos de la función rabia”, que mantiene continuidad temática con éste, aparecerá publicado en el número del mes de diciembre de la revista Bonding.

La rabia como respuesta

De manera descriptiva, la rabia se puede definir como una respuesta emocional básica que energetiza y modifica el organismo de manera específica, movilizando nuestros recursos en función de la situación ambiental ante la que debamos responder, expresándose en diferentes matices cualitativos y de intensidad, desde la leve molestia, aumentando hacia la irritación y el enfado, llegando hasta la cólera y la furia. Como respuesta instintiva, la rabia se da ante estímulos que el organismo interpreta como amenazantes para su integridad psíquica o física, o que impiden la satisfacción de una necesidad.

Desde un punto de vista cognitivo, numerosos autores describen la rabia como una alteración del ánimo de carácter displacentero, con respuesta en los sistemas fisiológico, motor y cognitivo, causada por la atribución que hacemos al fracaso de una acción, o al bloqueo del organismo en la consecución de una meta o en la satisfacción de una necesidad. Otros autores, sin embargo, describen que la intensidad y cualidad de la rabia estarían determinadas por la valoración que hace la persona de una situación estresante, capaz de causarle daño, amenaza o pérdida.

En todos los casos, la rabia tendría como función preparar el organismo, aumentando el vigor, la fuerza, la resistencia y otros recursos, movilizándolo para la autodefensa o para la eliminación de obstáculos para conseguir sus metas.

Agresividad y Agresión

Para el organismo que experimenta el estado emocional de rabia, su modo de expresión natural se da a través del aumento de la agresividad, entendida ésta como acometividad, fuerza o ímpetu con la que emprender una acción, organizando la conducta, y aumentando la competividad y la motivación para conseguir objetivos. Una conducta cargada de agresividad puede derivar en agresión, definida como conducta que tiende a modificar, intimidar, coaccionar o dañar mediante el gesto, la palabra o la acción.

Se habla de agresión hostil o emocional cuando está motivada por la rabia, experimentando la persona agresividad hacia otros al interpretar sus conductas como psíquica o físicamente amenazantes, pudiendo ser esta respuesta apropiada al estímulo. Sin embargo, una interpretación distorsionada de la amenaza o el obstáculo, puede dar lugar a una respuesta desproporcionada y fuera de control, con graves consecuencias tanto para la propia persona como para su entorno.

La agresión puede, sin embargo, llevarse a cabo con una mínima participación del sentimiento de rabia. En ese caso nos referimos a la agresión instrumental. La conducta se dirige a modificar, salvar o eliminar un obstáculo en la consecución de una meta. Esta conducta puede no implicar daño a otros, y puede ser perfectamente adecuada a la situación. Sin embargo, utilizada sin tener en cuenta al receptor de la acción agresiva, y sin medir las consecuencias de la misma, la agresión instrumental puede revestir un carácter marcadamente patológico.

La cronificación de la respuesta de rabia en ausencia de capacidad de autorregulación o modulación, puede derivar en un fracaso del mundo relacional de la persona, así como en la aparición de trastornos psicológicos y somáticos.

La amígdala y su papel en la respuesta de rabia

A nivel neurológico, la rabia es una emoción caracterizada por la densidad de su descarga neuronal y por la tasa persistentemente alta de la misma. A nivel biológico, la rabia es un mecanismo de respuesta primario, que surge desencadenando reacciones corporales, a través de los mensajes enviados desde la pituitaria y la amígdala para la descarga de adrenalina y noradrenalina, así como cambios a nivel de péptidos y neurotransmisores, afectando al estilo y la eficacia de nuestro procesamiento cognitivo de la realidad.

La amígdala, centinela emocional del organismo, actúa como almacén de memoria de experiencias emocionales arcaicas teniendo un papel esencial en las respuestas de rabia, interpretando y reconociendo estímulos del ambiente, y activando reacciones corporales que preparan al organismo para la huida o la lucha.

Ante un hecho actual en el que se den estímulos que la amígdala reconoce, puede activarse un recuerdo emocional primitivo disparándose la respuesta del organismo, funcionando la amígdala como un almacén de memoria emocional capaz de determinar la respuesta de rabia en la edad adulta, siendo ésta en ocasiones desproporcionada al estímulo recibido del ambiente, puesto que la respuesta se da a partir de la conexión entre estímulo actual y recuerdo primitivo.

En etapas tempranas del desarrollo, el tipo de conexión con la experiencia de la emoción de rabia que irá estableciendo el bebé, se verá determinada por el tipo de vínculo que mantenga con su figura principal de apego.

La capacidad de autorregulación emocional se desarrolla cuando el bebé experimenta sintonía afectiva con la figura de apego y sus reacciones de rabia son regularmente precedidas de respuesta de consuelo proveniente de la figura de apego. El bebé aprende que la sensación desagradable da paso a otra agradable y que a través del contacto protector de la figura de apego, la frustración, la rabia y la ansiedad darán paso a la calma y el bienestar.

En el otro extremo, puede que el niño sienta y exprese la emoción de rabia, y repetidamente no reciba respuesta alguna, o perciba que su expresión emocional es peligrosa por el tipo de respuesta que recibe del ambiente. Ante la descarga de rabia del niño, la figura de apego puede responder con frialdad, miedo o rabia, pudiendo actuar éstas respuestas como refuerzo de la reacción de rabia del bebé. Puede también suceder que la respuesta de rechazo de la madre de la expresión de rabia del bebé sea tal que éste aprenda a inhibirla respuesta y a largo plazo, el contacto con la emoción. Cualesquiera de estas situaciones, pueden tener como consecuencia un proceso de “poda sináptica”, con el consiguiente empobrecimiento de los recursos emocionales del niño, y la ausencia de capacidad de autorregulación.

La rabia y la Gestalt

Para acercarse al fenómeno de la rabia, la Gestalt aborda la comprensión de las fuerzas primarias de afinidad o unión y separación o agresión como funciones universales al servicio de la autoconservación de los sistemas vivos, estudiando asimismo su función en la formación y funcionamiento del Yo.

Todo organismo se relaciona con el ambiente que le rodea energetizándose para facilitar el contacto, la unión o identificación con ciertos elementos, o por el contrario, se orienta hacia la separación, la eliminación o la aniquilación de otros, en la medida en que los primeros le permiten satisfacer sus necesidades y los segundos supongan un obstáculo o amenaza para la satisfacción de las mismas. Los sistemas sensorial y motor permitirían respectivamente el reconocimiento y la manipulación de estos elementos.

La tendencia básica de todo organismo es sobrevivir individual y socialmente, reconociendo la Gestalt asimismo la autorrealización como tendencia básica del ser humano. Impulsada por estas tendencias, toda persona experimenta necesidades concretas como medios para satisfacer aquellas.

En este contexto, la rabia es entendida como una función del organismo que facilita la satisfacción de sus necesidades, y el restablecimiento del estado de equilibrio del organismo en relación con el ambiente.

 

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