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 ESPIRITUALIDAD Y TERAPIA - 3ª parte



Febrero 02, 2013, 12:57:53 pm
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ESPIRITUALIDAD Y TERAPIA - 3ª parte
« en: Febrero 02, 2013, 12:57:53 pm »
6.1 El “cortocircuito terapéutico”

Con esta expresión nos referimos a la posibilidad de que una persona quede atrapada en una dependencia terapéutica, dando vueltas eternamente a sus problemas emocionales y a los traumas del pasado sin llegar a integrar y trascender sus problemas. En términos de los ejes al que nos referimos antes, en cuanto al eje horizontal, se trataría del peligro de quedarse siempre en la fase de la expresión de emociones sin llegar a un cierre sanador, que permite ir más allá de las emociones destructivas. De ahí la importancia – como señala la terapia gestáltica - de pasar por momentos de vacío fértil, de soltar. Estos momentos se dan en la meditación pero también se dan al final de un proceso terapéutico (como en el caso del cliente que cita Trautmann, ver p.12)  o durante las fases de aceptación, perdón, gratitud y empezar de nuevo al acabar un duelo (ver Zurita y Chías, 2009, ps.47-53). En cuanto al eje vertical, está el peligro de acabar siendo el eterno cliente, siempre de compras en el mercado psicoespiritual. Aunque en el desarrollo personal se trate de seguir un proceso y no de llegar a ningún final feliz, también es importante que vayamos sanando y realizándonos, cada uno lo mejor que pueda. Así entendemos que un sentido de la espiritualidad o de la auto-trascendencia ofrece una posibilidad de escaparnos del bucle auto-perpetuante de obsesión con las heridas del pasado y de auto-examen terapéutico.

6.2 El bypass espiritual

El bypass espiritual se refiere a una tendencia a usar la espiritualidad para escaparse de la realidad o evitar aspectos dolorosos de la vida personal. Robert Augustus Masters en su libro Spiritual Bypassing da ejemplos de cómo a veces los practicantes espirituales se dejan llevar por un sentido inapropiado de compasión o bien reprimen la ira, entendiendo que es una emoción no suficientemente “elevada” o espiritual (Masters, 2010). En una línea parecida, Mark Forman habla de dos patologías asociadas a la práctica espiritual, la espiritualidad defensiva y la ofensiva. La espiritualidad defensiva se refiere a las aplicaciones negativas de un enfoque espiritual ascendente, a través de las que un cliente emplea la vida espiritual – conscientemente o no – de manera masoquista para negar el dolor y disociarse de la falibilidad humana y el deseo. Por otro lado, la espiritualidad ofensiva se referiría a un uso no masoquista sino narcisista, para aumentar e inflar el yo del cliente, protegiéndole al hacerle sentir que es especial. Una versión alternativa de esto sería proyectando estas cualidades especiales en un gurú o maestro espiritual para apuntalar una auto-imagen frágil (Forman, 2010, p.221).

En este apartado también podemos citar casos en el mundo espiritual de abusos por parte de gurús o maestros, ellos mismos tan susceptibles como los demás de equivocarse. Abundan historias, como las que comenta Jack Kornfield en su libro Después del éxtasis, la colada, de maestros, gurús y sus comunidades que han caído en abusos de poder, del dinero, de la sexualidad o del alcohol y de las drogas (Kornfield, 2001, ps.175-195). Una comunidad espiritual, como cualquier otro grupo o comunidad crea su propia cosmovisión, escribe su propia historia y naturalmente quiere editarla de modo que la “ropa sucia” no se vea. Pero eso también puede llevar a brechas entre lo que se cuenta y lo que se hace, dolorosas para quienes tienen constancia de ellas. En estos casos, se acusa una falta de trabajo terapéutico en el contexto espiritual y - como hemos visto en la cita de Trautmann (ver p.14) – alguien afectado por este tipo de circunstancia muy posiblemente acudiría a un terapeuta. Por estos motivos parece que una terapia integrativa puede ofrecer una oportunidad importante para reconocer y trabajar con la sombra de lo espiritual, y para ayudar a evitar los peligros del bypass espiritual.

7. Experiencia personal y clínica
El tema del presente trabajo nace de mi propia búsqueda de auto-sanación y auto-trascendencia a lo largo de los últimos 15 años. Coincidió que en el año 1997 yo estaba pasando por momentos turbulentos en mi vida personal, estaba recien separado de mi ex-mujer, madre de mi hijo, me encontraba una vez más con que sufría una depresión nunca tratada hasta entonces, y por primera vez estaba empezando a leer sobre el budismo además de emprender una terapia personal muy necesitada. Durante varios años pertenecí a una comunidad budista zen, tomando los votos de bodhisatva. Desde entonces he practicado meditación zen y luego vipassana con regularidad y he participado en y organizado numerosos talleres y retiros pertenecientes al campo psicoespiritual. Además he seguido con mi propia terapia y con distintas formaciones como psicólogo y como terapeuta con vocación integradora de estos elementos claves en mi vida.

He podido atestiguar y experimentar dolorosamente en mi propia vida los obstáculos del cortocircuito terapéutico, del bypass espiritual y de las sombras del camino psicoespiritual. Tuve la suerte de recibir el apoyo de un terapeuta que estaba él mismo implicado en la práctica meditativa en un momento en el que yo estaba teniendo grandes dificultades en la relación con un maestro y una comunidad espiritual. Creo que estas mismas experiencias y aprendizajes me han valido para servir mejor a las personas que acuden a mi consulta. Habiendo dedicado los últimos años junto con mi pareja a crear un espacio para el crecimiento personal y práctica meditativa, resulta que muchos de los clientes que han acudido a verme en este tiempo han tenido inquietudes espirituales como las mías, siendo bastante más del 4.5% que según Forman suele comentar experiencias espirituales en las consultas (ver ps.5-6). [En los casos que comentaré a continuación, he cambiado nombres y algunos datos biográficos para proteger la intimidad de mis clientes.]

Alicia es una clienta que tiene una práctica meditativa de muchos años y que ha hecho también mucha terapia además de trabajar como counsellor ella misma. De joven perdió a una de sus hermanas y hace poco vivió una situación prolongada de miedo en relación con su hijo recién nacido, cuya salud corría serio peligro. Sin duda se despertaron para Alicia miedos arcaicos con la enfermedad de su hijo, el recuerdo subyacente de su hermana y sus temores como madre. Al mismo tiempo su experiencia también tenía un elemento importante (y congruente con el estadio de desarrollo en el que yo le veía) de “noche oscura del alma” – como mínimo este concepto del camino espiritual budista le ayudaba a enmarcar y entender su experiencia, posibilitando también su superación.

Juan acudió a terapia hace un año aquejado de una falta de confianza y de una tendencia a caer en distanciamientos dolorosos de su pareja, por cuestión de celos y falta de confianza en ella. Trabajamos especialmente con la figura de su madre en terapia pero también salió en consulta que su fe cristiana y su práctica de tai-chi eran muy importantes para él. Aunque mi propio camino espiritual hoy día poco tiene que ver con el cristianismo, he visto como su espiritualidad ofrecía una oportunidad de incorporar en su vida una práctica de mindfulness, de atención plena en la sensación sentida y en las dinámicas emocionales que le surgían en momentos de tensión con su pareja, que a lo largo ha servido para que se haga más dueño de su vida.

Otra clienta, Leticia, acudió a verme - sabiendo que yo practicaba meditación – en busca de una salida espiritual a su ansiedad y depresión. Era gran lectora de libros de tipo new age y auto-ayuda y mostraba una gran capacidad de comprensión de sus problemas aunque los seguía sufriendo. Mi trabajo con ella fue de respetar e incorporar aspectos de su búsqueda espiritual y práctica meditativa a la vez que ir invitándole suavemente a entrar en aspectos más profundos y emocionales de las raíces de su Padre Criticón feroz, raíces relacionadas con el padre depresivo del que Leticia tuvo que cuidar de joven. Con el tiempo ha podido ir aprendiendo a amarse más a si misma, a estar más presente con sus sensaciones sentidas momento tras momento y ha acabado efectuando una sutil transformación interior preciosa de atestiguar desde fuera.

8. Conclusión: Un cierre abierto al infinito
Hay una cita del autor alemán, Eckhart Tolle que me gusta especialmente: “No puedes transformarte a ti mismo y, ciertamente, no puedes transformar a tu pareja ni a ninguna otra persona. Lo único que puedes hacer es crear un espacio para que ocurra la transformación, para que entren la gracia y el amor en tu vida” (Tolle, 2007, p.179).El terapeuta tampoco puede transformar a su cliente: en la PHI se insiste en que sólo se puede ofrecer a acompañarle, hacer de tabla de resonancia, y modelar el amor de Padre Constructivo y Nutritivo que el Niño herido del cliente tal vez necesita más que nada.

En este sentido, los terapeutas somos como los ángeles silenciosos pero siempre presentes y compasivos, situados detrás del hombro de los personajes en la bella película de Wim Wenders, Cielo sobre Berlín. Reconocemos la inevitabilidad del sufrimiento, seguimos con nuestro propio proceso de sanación y nos prestamos a recordar a nuestros clientes que también hay maneras de ir más allá del sufrimiento. No efectuamos ninguna cura mágica pero sí, a veces, ayudamos a crear las condiciones para que se efectúe una transformación alquímica en el espacio terapéutico y más allá, al ver como nuestros clientes descubren como traspasar el dolor para abrirse a nuevos horizontes, como transformar sus heridas en tesoros.

En la leyenda del Rey Pescador con la que iniciamos este trabajo, durante muchos años la única manera en la que el Rey lograba encontrar alivio de su sufrimiento era a través de su práctica de la pesca. El significado simbólico de pescar es hacer trabajo de reflexión, un trabajo meditativo consigo mismo, sondeando las profundidades. Visualizo al Rey sentado en su barca en el atardecer de su vida, escrutando las aguas y viendo el reflejo de la luna en su superficie. Me gusta imaginar que, en esos últimos días, cuando por fin estaba sanado y no mucho antes de morir, una noche se le ocurrió alzar la vista hacia el cielo estrellado e iluminado por la luz de una resplandeciente luna…

 

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