SÍNDROME DEL NIDO VACÍO, ¿CÓMO SE PUEDE SUPERAR?
Muchos padres no superan nunca el síndrome del nido vacío ya que creen que sus vidas ya no tienen sentido pero ¿cómo podemos superar esa nueva etapa?
¿QUÉ ES EL SÍNDROME DEL NIDO VACÍO?
Es el momento en el que los hijos salen del hogar y se lanzan a vivir su propia vida. Entonces en el nido, el hogar, la casa se queda vacía y surge en la mayoría de padres el sentimiento de vacío.
CAUSAS
Cuando los hijos salen, entramos en una montaña rusa de emociones que van desde el dolor, la melancolía, el apego, la soledad, el miedo, la tristeza, el desgarro y muchas más emociones completamente comprensibles y naturales de que aparezcan.
Las madres suelen pasarlo peor que los padres. Les cuesta aceptar y adaptarse a la idea de que los hijos ya son mayores y no las necesitan como antes. De pronto se sienten vacías. Todo su afán de protección, de lucha y de apoyo queda súbitamente sin objeto a quien dirigirlo.
Su vida entera ha sido dedicada a este trabajo y ahora se encuentran ante un tiempo hueco que les llena de pavor. Muchas olvidan que alguna vez tuvieron anhelos, deseos de aprender algo, de hacer algo para sí mismas. Dedicaron toda su vida, su amor y su energía a una labor que en este punto llega a su fin.
¿QUÉ PODEMOS HACER CUANDO LOS HIJOS MARCHAN DE CASA?
Los padres necesitan aceptar este hecho como parte natural del proceso de la vida.
Sería el momento de experimentar esa sensación de alegre y altamente conquistada liberación que en la mayor parte de las familias, no ocurre así.
Es cierto que los padres aceptan gustosos este hecho, viendo en él señales de prosperidad, ya que se sienten liberados de la magnitud de responsabilidades que les ha supuesto el cuidado, la protección y la educación de sus hijos.
Es su hora de descansar, de engrosar su economía y poder, al fin, dedicarse a sí mismos, y a vivir una vida de pareja que muy frecuentemente ha sido sacrificada en pro de sus hijos.
Ahora, en lugar de quedarnos con el síndrome del nido vacío, es tiempo de hacer balance de los años transcurridos y lanzarse hacia delante soltando las amarras que aferran al pasado.
IR HACIA DENTRO
Es nuestro momento, de rencontrarnos con nosotros mismos, de elegir descubrir nuevos horizontes, nuevos retos.
Escuchar esas necesidades que a veces emergían en los momentos de crisis, y redescubrir quiénes somos y qué queremos hacer en la nueva etapa que se abre por delante.
No podemos dedicar nuestra energía a hundirnos en un pozo sin fondo, en un abismo de melancolía por el tiempo que ya se fue.
MIRAR HACIA DELANTE
Hemos de mirar hacia delante, sintiendo la alegría de saber que hemos puesto en el mundo a unos seres independientes a los que hemos dado todo lo mejor y a veces también lo peor de nosotros mismos, es decir, todo lo que somos.
Tenemos que llevar nuestra atención a la nueva etapa que se abre por delante, tanto para ellos como para nosotros.
Ellos no se han ido definitivamente, no nos han abandonado, sólo han cambiado su vida, que ahora les pertenece por completo.
PODEMOS...
Podemos dar un salto y empezar nuevas relaciones con ellos, relaciones de amistad, de compañerismo, relaciones en fin que podrán ser menos frecuentes pero seguramente más intensas y gratificantes.
Podemos aprender a ser independientes, a sacar del fondo del cajón esos deseos de juventud a los que en su día tuvimos que renunciar.
Podemos dar más plenamente que nunca, pero no tiene que ser precisamente a los mismos. Hay muchos seres que necesitan de nosotros.
Tras el sentimiento del nido vacío podemos seguir avanzando sin miedo, aprendiendo, amando, descubriendo, creando.
Podemos escribir o pintar o realizar aquello que en otra época nos hubiese gustado; aprender un idioma, conocer mejor la historia, la cultura de la humanidad, su evolución, sus giros, sus retos, sus preguntas.
Podemos descubrir otras capacidades escondidas en nuestro interior.
Y multitud de cosas que aún permanecen sin sernos desveladas.
SÍ A LA VIDA
La vida está ahí, al alcance de nuestra mano. No la dejemos escapar en pos de una etapa pasada, el síndrome del nido vacío. No hemos perdido nada. Hemos puesto a uno seres, a los que hemos guiado hasta ahora, en el mundo.
En ellos han sido plantadas las semillas del amor, del respeto, de la libertad. Con toda la serenidad podemos, a partir de aquí, contemplar los resultados de nuestra obra, a la vez que avanzamos en una nueva creación.
El hombre es el único ser capaz de superarse continuamente a sí mismo. No seamos pues nosotros quienes nos pongamos las barreras.
"TODO FINAL ES EL COMIENZO DE UN NUEVO AMANECER".
Lila Lorenzo
Instructora de Meditación y Técnicas de relajación, especialista en Terapia de la Risa. Formación para Empresas, Educación y Sanidad.