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 DESCUBRIENDO EL NIÑO LIBRE - 1ª parte



Mayo 22, 2013, 06:39:43 am
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Desconectado Francisco de Sales

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DESCUBRIENDO EL NIÑO LIBRE - 1ª parte
« en: Mayo 22, 2013, 06:39:43 am »
DESCUBRIENDO EL NIÑO LIBRE.

El Niño Libre en Psicoterapia Humanista Integrativa.


¿Qué es el Niño Libre?
¿De qué forma puede estar presente en la Psicoterapia Humanista Integrativa?
¿Qué beneficios y aportaciones tiene su presencia para el paciente, para el terapeuta y para la relación?

Estos y otros interrogantes son los que he intentado responder en este trabajo partiendo de las aportaciones de diferentes autores y de mi propia experiencia. 

RESUMEN

El presente artículo se trata de un trabajo reflexivo a través del cual me aventuro a posicionarme teóricamente ante el debate existente, realizando aportaciones sobre la base de mi formación durante este Máster, mi vivencia como paciente y mi experiencia como profesional. Finalmente, cierro el trabajo con una serie de reflexiones finales acompañadas de nuevos interrogantes de cara a futuras disertaciones.

¿Existe el Niño Libre?

Quizá ésta parezca una pregunta un tanto obvia y provoque extrañeza leerla dentro del contexto de la psicoterapia humanista. Sin embargo, no resulta tan incoherente si tenemos en cuenta el debate que, desde que Berne planteara el concepto de estado del yo, existe acerca del mismo. Así, encontramos distintos modelos de estado del yo, en función de los cuales el Niño tiene uno u otro significado. Tras conocerlos y leerlos con una intensidad tal que me he sentido parte de ellos, he llegado a la conclusión de que es muy importante definir desde qué planteamientos vamos a hablar del Niño Libre (en adelante NL) en el presente documento. Antes de entrar a considerar el debate, estimo muy relevante tener presente cuál es la meta del Análisis Transaccional (en adelante AT), de manera que ésta se constituya como norte del mismo, aportando sentido y significado a cualquiera de las aportaciones que se puedan realizar bajo su paraguas.

Según la teoría del AT, la meta del proceso terapéutico y de todo proceso de crecimiento es el logro de la autonomía en el ser humano. Este concepto, según Berne (1964), está conformado por tres elementos: la consciencia, la espontaneidad y la intimidad, añadiendo Moisso, un cuarto: la ética. Siguiendo a Jesús Cuadra durante su docencia, las podemos definir del siguiente modo: la consciencia hace referencia a la capacidad de distinguir la realidad de la fantasía interna proyectada sobre lo que me sucede; la espontaneidad, por su parte, alude a la capacidad de expresar los propios pensamientos, sentimientos y necesidades, actuando en consecuencia, viviendo para sí; y la intimidad es la capacidad de abrirse al otro, estar próximo, cercano y ser auténtico con el otro con reciprocidad. Respecto a la ética, se trata de la capacidad de elegir actuar en cada contexto respetando los propios valores asumidos. Se podría decir que el logro de la autonomía sería la consecuencia de la salida del guión. Partiendo de esta premisa, es momento ya de adentrarnos en conocer si tiene sentido hablar del papel del NL dentro del contexto terapéutico humanista.

Berne (1964) definió el concepto de estado del yo como un “sistema de sentimientos acompañado de un conjunto de patrones conductuales relacionados con él” (p.29). A partir de aquí, y de su distinción de tres estados (Padre, Adulto y Niño), se han ido conformando y depurando tres modelos explicativos sobre los estados del yo, hasta llegar al momento actual. Dos de estos modelos son de carácter estructural y uno de carácter funcional. El debate surgido en torno a este tema se centra en la conveniencia y rigurosidad de los modelos estructurales definidos, así como en su vinculación o no con el Modelo Funcional (dentro del cual se define el asunto que nos ocupa, el NL). Oller Vallejo ha realizado varias publicaciones (2000; 2002; y 2005), ofreciendo una panorámica muy completa del estado de la cuestión, la cual he tomado como referencia.

El Análisis Estructural de los estados del yo alude a un modelo para comprender la estructura y dinámica de la personalidad. Dentro de éste, se han concretado dos modelos: el Modelo de los Tres Estados del Yo y el Modelo del Adulto Integrado. Siguiendo a Oller Vallejo (2000), el Modelo de los Tres Estados del Yo (identificado por Novey et al. 1993), señala que los estados Padre, Adulto y Niño pueden ser positivos o negativos en nuestra vida. Son negativos cuando repetimos experiencias del pasado (aunque en aquel momento fueron lo mejor que supimos hacer para sobrevivir). No obstante, cualquiera de ellos puede ser apropiado para la realidad presente y cambiar positivamente a lo largo de la vida. Este modelo es el seguido, entre otros, por los Goulding (1979) o por los Schiff (1975).

Por su parte, el Modelo del Adulto Integrado señala que el Padre y el Niño son exclusivamente generados a efectos de defendernos para sobrevivir (mediante introyecciones de las figuras parentales y fijaciones en vivencias de la niñez). “En cambio, el Adulto es el único estado del yo que se considera formado por la integración de los aspectos psíquicos positivos que están en contacto apropiado con la realidad presente” (Oller Vallejo, 2000. p.2. Documento en línea). Un seguidor de este modelo es Jesús Cuadra, quién defiende que “en un yo sano, el estado del yo Adulto funciona de un modo plenamente neopsíquico; dirige y ha integrado y (asimilado) los contenidos y las experiencias arqueo y exteropsíquicos” (Cuadra, 2002, publicación en línea).

Además de los modelos derivados del análisis estructural, encontramos un Modelo Funcional de los estados del yo. Mientras el primero se centra en el “qué”, éste está enfocado en el “cómo”, es decir, en las funciones (sobre todo, conductas). “Se trata de funciones en el sentido de que describe “para qué sirven” las diferentes manifestaciones de nuestra personalidad” (Oller Vallejo, 2000, p.2. Documento en línea). La controversia que existe entre tales modelos radica, por un lado, en el desacuerdo sobre la función del estado del yo Adulto, ya que “quienes proponen el modelo del Adulto integrador sostienen que el Adulto es el único estado del yo que está en contacto con la realidad actual” (Oller Vallejo, 2002, p.1. Documento en línea).

Por otra parte, el debate también se centra en otro aspecto de gran interés de cara al tema que nos ocupa y que alude a la relación entre el análisis estructural y el análisis funcional de los estados del yo. El Modelo Funcional realmente deriva del modelo clásico de los Tres Estados del Yo, mientras que el Modelo de Adulto Integrado no describe ningún enfoque funcional. Por tanto, y de una manera un tanto drástica, se podría decir que desde el Modelo de Adulto Integrado no se podría contemplar el NL. De ahí que resulte importante aclarar, de antemano, desde qué prisma vamos a abordar el asunto planteado en este trabajo. Así, he contemplado la posibilidad de crear un modelo que incluya todos los anteriores. Como punto de partida, estimo muy ilustradora la propuesta de Oller Vallejo (2000) de buscar correspondencia entre tales modelos, proponiendo el siguiente esquema:

A pesar de tratarse de una propuesta de integración, a mi juicio, el autor se decanta hacia el Modelo de los Tres Estados del Yo, de forma que no relaciona el Modelo Funcional dentro del Modelo de Adulto Integrado. Es más, señala que “el principal problema está en que en el modelo del Adulto integrado muchas de las formas funcionales del modelo funcional pueden ser interpretadas como negativas, lo cual, lógicamente, contribuye al rechazo de la utilidad de este modelo, si se le ve de esta manera” (Oller Vallejo, 2000, p.4. Documento en línea). Pone como ejemplo la situación en la que, como terapeutas, intervenimos con nuestro Padre Nutritivo. Desde el modelo del Adulto Integrado, intervenir con el Padre Nutritivo no es positivo ya que, en tanto que Padre, implica la existencia de introyecciones defensivas de supervivencia. Sin embargo, aquí me planteo hasta qué punto no se pueden considerar las manifestaciones positivas de cada uno de los estados funcionales contemplados como componentes de este Adulto Integrado que decide con plena consciencia bajo qué forma actuar.

En este punto, retomo el concepto de autonomía de Berne como base para integrar los diferentes modelos y determinar el significado de NL desde el cual quiero hablar. Siguiendo con el ejemplo de Oller Vallejo, en la medida que el terapeuta decida de una manera consciente, espontánea, íntima y ética intervenir desde el Padre Nutritivo, parece posible considerar que se trata de una decisión del Adulto de poner la energía en la forma más funcional de este estado. Oller Vallejo, más adelante, presenta otra propuesta de integración aunque únicamente centrada en los dos modelos estructurales. Señala que “la tarea integradora del Adulto puede ser fácilmente reformulada y descrita en el modelo de los tres estados del yo, en el modelo que llamo “la personalidad integradora” (Oller Vallejo, Diciembre de 2005, Publicación en línea). En cualquier caso, sí es posible encontrar una correspondencia entre ambos modelos. El Adulto Integrado no viene sino a reunir bajo una “personalidad integradora” los aspectos y positivos y funcionales del Padre, Adulto y Niño. De esta forma, las dimensiones más adaptativas de los estados funcionales del yo también tienen cabida en este modelo. Teniendo en cuenta todo esto, mi propuesta de integración, tomando como referencia el planteamiento esquemático de Oller Vallejo, sería la siguiente:

 

Como terapeuta, considero que el objetivo de todo proceso de crecimiento personal en relación con los estados del yo, habría de consistir en acompañar al cliente a conectar con la parte más adaptativa de su Padre, Adulto y Niño, para poder llegar a la autonomía. Centrándonos en el Modelo Funcional, se trata de potenciar la consciencia, espontaneidad, intimidad y ética que permitan elegir a la “personalidad integradora” (llámese Adulto) desde qué estado actuar en el aquí y ahora. Por tanto, actuar desde el NL positivo sería consecuencia de tal decisión con todos los beneficios que conlleva. Sin embargo, esto no significa que no tenga en cuenta la dimensión negativa del NL. Mi intención es dejar constancia de que, si bien también forma parte de este estado funcional del yo, alude a su vertiente menos autónoma y adaptativa. Por tanto, en el contexto terapéutico la intervención ha de cuidar que la energetización del NL siempre esté dirigida hacia la vertiente positiva de este estado del yo, para que el proceso sea verdaderamente sanador. Partiendo de esta panorámica, en la hemos conseguido encuadrar a este “pequeño” Niño Libre, convendría perfilar una definición del mismo que sea coherente con la misma.

Definición de Niño Libre

Berne (1964, p.33) definió el Niño Natural como una forma de manifestarse el estado Niño y añade “es una expresión espontánea: por ejemplo, evidencia la rebelión o la creatividad”. Conviene destacar aquí, que Berne ya habla espontaneidad para referirse a esta manera de manifestarse del estado Niño. En esta misma obra, Berne también habla de la espontaneidad como un elemento de la autonomía. Si bien no relacionaba a priori ambos conceptos (autonomía y NL), su uso del término nos permite seguir apoyando la teoria del NL como un conducta del estado del yo Niño que pude ser adaptativa y, por tanto, funcional aquí y ahora.

En este punto, me resultaron especialmente ilustrativas las aportaciones que Jesús Cuadra hizo durante su docencia en el Máster, señalando que se trata de un estado del yo que se manifiesta con formas de conducta como la espontaneidad o la satisfacción de los propios sentidos. A este aspecto, añadiría “bajo la decisión consciente del Adulto de actuar desde el mismo” como premisa para lograr la dimensión deseable de ese NL. En definitiva, mi propuesta de definición del NL, establecida también como propósito terapéutico, es la siguiente:

Todo lo señalado hasta ahora sobre el NL nos ha mostrado una antesala donde queda manifiesta la relevancia que puede tener trabajar con y desde este estado en el proceso terapéutico. Y es que resulta de gran relevancia aquí dejar constancia de que no sólo es importante acompañar al cliente a actuar desde su NL positivo de una manera autónoma sino también intervenir como terapeutas desde el mismo. Por este motivo, me gustaría presentar mi vivencia tanto como paciente como terapeuta en relación con este aspecto, con el propósito de dejar constancia de la potencia y beneficios que he descubierto al “encontrar” al Niño.
Beneficios de “descubrir” el Niño Libre

Mi encuentro con el NL ha sido relativamente reciente. A pesar de mis años en terapia como paciente, y de haber tomado conciencia de su existencia desde el principio de mi proceso, no ha sido hasta mi vivencia de un acontecimiento impactante y traumático cuando me he dado el verdadero permiso para concebir también la vida desde el disfrute, la creatividad, el juego… De alguna manera, este hecho me inició en un ejercicio de redecisión donde el NL está muchísimo más presente. Pero no quiero adelantarme, ya que mi propósito es utilizar mi experiencia como paciente (y también como terapeuta) para hacer un recorrido por todos aquellos aspectos de la Psicoterapia Humanista Integrativa donde el NL está presente y puede resultar muy beneficioso para el proceso de crecimiento del ser humano.


 

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