CÓMO DEJAR DE ODIARNOS Y QUERERNOS UN POCO MÁS
Muchas personas viven en un sufrimiento continuo, "duermen con su peor enemigo", ellas mismas.
Esto sucede cuando no me quiero, me rechazo a mí mismo/a, me siento mal con todo lo que hago, digo, siento… No me gusta mi cuerpo, me siento desfavorecido/a… Me odio a mí mismo.
El rechazo más doloroso que puedo recibir en la vida, es que me odie, que no me quiera, que no soporte como soy. Ante esto no hay consuelo.
¿Qué me lleva a odiarme?
Desde nuestra más tierna infancia, hemos recibido de nuestros progenitores o personas que los sustituyeron, un trato, una valoración, un reconocimiento, unos afectos….Y éstos fueron el origen de todo.
Cuando nacemos, antes de tener una conciencia propia, nuestros seres queridos están aportando información a mi vida. Ellos serán el espejo en el que aprenderemos a mirarnos, a través del cual, sabré quien soy y me sentiré satisfecho o no, conmigo mismo/a.
Si, desde el nacimiento, me trataron con AMOR, AFECTO, VALORACIÓN, RECONOCIMIENTO, PROTECCIÓN Y SEGURIDAD, todo esto queda dentro de la persona adulta que seré más tarde, aportándome una adecuada AUTOESTIMA, AMOR, RECONOCIMIENTO Y VALORACIÓN, es decir, me sentiré satisfecho con quien soy o con quien me dijeron que era y yo me creí a pies juntillas.
Si por el contrario, por circunstancias, desde la infancia no he recibido AMOR ni VALORACIÓN suficiente, creceré sintiéndome no querido, y por tanto no válido; No me gustaré, soñaré con ser de otra forma distinta a como soy, y arrastraré la insatisfacción personal y el dolor de un sentimiento destructivo, EL ODIO.
¿Por qué no me quisieron?
En la mayor parte de las ocasiones, nuestros padres nos quisieron y procuraron darnos lo mejor que supieron y tuvieron. Posiblemente, las circunstancias fueron adversas y eso influyó en la forma y las posibilidades de crianza.
Con frecuencia, nuestros padres, expresaron de la misma forma su Amor y afecto a todos/as sus hijos/as, sin embargo, ¿porqué unos hijos/as se sienten queridos y otros no?.
Desde nuestro nacimiento, ya somos diferentes, y aunque nuestra personalidad está por formarse, genéticamente tenemos una predisposición que nos hace más o menos sensibles y receptivos a los estímulos que recibimos del entorno y las personas que nos rodean.
Por tanto, en el mismo entorno, dos personas no recibirán lo mismo, pudiendo una de ellas necesitar más muestras de cariño y afecto que otra, y por tanto, sintiéndose menos valorado/a y querido/a.
Por supuesto, la percepción de los padres, puede ser muy distinta, creyendo que están dando a sus hijos/as todo lo que necesitan, porque obviamente, desconocen la sensibilidad o necesidades de sus descendientes.
¿Y qué puedo hacer ahora?
Desde el momento que soy adulto y consciente de que no me quiero, sino me odio a mí mismo, ya puedo empezar a cambiar ése sentimiento.
Es un trabajo interior, que comienza cuando nos sentimos en paz con nuestro pasado, nuestra infancia y nuestros progenitores.
Respetando y aceptando que hicieron todo lo mejor que supieron, o que las circunstancias les permitieron, y que por tanto no son culpables de mi sentimiento ni de mis carencias.
Así como, ni ellos, ni ningún otro adulto, pueden hacer nada por cambiar esto que siento, aunque a veces, busque en ellos consuelo, aprobación, reconocimiento y afecto.
Lo cual, a pesar de recibirlo, no calma el odio que tengo hacia mí, por eso, no es ése el camino.
¿Cómo empezar a quererme?
Cuando ya no dependo de los demás, puedo empezar a mirar hacia mí mismo/a, buscando el AMOR, RECONOCIMIENTO Y VALORACIÓN tan anhelado dentro de mí.
Para ello, tengo que ACEPTARME, tal como soy.
Empecemos haciendo un ejercicio de RECONOCIMIENTO Y VALORACIÓN de mis valías, que seguro las tengo, y con ello, mis logros y éxitos.
Y sigo mi ejercicio, sintiendo la SATISFACCIÓN PERSONAL, y para que éste sentimiento y todas mis cualidades, mis capacidades y mis habilidades sigan en mí, descubro el AMOR hacia MÍ MISMO/A. Me atrevo a decir ME AMO.
Reconozco y acepto mis debilidades
Y como parte de ésta Aceptación, también reconozco mis debilidades, defectos e incluso errores, los ACEPTO también; Todas las personas los tenemos.
Aunque en éste caso, me propongo aprender de ellos, para cambiarlos, transformarlos en positivo, e incluso mantenerlos, si no es posible modificarlos, sin que éstos representen quien soy, ni sean los causantes de mi rechazo.
Para ello, modifico su importancia y los acepto como una parte de mí, pero sólo una parte y no la más importante, así reduzco el malestar que me generan, y aumento la importancia de otras cualidades, que sí me hagan sentirse bien conmigo mismo/a.
Y poco a poco, aumentaré mi AUTO-ESTIMA, reconociéndome como una persona única, valiosa y merecedora de una vida plena y Feliz, en la mejor compañía, uno/a mismo/a.
Dolores Rizo Vidal
Psicóloga para el Crecimiento personal.
Ofrezco servicios de terapia On line y presencial.