PERDER LA TIMIDEZ
Si eres una persona tímida, es muy probable que eso suponga algún que otro problema en tu día a día. Seguro que te has planteado en más de una ocasión cómo perder la timidez. Cuando la timidez no se limita a ser una característica personal sino que se convierte en una limitación en tus relaciones con los demás, tienes un problema.
En este artículo vamos a tratar de abordar qué es la timidez y qué es lo que lleva a determinadas personas a esconderse de los demás y a temer interactuar con ellos.
Las personas introvertidas pueden aprender a comportarse de otra forma en determinados momentos, si quieres perder la timidez y ganar nuevas habilidades sociales te recomendamos nuestro curso Cómo superar la timidez y ser sociable.
¿Qué es la timidez?
La timidez es un mecanismo de defensa que todos tenemos y que nos protege de lo que consideremos peligroso.
El ser humano, como el resto de animales, tiene su propio sistema de defensa. Del mismo modo que algunos individuos se tornan agresivos ante un problema y no nos cuesta tanto de entender que lo que hacen esconde en realidad algún miedo, las personas tímidas se protegen a sí mismas de esta manera.
La mayoría de personas tímidas ya lo son desde pequeñas. En el colegio los niños ya desde pequeños se clasifican unos a otros y se forman distintos círculos de poder en los que las personalidades más carismáticas se rodean de fieles seguidores. Lo habitual es que cuando alguien necesita demostrar fuerza para adquirir el poder utilice a los que menos resistencia opondrán. Esto lo saben ya los niños desde muy, muy pequeños. Ya se dice habitualmente, que los niños son crueles.
No sé si esto pude ser considerado o no crueldad, pero lo cierto es que el niño inseguro es el primero que recibe el acoso de sus compañeros, le usan para reforzar sus propias personalidades. En consecuencia el niño más inseguro puede convertirse en tímido, o por el contrario ir acumulando el malestar hasta que un día se desata la agresividad y se defienden de ese modo.
Si miramos el pasado de muchas personas terriblemente tímidas y de muchas que actúan siempre a la defensiva nos encontraremos que ya desde muy pequeños en la escuela lo pasaron mal en su relación con los demás y eso les ha llevado a actuar de esa manera. Además es algo de lo que muchos son conscientes. Saben que siempre han sido tímidos y que han tenido problemas para relacionarse.
Si su experiencia a nivel social no es buena difícilmente querrán o aspirarán a tener ese tipo de vivencias. Por lo que las personas con una timidez patológica suelen esconderse de los demás y tratar de pasar cuanto más desapercibidos mejor.
Cuando esto te imposibilita hasta el punto de no permitirte iniciar una relación con alguien o de no ser capaz de expresar tus sentimientos en situaciones que realmente lo requieren, a nivel de asertividad, necesitas superarlo, y aprender a comportarte de otra forma cuando sea necesario.
Ser tímido puede ser un buen recurso siempre y cuando sepas controlarlo. Ser tímido te permite observar a los demás y aprender de ellos y sobre ellos antes de que ellos sepan sobre ti. Y eso es bueno si sabes utilizarlo. Deberías ser capaz de cambiar la timidez por la prudencia. No quieras aspirar a ser una persona abierta y súper espontánea. No es necesario que cambies tanto.
Si quieres cambiar, debes saber que podrás hacerlo. Como siempre se tratará de seguir un entrenamiento bien orientado y de mucha fuerza de voluntad.
En primer lugar debes determinar qué quieres conseguir, cuáles son los motivos que te impulsan a cambiar. Como decíamos antes no tendría ningún sentido que aspiraras a ser el alma de la fiesta. Tú no eres así. Pero sí está bien que aspires a no temer hablar en público o a no temer expresar tus sentimientos o dejar claras tus expectativas o necesidades en determinadas situaciones.
No puedes ser tímido en el trabajo, por ejemplo, y no me refiero solo a no ser capaz de trabajar de cara al público sino que tienes que saber defender tus intereses ya sea delante de tus compañeros como de tus superiores. Si siempre eres el blanco de sus alardes de fuerza, exactamente como ya te pasaba en la guardería ha llegado el momento de cambiar.
Por ti, por tu bienestar. No puedes seguir toda la vida temiendo los enfrentamientos y pensando que se van a reír de ti cada vez que abras la boca.
¿Cuál es tu problema? Analiza qué te pasa y cómo te gustaría que fuera la situación real.
Por ejemplo, si te presentan a un grupo de gente y te quedas en un rincón mientras los demás hablan y se conocen y a medida que pasa el tiempo te sientes cada vez más aislado, hasta que te das cuenta de que todos están ya totalmente integrados y para ti es demasiado tarde empezar las presentaciones.
Si alguien trata de entablar una conversación contigo y tú respondes con monosílabos, en un tono de voz apenas audible y con el aspecto de estarlo pasando mal, es lógico que la otra persona prefiera dejar esa conversación. No por falta de interés. Puede tener mucho interés, la mayoría de la gente rehúsan hablar con alguien tan tímido precisamente para evitar hacerle pasar un mal momento.
Lo que tienes que hacer en estos casos es recordar que la timidez está bien hasta determinado punto. Empieza considerándote una persona prudente en lugar de tímida. Date un tiempo para observar antes de interactuar y de este modo poner a cada uno en su lugar. Aprende a ser tú el que pregunta en lugar de esquivar las respuestas evitando hablar. Responde a la primera pregunta y automáticamente realiza otra. De este modo cambiarás el centro de atención hacia la otra persona y podréis mantener una conversación menos tensa.
Para todo ello hace falta que seas muy consciente de tus carencias y de tus miedos. Para aprender a afrontarlos primero hay que reconocerlos. Poco a poco podrás ir trabajando punto por punto para desmontar esos miedos y entrenando tus habilidades sociales para poder actuar con naturalidad delante de los demás.
Articulo propiedad de Verdadera Seducción