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  CÓMO RECUPERAR TU PODER INTERIOR



Noviembre 12, 2013, 09:34:23 am
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CÓMO RECUPERAR TU PODER INTERIOR
« en: Noviembre 12, 2013, 09:34:23 am »
CÓMO RECUPERAR TU PODER INTERIOR




¿Quién tiene el poder de pensar en nuestra propia mente?

¿Acaso alguien puede impedirnos elegir tener pensamientos de prosperidad, puede alguien impedirnos actuar desde el amor, puede alguien frenarnos en aumentar nuestra propia felicidad?

Nadie puede obligarnos a tener ideas negativas, tristes, catastróficas, dañinas…Pues nadie se puede meter en nuestra cabeza, ni tampoco sentir por nuestro propio corazón.

Dentro de todos y cada uno de nosotros brilla un poder interior que se expande en función de nuestras vivencias y comportamientos. Él nos guía natural y amorosamente hacia la salud perfecta, la pareja perfecta, la profesión perfecta y nos ofrece la prosperidad en todo aquello que deseamos.

NUESTRO PODER INTERIOR ES EL MOTOR DE NUESTRA FELICIDAD.

Cuanto más consideramos esta guía, esta esencia, ese poder interior, dale el nombre que tú sientas más apropiado para ti, cuanto más cultivamos el amor en los gestos, ideas y pensamientos de nuestro cotidiano, más lo hacemos nuestro a la vez que nos convertimos en Él. Amarnos a nosotros mismos es reconocer esa guía, es crecer con esa luz y hacer que se expanda libremente desde nuestro interior hacia su fuente, el mismo universo.

El peligro reside en el OLVIDO de Quiénes somos y qué hemos venido a hacer en este rincón de Universo, qué tipo de sentimientos hemos venido a experimentar como seres humanos, a compartir y expandir en este mundo. El peligro reside en olvidarse de que todo este viaje ha sido programado y deseado por nuestra esencia divina.

Abandonarnos es darle la espalda a esta Realidad. Olvidarnos de ser felices es convertirnos en seres prisioneros de la incapacidad (no soy capaz de esto, no voy a lograr lo otro, no me merezco esto, esto no es para mí…), en víctimas de los demás (si mis padres se hubiesen comportado de otra forma, si mis hermanos me hubiesen entendido,…), nos convertimos en ciegos ante nuestra propia responsabilidad. En inválidos a la hora de aumentar nuestro propio poder interior. Nos convertimos en el renegado ante nuestro único guía interior. Negar nuestras capacidades nos convierte en víctimas. Entonces surgen: el desamor, la rabia, el resentimiento, la tristeza, el dolor, la enfermedad y todo sentimiento de incapacidad, de autocrítica,…como llamadas de atención para decirnos: ¡ojo, que no es por ahí! ¡Qué eso no te hace feliz!

Pongamos un ejemplo: una mujer inteligente y capaz. Se enamora de un hombre que le pide que lo abandone todo por él y cree una familia. Ella no quiere dejar su profesión pero “por amor” a él (y por falta de amor hacia ella) lo deja, tienen hijos y se dedica a su casa. Al nacer su primer hijo ella cae en una depresión fuerte y se medica. Tras su tercer hijo vuelve a caer en una depresión profunda de la cual le cuesta un año y medio salir.

La vida le está dando mensajes de que algo que está haciendo va contra ella misma. De que se está dando la espalda de alguna manera. En esta ocasión acude a terapia y entiende que se ha estado alejando de ella misma durante varios años. Decide reemprender su profesión (asumiendo que ahora tiene niños y que parte de su tiempo lo dedicará a ellos), al principio gana muy poco, sólo suficiente para pagar a alguien que cuide de sus hijos, no obstante ella se siente revivir y sigue trabajando. Muy pronto le ofrecen una oportunidad de trabajar en otra empresa donde le triplican el sueldo. Siente que de nuevo ella es dueña de su vida, de que ahora ella puede decidir cómo compartirla, pues ha vuelto a tomar las riendas de su propia vida. Siempre había sido feliz hasta el día que por darle la prioridad a las elecciones de otro, dejo de serlo (de estarlo). Gracias a su lucidez se da cuenta de que se había olvidado de ella misma y lo acepta, se vuelve a considerar y a cuidar.

Elije dejarse guiar, poco a poco, por su instinto (intuición, poder interior,…). Por fin, toma las decisiones adecuadas en su trabajo, es eficiente, y prospera día tras día. Pronto crea su propia empresa y dispone de más tiempo para ella misma. Guiada por su intuición delega en personas adecuadas y su trabajo prospera. La relación con sus hijos mejora considerablemente, ellos están más tranquilos y felices. Paradójicamente, en un principio, ella no trabajó porque pensaba que sus hijos sufrirían al no estar con ella.

Otro ejemplo puede ser el de una persona que influenciada por sus padres decide estudiar una carrera que no le corresponde y dedicarse a ella. Aunque gana mucho dinero no se siente feliz. Con el tiempo ha perdido sus sueños de la juventud y ya no sabe quién es ni qué es lo que quiere. Sólo continua día tras día en una vida que no le satisface y le crea un gran vacío. Con el tiempo empieza a tener bastantes molestias físicas: no digiere bien lo que come, tiene dolores de cabeza, el cuello y los hombros tensos,… Un día por casualidad, cae en sus manos un libro de autoayuda que le hace abrir los ojos y darse cuenta de que está viviendo una vida que no le satisface. Le da esperanzas de que existen posibilidades de un cambio. Decide asesorarse con una terapeuta. Poco a poco comienza a pintar (su pasión en su adolescencia) y cada día pasa
más tiempo pintando. Se da cuenta de que pintando se siente vivo y decide pedirse una excedencia. Dedica seis meses de su vida a tomar clases de pintura y reorientar su profesión. Allí conoce a la que ahora es su pareja. Dejándose guiar por su poder interior comienza a vender sus cuadros de maneras nada convencionales y triunfa.

Para este hombre el comenzar a amarse y tenerse en cuenta permitió que la profesión perfecta y la pareja más adecuada llegaran a él. Cuando uno no se da la espalda, cuando uno se ama, entonces es divinamente guiado hacia las situaciones y relaciones más adecuadas para su felicidad.

El carburante del Universo, de la Vida, es la felicidad (el amor). La Vida sólo desea que seamos felices, ver cómo nos autorizamos a gozar con ella y por ello, nos guía hacia las situaciones y relaciones que más nos convienen. El obstáculo nunca viene con intenciones enemigas sino todo lo contrario, él es una de las puertas abiertas sobre los cambios necesarios e implícitamente, muchas veces, deseados.

El problema, el infierno, reside en el único hecho de que nos damos la espalda a nosotros mismos, a la vida.

De bebés tenemos muy claro que somos seres maravillosos y perfectos pero según vamos creciendo somos bombardeados con mensajes que disminuyen esa evidencia. Nuestra valía empieza a caer: no lo hacemos lo bastante bien, no somos lo bastante buenos, no somos lo bastante altos, delgados, guapos, inteligentes, atractivos,… y terminamos haciendo nuestras estas opiniones externas y creyendo que no somos merecedores de la felicidad.

Así es como empezamos a olvidarnos de quiénes somos y qué hemos venido a hacer a esta vida. Nos damos la espalda. En la mayoría de los casos hacemos lo que se espera de nosotros para ser amados y reconocidos. Lo que queríamos realmente ya no importa. Con el tiempo no nos olvidamos, pero casi, de lo que nos gusta y nos hace felices. Nos olvidamos de qué es aquello que nos haría sentir vivos, plenos, felices. Estamos muertos en vida. Nos sentimos vacíos.

¿En qué tipo de motor nos hemos convertido frente al Universo? ¿De los dos, cuál es el sentimiento que estamos expandiendo, la luz (el amor) o la oscuridad (el miedo)?

La única forma de volver a uno mismo es darse cuenta de que todos y cada uno de nosotros somos uno y la misma cosa con el Poder Universal. Somos parte del Universo creador de todo y formamos una unidad con él. Esencialmente somos perfectos y no importa qué hayamos hecho o dejado de hacer en esta vida pues nuestra parte esencialmente pura siempre permanece inalterable, perfecta, divina. Nuestra única responsabilidad en este mundo es aumentar esta realidad. Gozar gracias a nuestra parte amorosa, bondadosa, a la felicidad que siempre está ahí, en ti.

Cuanto más le damos la espalda a nuestro poder interior, a nuestra parte pura y divina más nos cuesta luego re-conectar con él, ser guiados. Así, en lugar de ser guiados por nuestro corazón somos guiados por nuestra mente. Pues ésta, contrariamente a lo que terminamos creyendo no es mala por naturaleza sino que abandonada ella también por las riendas del corazón, nos engaña y nos priva de nuestra felicidad como la hemos privado nosotros mismos de su mejor amante, el corazón. Entonces nos hace creer cosas que no son verdad, nos hace actuar como nuestros padres, abuelos, maestros, etc. Nos hace olvidarnos de quienes somos.

La única vía posible para ser feliz es conectar con este puntito de luz que hay en nuestro interior, nuestro poder. Cuanto más vivamos de acuerdo con nosotros mismos, amándonos y siendo felices, más crece nuestro poder y así más fácilmente somos guiados hacia nuevas situaciones y relaciones que nos hacen sentir vivos. Cuanto más usamos nuestro corazón más crece nuestro Poder.

Hay personas que creen que siendo muy buenas con los demás, y aunque se olviden de sí mismas, serán buenas y así crecerá su bondad (poder interior). No obstante estas personas se olvidan de que nadie puede amar al prójimo ni hacer el bien si no lo hace primero con uno mismo, es decir, directamente con la esencia misma.

Pues el único deber que tenemos que cumplir es el de expandir, ante todo, nuestra propia luz. El que no se ama, se da la espalda y no crece en armonía con el sentido universal, no tiene amor que ofrecer.

EL QUE NO ES BUENO CONSIGO MISMO, NO PUEDE ACTUAR DESDE SU CORAZÓN.

Las personas que se dedican a los otros y se olvidan de sí mismas no actúan desde su bondad; actúan desde su mente voluntariosa, desde una mente que les dice: sacrifícate, se bueno/a, antepón el bienestar de los demás al tuyo propio,… Como ya hemos dicho el carburante de la Vida es la felicidad, y lo único que la vida quiere de nosotros es que aumentemos nuestra luz y así la del planeta.

Únicamente cuando nos amamos nos tratamos bien, nos convertimos en co-creadores de luz, paz y felicidad en el Universo. Entonces podemos expandir esta felicidad a otros. Desde la mente sí podemos hacer cosas buenas, materialmente también, pero siempre que ésta esté actuando desde su poder supremo que es el Corazón.

¿Y cómo puedo amarme a mí mismo?

La única forma de amarnos es aceptarnos tal y como somos, con nuestras rarezas, defectos, fallos, conscientes de que nuestra evolución está encaminada…Somos hijos del Universo y éste no nos juzga ni nos critica. Sólo quiere lo mejor para nosotros.

¿Y tú, acaso quieres lo mejor para ti?

Si el Universo no nos juzga ni nos critica, ¿Por qué lo hacemos nosotros?

¿Quiénes somos nosotros para juzgarnos, castigarnos, privarnos si el Universo mismo no lo hace?

Algunos pasos para retomar nuestro poder:

Asumir nuestra responsabilidad: somos los únicos responsable de nuestra felicidad. De nada sirve mendigar a otros que nos hagan felices, ni tampoco culpar a otros y responsabilizarlos de nuestra propia infelicidad. Por mucho daño que nos hayan podido hacer sólo nosotros tenemos la llave de nuestros pensamientos y sentimientos. Sólo nosotros somos responsables de perdonar. Esto es un acto propio del único corazón del que disponemos. Aquí se encuentra la verdadera liberación del agredido.

Atreverse a expresar nuestros sentimientos. Durante siglos hemos sido enseñados a que expresar emociones era cosa de débiles o de maleducados. La expresión de la rabia ha sido crudamente censurada, especialmente en la mujer. La tristeza y el llanto resultan insoportables para la mayoría: cuántas veces habremos visto a adultos animando a un niño que se ha hecho daño, a callarse y cortar su llanto, cuántas veces les podemos escuchar diciendo: no es nada. Pero al niño le duele. Reconocer el dolor lleva a tranquilizarse o tranquilizar al otro. Negar el dolor es automáticamente aumentarlo. Negar es un modo de enseñar, y así se nos ha enseñado, que las emociones, los dolores, no importan, no son nada. Y así aprendemos a tragar en vez de sacar y limpiar.

¿Cuántas emociones habremos tragado con los años…?
¿Cuántas emociones reprimidas llevamos con nosotros cada día?
¿Cuánto daño nos hacemos expandiendo así el malestar por no enfrentarlo y sacarlo?

Reprogramar nuestra mente con nuevos pensamientos de valía y merecimiento alegra a nuestra más potente herramienta que es el corazón. Devolverle su guía la hace renacer:

Me merezco lo mejor y ahora lo acepto

Soy una y la misma cosa con el Poder que me ha creado

Me amo y me acepto exactamente tal y como soy

La felicidad corre por mi vida como la sangre por mis venas.

Realizar afirmaciones cada día es una eficaz forma de reorientar nuestras convicciones sobre nosotros mismos, la Vida,…

Ahora elijo detectar e identificar los obstáculos que me señalan mi equivocación, que me sugieren el nuevo camino que puedo tomar. Me autorizo a salir de las situaciones que puedan frenar mi vivencia de la felicidad. Estoy a salvo creciendo.

Durante siglos hemos buscado el poder fuera; en los padres, en los dioses, en los superiores, en los reyes, en los sabios, en magos, en la medicina, en la religión,… Ahora entendemos que el poder sólo lo encontraremos dentro de nosotros mismos, en nuestro interior.

Dentro de todos y cada uno de nosotros brilla un poder interior que se expande en función de nuestras vivencias y comportamientos. Él nos guía natural y amorosamente hacia la salud perfecta, la pareja perfecta, la profesión perfecta y nos ofrece la prosperidad en todo aquello que deseamos.

NUESTRO PODER INTERIOR ES EL MOTOR DE NUESTRA FELICIDAD

Amarnos a nosotros mismos es reconocer esa guía, es crecer con esa luz y hacer que se expanda libremente desde nuestro interior hacia su fuente, el mismo Universo.

El peligro reside en el Olvido de quiénes somos y qué hemos venido a hacer en este rincón de Universo; qué tipo de sentimientos hemos venido a experimentar, como seres humanos, a compartir y expandir en este mundo. El peligro reside en olvidarse de que todo este viaje ha sido programado y deseado por nuestra esencia divina.

Abandonarnos es darle la espalda a esta realidad. Olvidarnos de ser felices es convertirnos en seres prisioneros de la incapacidad (no soy capaz de esto, no voy a lograr lo otro, no me merezco esto, esto no es para mí…), en víctimas de los demás (si mis padres se hubiesen comportado de otra forma, si mis hermanos me hubiesen entendido,…), nos convertimos en ciegos ante nuestra propia responsabilidad. En inválidos a la hora de aumentar nuestro propio poder interior. Nos convertimos en el renegado ante nuestro único guía interior. Negar nuestras capacidades nos convierte en víctimas. Entonces surgen: el desamor, la rabia, el resentimiento, la tristeza, el dolor, la enfermedad y todo sentimiento de incapacidad, de autocrítica,…como llamadas de atención para decirnos: ¡ojo, que no es por ahí! ¡Qué eso no te hace feliz!

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