EL SENTIDO DE LA RELACIÓN DE PAREJA
Seamos realistas y sinceros, y admitamos que en toda relación de pareja hay un componente que en algunas ocasiones pasa desapercibido para el consciente, o lo camuflamos para que no se note mucho, porque nos parece poco romántico incluirlo en el enamoramiento, y es el hecho de que hay un cierto egoísmo en el hecho de emparejarse.
Está claro: cuando uno se empareja es porque piensa que va a estar mejor que solo o sola.
Piensa, siente, cree, sabe, o sueña, que el otro, o la otra, le va a aportar algo que ahora no tiene, algo más o algo mejor, y por eso se une.
El amor incondicional, desinteresado, sólo espiritual, contigo pan y cebolla, es una utopía.
Piensa, siente, cree, sabe, o sueña, que el otro, o la otra, le va a cuidar, le va a dar amor, le va a acompañar, le hará la vida más feliz y más agradable, le apoyará en los malos momentos, etc. etc.
“No pido nada al otro” –eso es lo que se dice-, pero la realidad es, más o menos, tal como la escribo.
La relación de pareja se debe basar en la complementariedad.
Sólo tiene sentido si el otro te complementa, o sea, te completa.
Una relación en la que sólo uno de los dos colabora y aporta –salvo que se base en intereses o no haya valor para romperla-, es una relación fracasada.
Porque “hemos dicho” que no pedimos nada al otro, que sólo queremos amarle, pero no es cierto.
Si no recibimos, antes o después abandonaremos hartos de una relación descompensada que causa más insatisfacciones que momentos auténticos y placenteros.
No voy a definir la relación ideal, porque cada uno debe diseñar la suya, y lo que compensa a uno puede no interesarle a otro. Ese es un asunto que han de decidir entre ambos de mutuo acuerdo.
Pero sí creo que hay algo imprescindible para que tenga visos de continuidad y sea enriquecedor para ambos, y es el hecho de que ambos se ayuden, y contribuyan a cubrir la necesidad que el otro tenga.
No requiere más explicación, porque es de una claridad tan rotunda y comprensible que no necesita más palabras.
En la pareja se aporta, pero también –aunque no se diga- se exige.
De la pareja se recibe, pero también se contribuye.
Desde un punto de vista más o menos esotérico, se supone que cada uno se reencarna en hombre o en mujer en función de lo que tenga que aprender o evolucionar en esta vida. Otros dicen que la pareja nos equilibra la energía.
Y para ello cada uno necesita que su opuesto le complemente sus carencias, y no sólo personales o materiales, sino espirituales.
Lo que es importante comprender es que no se trata sólo de encontrar la pareja perfecta, sino de colaborar en construirla.
Y es interesante entender que no es acertado ir a la relación de pareja con la intención de que sea el otro quien haga todo el trabajo, o sea, cubrir nuestras necesidades sin ocuparnos de satisfacer también las suyas.
El ideal, sería esa idea tan manida como cierta: “Estoy bien contigo, pero estaría bien sin ti.”
Si estoy contigo estaré alegre, pero si no lo estoy seguiré alegre.
La pareja no ha de ser el lugar de las renuncias y las decepciones, y sí de las entendimientos y los acuerdos, y sí el lugar donde se crece cada día y la ilusión permanece.
Te dejo con tus reflexiones…