IDENTIDAD
YO soy la vid, vosotros los sarmientos: quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto; pues sin mí no podéis hacer nada.
Jn 15, 5
• Pensamientos •
La pregunta más importante del mundo, base de todo acto maduro, es: ¿Yo quién soy? Porque, sin conocerte, no puedes conocer ni a Dios. Conocerte a ti mismo es fundamental.
Hay una cosa dentro de nosotros que es preciosa. Una perla preciosa. Un tesoro. El Reino de Dios está dentro de nosotros. ¡Si al menos descubriésemos eso!
Para despertarse, el único camino es la observación. El irse observando uno a sí mismo, sus reacciones, sus hábitos y la razón de por qué responde así. Observarse sin críticas, sin justificaciones ni sentido de culpabilidad ni miedo a descubrir la verdad; es conocerse a fondo.
Si tienes problemas es que estás dormido. La vida no es problemática. Es el yo (la mente humana) el que crea los problemas.
Cuestiónalo todo y saca la realidad que hay detrás de los cuestionamientos. El día en que sientas el vacío de quedarte sin nada a qué agarrarte, ¡buena señal! Entonces ya puedes comenzar a construir con realidad.
El yo no está bien ni mal, no es bello ni feo, inteligente ni estúpido. El yo es, simplemente. Indescriptible, como el espíritu. Todas las cosas —como tus sentimientos, pensamientos y células— vienen y van. No te identifiques con ninguna de ellas. El yo no es ninguna de ellas.
La espiritualidad es, en verdad, una cuestión de ser quienes somos, de transformarnos en lo que somos, de ver quiénes somos.
Lo que llamas yo no eres tú, ni eres tampoco tu parentela, ni tu padre ni tu madre, porque eres hijo de la vida.
La espiritualidad es la que intenta solucionarte. Busca solucionar el problema del yo, que es el que está generando los problemas que te llevan al psicólogo y al psiquiatra. La espiritualidad va directamente a la raíz, a rescatar tu yo, el auténtico, que está ahogado por barreras que no lo dejan ser libremente.
Si sintieses o mirases, o te sentases y tomases contacto contigo mismo, llegarías al silencio, y las cosas te serían reveladas.
Cuidar de ti mismo es una actitud egoísta y autosuficiente, pero cristiana en su origen y saludable en sus resultados. Aprende a vivir en forma plena, humana y feliz cada día. La actitud verdaderamente humana es aprender a nadar, y no ahogarte con tu amigo.
La vida es muy importante para ser desperdiciada en el ansia de ser rico, famoso o de buena presencia, popular, bello; o en el pavor de ser pobre, desconocido, ignorado o feo. Estas cosas pierden importancia como si fuesen guijarros alrededor de un diamante fulgurante. Tú, tu verdadero yo, siempre fue y será un diamante. El valor de tu vida es incalculable.
Cuando desistimos de existir mecánicamente, dejamos de ser marionetas. ¿Cómo podremos tener una vida espiritual si no estamos vivos? ¿Cómo ser discípulos de Jesús, si somos seres mecanizados, marionetas?
Para ser como Jesús, has de ser tú mismo, sin copiar a nadie, pues todo lo auténtico es lo real, como real era Jesús.
Nadie más podrá mantener tu yo fuera de ti y decir: "Mejórese, sométase, obedezca, y le daré su propio yo." Ya no crees en que otro tenga el poder de darte tu propio yo, ni de tomarlo de ti. ¿Sabes lo que significa no sentirse nunca más molesto ni receloso? Esto es una perla de inestimable valor.
Santa Teresa dijo que Dios le concedió el don de desidentificarse de sí misma y poder ver las cosas desde afuera. Éste es un gran don pues el único obstáculo y raíz de todo problema es el yo.
Vivir desidentificados es vivir sin apegos, olvidados del ego, que es el que genera egoísmos, deseos y celos, y por el cual entran todos los conflictos.
La paz no es necesariamente destruida por la disputa o la discusión.
• Ejercicios •
• Repite: "Yo no soy nunca la imagen que tengo de mí mismo ni la que tienen los demás de mí. Yo soy, y el ser no cabe en nin¬guna imagen porque las trasciende todas."
• Repite: "Yo no soy esto ni aquello. Suceda lo que suceda, no perderé mi verdadero yo."
• Imagina que Jesús está de pie delante de ti y que te dirige una de aquellas frases tan amorosas del Evangelio. Contén la reac¬ción y, cuando no puedas más, habla con Él. ¿Qué te diría?
Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis realmente discípulos míos, entenderéis la verdad y la verdad os hará libres. Jn 8, 31-32
Sed pues perfectos como vuestro Padre del cielo es perfecto. Mt 5, 48
¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen! Lc 11,28
• Repite: "Yo no soy nada de lo que creo ser: mis cosas, mi cuer¬po, mis sentimientos. Mi yo es indefinible porque no hay nada que lo defina."
• Verse representado en una estatua. Imaginar que en una sala oscura se ilumina poco a poco la imagen. Tomar conciencia de cómo uno se ve a sí mismo. Dialogar con Cristo.
Reflexiones
• El hombre se afana en descubrir a Dios, pero no se afana en descubrirse a sí mismo. ¿Cómo es ese hombre que busca a Dios? ¿Cómo eres tú?
• Todo cambio auténtico se efectúa sin esfuerzo alguno. La per¬sona humana tiene unas energías fabulosas en reserva, para cuando necesita ponerlas en marcha. ¿Qué cambios harías en tu vida?
• Para tu inspiración •
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ILUMINACIÓN
Mientras tenéis luz, creed en la luz para estar iluminados
Jn 12, 36
• Pensamientos •
Estar despierto es aceptarlo todo, no como ley, no como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación.
Lo importante es el Evangelio, no la persona que lo predica ni sus formas. No la interpretación que se le ha dado siempre o la que le da éste o aquél, por muy canonizado que esté. Eres tú el que tiene que interpretar el mensaje personal que encierra para ti, en el ahora. No te importe lo que la religión o la sociedad prediquen.
La mayoría de las personas permanecen presas en las imágenes que han hecho de Dios. Ése es el mayor obstáculo para llegar a Él.
Si quieres llegar algún día a la unión con Dios, debes comenzar por el silencio.
Dios es la Verdad, la Felicidad y la Realidad, y Él es la Fuente, dispuesta siempre, para llenarnos en la medida en que, libremente, nos abramos a El.
Entra en la vida y estarás atendiendo la causa de Jesucristo... que no nos llama simplemente a una nueva religión, sino a la Vida.
El presente es la vida, y sólo allí están Dios y la eternidad. Por ello hay que vivir despierto, vigilante, para no perderte nada de ella.
Si no te aferras a ningún concepto, cosa o ideología, te será fácil descubrir en seguida dónde están la verdad y la realidad, que es la voluntad de Dios escrita en la vida.
La religión puede ser de gran ayuda mientras no la hagas más importante que Jesucristo.
Cada sonido es producido y sostenido por Dios omnipotente. Dios es sonido. Descansa tú en el mundo de los sonidos; descansa en Dios.
Espiritualidad es estar despierto. Desprenderse de las ilusiones.
Espiritualidad es nunca estar a merced de acontecimientos, cosa o persona alguna.
Espiritualidad es haber hallado la mina de diamantes dentro de ti. La religión se destina a guiarte hacia eso.
Tú no necesitas un libro mágico, un gurú carismático, rituales primitivos. Sólo necesitas tus cinco sentidos. Obsérvate a ti mismo, tu cuerpo y tu mente. En ellos encontrarás todo lo necesario, además de los recursos que Dios te dio.
Prueba a verte a ti mismo con ojos nuevos, luego a las personas más cercanas, luego la naturaleza y, así, estarás más cerca de poder ver a Dios.
Para ser místico no necesito estar en un monasterio. Se puede muy bien ser pobre e ignorante de teorías y de leyes, y ser místico. Lo que hace falta es estar despierto a la vida.
Nuestra inteligencia tiene una parte conceptual y otra no con¬ceptual. ¿Qué es el misticismo? Una unión. La parte no conceptual está confinada de tal modo dentro de la parte conceptual que ésta debe abrirse para percibir la "intuición del ser".
• Ejercicios •
• "Detecta" a Dios en el aire que se respira, en los sonidos que se escuchan, en las sensaciones que se sienten. Descansa en todo este mundo de los sentidos.
Descansa en Dios. Entrégate al mundo, a Dios.
• Pronuncia el nombre de Jesús con diferentes actitudes o sentimientos: adoración, amor, confianza, entrega, deseo, arrepentimiento.
• Escucha que Él pronuncia a su vez tu nombre. ¿Cómo reaccionas, cuando Él lo pronuncia? ¿Qué sientes?
• Toma un pasaje de la Escritura: "En el último y mayor día de fiesta, Jesús se puso de pie y dijo en voz alta: “Quien tenga sed, venga a mí y beba."
• Supongamos que, al leer, seas tocado por esta frase. ¿Qué harás? Recita esta frase en tu corazón y deja de leer. ¡Quien tenga sed, venga a mi y beba! Repite, repite, hasta que tu corazón quede satisfecho.
• No es necesario pensar en el significado de las palabras, porque tu corazón sabe el sentido. Y cuando llegues a ese punto de satisfacción, reaccionarás ante esas palabras.
• Reflexiones •
• No necesitamos intentar percibir la Buena Nueva. Tenemos en nuestro interior una mina de diamantes, somos el Reino. ¿Has percibido ya el Reino dentro de ti?
• La fe no es inamovible y has de renovarla continuamente para que esté viva. ¿Cómo renuevas tu fe cada día?
• Para tu inspiración •
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MIEDO
Y no habéis recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos que nos permite clamar: Abba, Padre.
Rm 8, 15
• Pensamientos •
Cuando despertamos de nuestro sueño y vemos la realidad tal cual es, nuestra inseguridad termina y desaparecen los miedos, porque la realidad es y nada la cambia.
Aunque vas diciendo que buscas la felicidad, lo cierto es que no quieres ser feliz.
Prefieres volver al nido antes que volar porque tienes miedo, y el miedo es algo conocido y la felicidad no.
Hace falta despertar.
El miedo sólo se te quita buscando el origen del miedo. El que se porta bien a base de miedo es que lo ha domesticado, pero no ha cambiado el origen de sus problemas: está dormido.
Tienes miedo porque te sientes amenazado por algo que ha registrado la memoria. Si despiertas, y puedes observarlo claramente recordando su origen, el miedo no se volverá a producir, porque eliminarás el recuerdo.
Lo contrario al miedo es el amor. Donde existe el amor no hay miedo alguno. Y el que no tiene miedo alguno no teme a la violencia, porque él no tiene violencia alguna. Toda violencia viene del miedo y crea más violencia.
"No tengáis miedo", dice Jesús en el Evangelio. Todo el Evangelio está lleno de estas advertencias: "No temáis..., no os preocupéis..., no os aflijáis..."
Tomamos de la vida lo no real. Le tenemos mucho miedo a la verdad, y preferimos hacer ídolos con la mentira.
El que se enfada es que tiene miedo.
Nosotros huimos de los enfados porque provocan nuestros miedos y, a la vez, nos ponen violentos. Nos asustamos de la agresividad porque despierta nuestra propia agresividad. Nos defendemos no por justicia, sino por miedos.
La buena religión te enseña a liberarte de los fantasmas, y la mala a fiarte de las medallas. No metamos a Dios en los fantasmas.
• Ejercicios •
• Di al miedo: "Entiendo por qué estás aquí. Pero confío en Dios."
Y si encuentras en el corazón que puedes hacerlo, agradece previamente por las consecuencias. Eso será de gran ayuda.
• Agradece a Dios por todo lo que sucederá.
Tenemos que hacer lo que Jesús hizo: enfrentar el miedo y ha¬blar con él como si fuese una persona. Amablemente, sin vio¬lencia, porque el miedo está dentro de nosotros, disfrazado de prevención.
• Imagina que Jesucristo está aquí frente a ti y te dirige estas pa¬labras: "No tengas miedo, soy yo mismo." No digas nada, no respondas. Deja que las palabras reverberen en tu corazón, de¬ja que ellas movilicen todo tu ser. Y cuando no puedas ya con¬tenerte, reacciona, y da tu respuesta.
• Reflexiones •
• Analiza sinceramente, sosegadamente, cuáles son tus cárceles imaginarias y el porqué de tus miedos. Escríbelo.
• Para tu inspiración •
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