CULPABILIDAD O CULPA SANA
Miriam Martínez
La mayoría de veces que se toca el tema del PERDÓN automáticamente pensamos en perdonar a otros que nos hayan lastimado, pero… ¿qué pasa con nosotros? ¿Cuántas personas han quedado atrapadas en la culpabilidad por algo que hicieron o no hicieron? La pregunta que deberíamos de hacernos todos, ¿Sentirnos mal va a resolver algo? ¿Qué podemos hacer para liberarnos de ese sentimiento para siempre?
Qué lejos está de la realidad pensar que nuestros errores son imperdonables, y a su vez cómo nos alejamos del camino de perdonar a otros sino lo hacemos con nosotros mismos.
Perdonarnos significa amarnos, aceptarnos y respetarnos, condiciones básicas para poder tener una sana autoestima. Muchas veces estar sumergidos en el sentimiento de culpa nos paraliza la vida, sabotea cualquier intento de conseguir nuestras metas, entre otras cosas necesarias para poder avanzar. Pero lo más importante de todo, nos quita nuestra capacidad de amar, ¿Cómo vamos a dar o recibir amor, si nosotros mismos nos creemos no merecedores de él?
Perdonarnos a nosotros es una ardua tarea, si de entrada no reconocemos nuestros propios errores, aunque haya sido sin querer hacer daño a alguien.
Nadie es perfecto y situarnos con serenidad frente a ellos, y reconocer nuestra culpa, es el primer paso que debemos hacer para poder iniciar el auto perdón. Hemos de ser conscientes que los fallos cometidos nos han de servir para aprender de ellos, y cambiar el rumbo de nuestras vidas para no volver a cometerlos. Son una oportunidad para conocer nuestra verdad, para poder mirar en nuestro interior y bucear entre todos los sentimientos soterrados, de heridas no cicatrizadas que nos han hecho actuar de la manera en que lo hicimos.
Si no prestamos atención, y caemos en la culpabilidad, sin tomar las riendas de la situación, no descubriremos esos hechos que necesitan ser revisados y sanados, tendremos la misma actitud, una y otra vez, haciendo más daño cada vez a las personas que tenemos a nuestro alrededor, siendo ellos los principales en recibir nuestros golpes.
La máscara adoptada para enterrar el sentimiento de culpabilidad, y a su vez engañarnos nosotros mismos, es la soberbia; otra puede ser la rabia, o mostrarnos con actitud defensiva a la vez que agresiva, toda ellas para esconder o no querer reconocer nuestros actos erróneos. Quizás la razón de optar por estas mascaras es debido, a ser demasiado perfeccionistas, o querer ser perfectos, para poder ser aceptados por otros. O quizás la vergüenza que se siente por haber cometido ese acto, impidiendo poder enfrentar la situación cayendo en el auto-castigo, con la creencia” todo acto malo, merece ser castigado” y nos convertimos en nuestro propios jueces y verdugos encerrándonos de por vida en una prisión, para sufrir por haber hecho lo que se hicimos.
Tenemos que ser conscientes que no es lo mismo CULPA SANA, que CULPABILIDAD.
Culpa sana es una señal que nos permite poner atención en algo que hemos hecho o dicho, que no es correcto, y sirve para no evadir la responsabilidad de nuestros actos frente a otras personas que les haya podido causar dolor u ofender, es una alarma que nos ayuda a ser conscientes de ello y actuar con responsabilidad e integridad. Esta nos ayuda a generar el compromiso de cambio necesario en el futuro para ganarnos de nuevo la confianza, a la vez que nos ayuda a ser mejores personas.
Cuando esta culpa sana la vamos prolongando en el tiempo negándonos a mirar nuestra realidad o nos sentimos incapaces de enfrentarnos a ella nos dejamos dominar y derribar por ella, caemos en lo que llamaremos CULPABILIDAD.
Esta situación conlleva dejar de tener autoestima, careceremos de objetividad para adaptarnos a la realidad, con lo que será imposible una autocrítica sana, impidiéndonos buscar las nuevas formas de cambio que necesitamos realizar. Hemos de hacer incapié, en la distinción de culpabilidad y vergüenza. La culpa refleja un sentimiento negativo centrado en una acción específica. La vergüenza en cambio se refiere a la percepción de que toda nuestra persona en general es mala, y a su vez ser más susceptible a la ira, sospecha, culpar a otros y un comportamiento más agresivo.
La culpabilidad y la vergüenza nos paralizan la vida, atormentándonos de por vida hasta aniquilarnos como personas. Si no solucionamos este sentimiento sea de culpabilidad o vergüenza, nos va a causar problemas toda la vida, nos sentenciaremos a nosotros mismos de por vida, y el yo culpable exigirá castigo promoviendo la depresión, infelicidad, sentimientos de inferioridad incluso llegando a causar enfermedades físicas o bloqueos importantes en diferentes áreas de nuestras vidas.
Hay ciertas situaciones que nos impiden salir de estos sentimientos como:
-Dar por hecho que tenemos que ser perdonados y no hacer nada al respecto
-Si reconozco que me equivoque daré una imagen de persona débil
-No merezco que me perdonen – Nadie podrá deshacer el mal que hice.- Nada de lo que haga va a corregir el daño. –Nunca me van a perdonar.
Estas situaciones como otras debemos cambiarlas cuanto antes, para adentrarnos en el auto perdón.
Todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido este sentimiento de culpabilidad, vergüenza, rencor, resentimiento por algo que hemos hecho en nuestra vida. En lugar de seguir maltratándonos podemos aprender que las elecciones tomadas en ese momento fueron las que nos parecían mejores y seguras. También debemos recordar que la rigidez y el miedo, nos pueden llevar a tomar actitudes defensivas que pueden lastimar a otros. Por otro lado estas acciones se dieron por un estado de ánimo descontrolado que nunca va a representar la totalidad de quienes somos, y de la misma manera que haríamos con un ser querido, debemos mirarnos con comprensión y amor. Imagina que vives con un amigo que te habla constantemente desde el amor, si cometes un error te ayuda a resolverlo, sin juicio ni crítica destructiva, y ahora imagina que tu amigo es todo lo contrario, te grita, te insulta, solo ve lo malo de ti, te juzga….posiblemente acabara con tu autoestima y te hundirá por completo en un pozo sin buscar vías para salir adelante. Pues ahora imagina que ese amigo eres tú mismo, ¿Cuál eres el amoroso, o el que te juzga todo el tiempo?
No seamos nuestros propios verdugos exigiéndonos castigos por hechos pasados, negándonos la felicidad y el amor, rectifiquemos a tiempo aprendiendo de nuestros errores, y salgamos para siempre de esa prisión emocional a la que nos hemos sometido. Pongamos todas las herramientas posibles para poder encaminarnos hacia el auto perdón, y recuperar nuestra capacidad de amar, solo si somos capaces de ello alcanzaremos la felicidad.
Miriam Martínez
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