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 ANTES DE EMPEZAR EL CAMINO



Septiembre 24, 2014, 06:34:31 am
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ANTES DE EMPEZAR EL CAMINO
« en: Septiembre 24, 2014, 06:34:31 am »
ANTES DE EMPEZAR EL CAMINO



Antes de empezar un Camino de Espiritualidad o de Crecimiento Personal, es muy conveniente tomar conciencia de una serie de cosas, algunas de las cuales relaciono aquí. No son todas, por supuesto.



YO, ES LO QUE TENGO
No hay otra cosa. No puedo escoger, ni puedo dejarme. Sí puedo hacer lo posible por cambiarme. Lo que vaya a construir tiene que ser a partir de mí, que soy lo único que tengo.


ACEPTAR
El Camino es un proceso de autoconocimiento en el que debe primar, imprescindiblemente, la sinceridad.
El Camino es un proceso de introspección en el que uno se propone conocer todo lo que uno es.
Y, sin duda, van a aparecer cosas que manteníamos muy escondidas, cosas de las que no nos sentimos muy orgullosos y sí arrepentidos, cosas que van a intentar convencernos de que no somos buenas personas…
Generalmente, cuando uno hace un balance sincero de uno mismo, el resultado es peor de lo esperado.
Lo que no quiere decir que eso sea cierto. Sólo quiere decir que uno es demasiado exigente y poco comprensivo.
Lo que uno encuentre dentro de sí, lo ha de amar. Sea lo que sea, porque forma parte de uno y uno es eso.
Otra cosa es que, si algo no satisface, se ponga en marcha un proceso para resolverlo.
Este Camino, o se hace con mucho amor, o es mejor no iniciarlo.
Si va a ser una pelea incesante, un continuo reproche, mejor no empezar.
Se ha de hacer con placer y no a regañadientes, sin ningún tipo de reproches y, esto es imprescindible, con mucho amor.


VIVIR MUY CONSCIENTEMENTE ESTE MOMENTO
La toma de consciencia es fundamental en este momento, porque sin consciencia no se es consciente de lo que se está viviendo, de lo que está pasando, y no se le sacará todo el jugo.
Es un momento para vivir con mucha alegría y felicidad, por la oportunidad tan especial que vamos a tener de tomar, por fin, el gobierno de nuestra vida, y porque tenemos por primer vez la oportunidad de empezar a diseñar –a nuestro gusto- lo que llamaremos futuro.
La consciencia va a ser muy útil y muy necesaria. Sobre todo porque a partir de iniciar el Camino la responsabilidad es una parte integrada, y, así como uno puede escudarse en el desconocimiento o la desatención para las cosas que hizo en el pasado, desde el momento que decide lo que quiere hacer ya es responsable, tanto de hacerlo como de no hacerlo.
Ahora lo sabe. Se ha dado cuenta. No puede alegar desconocimiento, ni puede responsabilizar a cualquiera de los yoes del pasado.
Lo bueno es que el Camino se inicia con un buen propósito, y con interés, y ya casi debieran ser argumentos más que suficientes para que el éxito estuviera presente.
Por supuesto que hacen falta más cosas para llegar a la meta, pero lo iremos viendo más adelante.



DESCUBRIR


RECONOCER - DARSE CUENTA
La observación es primordial e imprescindible.
Hay varias formas de conocerse.
La primera, parte de darse cuenta de quién es uno mismo.
Observarse como si uno no se conociera, y darse cuenta de lo que hace, de cómo se mueve, de cuáles son sus pensamientos, su forma de expresarse…
Mirarse como si fuera la primera vez, no dando nada por supuesto, para poder acceder a algo que visto con otros ojos pueda ser distinto.
Otra forma de conocerse es pedir la opinión que tiene de nosotros alguien que realmente nos conozca y nos quiera. Lógicamente hay que pedirle su sinceridad más absoluta y aclararle que darnos una opinión favorable para quedar bien, no sólo no sería útil sino contraproducente.


ADMITIR Y ACEPTAR (Comprender)
De nada sirve negar lo evidente. Ni lo bueno, ni lo malo. Si se descubre algo, y ese algo es cierto, hay que admitirlo.
Lo que no quiere decir que haya que conformarse con ello.
Hay que reconocerlo.
Sólo a partir de aceptar lo que hay se puede comenzar a modificar eso que hay.
Cuando se acepte hay que hacerlo sin condiciones, sin negaciones, sin justificaciones. Es lo que hay.
A uno le han tocado vivir -o ha sido por su “culpa”, depende de como cada uno lo quiera entender-, en una serie de circunstancias personales, en una época concreta, con unos condicionamientos, con o sin motivaciones, y eso imprime carácter y marca.
Pero eso también hay que admitirlo.
Si uno hubiera nacido en una familia distinta, con otro sexo, en diferente país o siglo, sería distinto. Por supuesto.
Pero uno es quien es y está donde está –de momento- y eso hay que admitirlo y aceptarlo.


PERDONAR - PERDONARSE
Yo no soy partidario de perdonar en el uso habitual que se le da a la palabra (Perdón: Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente.), porque me parece que si uno comprende, a sí mismo o al otro, ya es innecesario el perdón.
Con el reconocimiento del hecho, sea el que sea, si se descubre que no había mala intención, ya no es necesario entrar en juicios, ya que es el resultado del juicio quien determinaría si hay que perdonar o no.
Por otra parte, no perdonar sería un grave error.
Creo que casi todo –he escrito “casi todo”- es digno de ser perdonado. Entendiendo por perdón la comprensión incondicional que borra lo sucedido sin dejar ningún tipo de residuos.
Incluso en los casos en que se ha actuado con maldad y perversidad, si se hurga en las motivaciones de quien lo hizo, en su educación y en las circunstancias que le han tocado vivir, es posible que se llegara a encontrar una justificación razonable. Razonable para quien lo ha hecho.
En algunas ocasiones uno no es responsable directo de las cosas que hace mal.
Y eso hay que entenderlo, aceptarlo, y “perdonarlo”.


PONERSE SIEMPRE A SALVO
Sólo uno mismo tiene la responsabilidad de su propia vida.
Y tiene la responsabilidad de no herirse, de tratarse con comprensión y amor, de no permitir que las circunstancias de la vida le condenen a una desgracia continua, de mantenerse íntegro y digno a pesar de que no siempre haya sido acertado en sus acciones, a pesar de haber cometido errores, o de haber fallado a otras personas.
Uno siempre tiene que sobrevivir a los conflictos interiores.
Y es mejor que lo haga de un modo digno, donde no se vea afectado en su Autoestima; preservándose, con mucho cuidado y con una delicadeza maternal, de los naufragios en las que uno se va a ver envuelto.
Uno ha de salir lo más indemne posible, porque sólo de ese modo puede seguir en el Camino. Se camina mejor sin heridas.
Ponerse siempre a salvo es un ejercicio a favor de uno mismo, para poder resolver, no para culpabilizar o reprochar.
Uno ha de ser, siempre, su más ferviente y magnánimo defensor.
Y uno ha de negarse, siempre, a permanecer en una relación de confrontación consigo mismo.



VALORAR LAS COSAS BUENAS
En general somos bastante injustos con nosotros mismos. Cuando hacemos un inventario de cómo nos vemos –y es igual que se haga de un modo consciente o que sea el inconsciente quien se encargue-, el saldo tiene tendencia a ser negativo. Medimos con distinta vara las cosas que están bien y las cosas que calificamos como malas. Las cosas que están bien, nos parece que son normales, que no tienen mérito, y por eso las valoramos poco e injustamente. Las cosas que no nos gustan las exageramos y las valoramos muy por encima de su tasación. De una cosa pequeña, casi insignificante, hacemos un mundo. Perdonamos a los otros, y sin pestañear, las mismas cosas con las que somos absolutamente rigurosos cuando nos suceden a nosotros. La justicia descompensada y nada arbitraria que usamos contra nosotros es un auto-atentado casi imperdonable.
Hay que averiguar si uno tiene buena materia prima o buenos cimientos sobre los que construir.
Para ello se requiere de una justicia insobornable que sea capaz de sacar a la luz no sólo las faltas y defectos –que lo hará muy fácilmente-, sino reconociendo también las bondades, las cualidades, las posibilidades, la humanidad, la capacidad de amar




EVITAR REPROCHES HACIA EL PASADO
El pasado es solamente eso: pasado.
Del pasado es bueno extraer los buenos recuerdos, para acudir a ellos cada vez que lo deseemos, pero no es conveniente acudir a ellos con una nostalgia inconsolable, o con el sentimiento apenado de que fue muy bueno mientras que nuestro presente no es satisfactorio.
Y lo que no es conveniente hacer es regresar al pasado con la intención de encontrar situaciones que reprocharnos. No está bien convertirse en su propio verdugo.
Uno ya no es el yo del pasado, aunque otro “uno mismo” –pero en otro tiempo y siendo distinto del que es ahora-, sea quien actuó entonces.
El hecho histórico o cronológico que sucedió en el pasado es inamovible, pero el adjetivo con el que calificamos lo que sucedió, que es quien nos pone en alerta sobre si aquel momento fue bueno o no, sí puede ser modificado.
Pero no modificado mentalmente porque sea provechoso hacerlo así, sino porque uno ha comprendido ahora que la importancia que se le dio entonces al hecho no corresponde con la valoración neutral que podamos hacer hoy.
En los momentos en que suceden las cosas que acabamos calificando como “malas” uno tiene una visión pesimista de la realidad. Lo ve todo de un modo funesto y con auto-reproche, y por eso la valoración de aquel momento es más penosa o dramática de lo que realmente corresponde.
Y es mejor seguir construyendo que seguir destruyendo.


A LA LARGA, SON TODO VENTAJAS



CÓMO SE AVANZA EN EL CAMINO
La experiencia dice que los primeros pasos son lentos. Es por la falta de experiencia en esto, por el miedo ante lo porvenir, por la toma de conciencia de la responsabilidad –que pesa mucho-, por el deseo de querer hacerlo bien,
Sí te puedo decir que, aunque la meta del Camino está en la muerte, y no antes, sí es cierto que se van viendo resultados mucho antes, pero, más o menos, va así:
En las primeras semanas parece ir lento. Y no sólo eso, sino que a medida que empiezas a conocer cosas, y a darte cuenta de las cosas, verás que existe mucho más de lo que pudieras imaginar, y entonces te acordarás de Descartes: “Sólo sé que no sé nada”.
Así que tranquilidad ante la falta de resultados inmediatos. Serenidad. Paciencia.
Es muy importante que no se entrometa el agobiante ego metiendo prisa.
Se necesitan tiempo, calma, paz, silencio, quietud, equilibrio… hay todo un trabajo de reconciliación con el pasado, y tenemos mucho pasado.
No hay que aligerarse en construir una base que soporte toda una nueva persona, para que pueda resistir lo que venga.
Curiosamente, mientras antes desaparezca la urgencia más rápido se avanzará.
Y si al principio va lento, muy lento para nuestro gusto y nuestra prisa por verlo todo resuelto, de pronto las cosas empiezan a coger velocidad, y si habíamos tardado tres meses en hacer el primer kilómetro, en los siguientes tres meses haremos cien.
Ejemplo coche-camión



EL SER HUMANO SÓLO TIENE CUALIDADES
En esencia, el Ser Humano no está dotado de maldad. Eso es algo que se aprende después, y que lo aprende quien quiere (Lo mismo que también lo puede desaprender quien quiera). El Ser Humano tiene, en su condición y origen, solamente cualidades, alguna de las cuales no ha llegado a desarrollar en todo su potencialidad. A la parte de las cualidades que aún no hemos desarrollado las llamamos “defectos”. El descubrimiento de un “defecto” ha de ser un motivo de satisfacción, porque nos confirma que una de nuestras cualidades aún no ha sido desarrollada en su totalidad, y eso indica que podemos mejorar más.




 

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