Encantado de tu participación, Adonis
Bueno, estoy completamente de acuerdo con el planteamiento respecto a la importancia del sufrimiento. En otro sitio lo asemejaba al trabajo de las raíces, que nutriéndose en la oscuridad, permitían que el arbusto floreciera.
Y a nivel personal también lo he experimentado en primera persona. Algunas "oscuridades" muy oscuras y otras no tanto, me han afirmado en la convicción que es precisamente en el sufrimiento o los inconvenientes, donde realmente nos enriquecemos. Aunque no sea lo que más nos "apetece".
En el precioso cuento de la mariposa, y de pasada, se deja entrever otro aspecto muy importante, que no es el que se resalta lógicamente, pues persigue la reflexión sobre la utilidad del sufrimiento.
Y me refiero a la ayuda del hombre, motivo éste, a la vista de los resultados que obtiene, para profundizar en un interesante e importante tema: el de ayudar, cuándo ayudar, cómo ayudar o simplemente si es buena la ayuda.
Una de las frases que tras la conclusión expresa la autora, precisamente contradice toda la enseñanza que nos quiere transmitir:
"
Pedi amor... y Dios me dio personas con problemas para ayudarlas".
Y puede pasar como con la mariposa, que no sea adecuada.
Tal vez al pedir amor, sería mejor que Dios nos diera la capacidad de respetar ese sufrimiento tan necesario para los demás. De considerarlo necesario en su proceso, inevitable en su autodescubrimiento, en su vivir en el amor.
Es posible que cuando queremos ayudar a otro con un problema o con un sufrimiento, no queramos evitar más que el malestar que nos produzca ser testigos de ese sufrimiento. O que a pesar de que estemos convencidos que el sufrimiento es necesario, sea sólo una idea y no estemos realmente convencidos que de verdad es necesario. De ser así, probablemente nos lo pensaríamos un poco más, antes de ofrecer la ayuda tan "generosamente", como en el caso del cuento. Y tal vez pudiera suponer algo más de modestia reflexionar si no es su su propio maestro interior su mejor ayuda, sólo que le pone ejercicios difíciles para que progrese.
Si nos piden ayuda, hay que darla. Pero si no, al menos en mi caso, y convencido de que todo es necesario, prefiero quedar en stand-by, a la espera, disponible.
En lugar de enviar luz a otros cada vez que veamos una situación difícil, quizás deberíamos empezar por enviarnos luz a nosotros mismos para que nuestro maestro interior nos haga ver la Verdad que se esconde en dicha situación.
Bueno, es del modo cómo lo veo, tal vez se esté instaurando en mí el convencimiento de que, de verdad, cada uno va por su propio camino, con un destino inevitable hacia El Profundo.
Saludos, Adonis