“Me preocupa la gente que dice que anda buscando la felicidad. Como si la felicidad ya estuviera por allí lista para ser bebida, como una poción mágica que nos cambiará el alma. Como si la felicidad fuera algo definitivo que aguarda al final de toda historia. Las historias que triunfan son las que tienen final feliz, claro, en gran medida porque alimentan nuestra esperanza y necesitamos esperanza para vivir; pero también porque nos reconforta pensar que alcanzaremos esa felicidad prefabricada como una meta, que tendremos nuestro “vivieron felices para siempre” al final de tanto esfuerzo y podremos descansar. La felicidad, como el amor, es una construcción cotidiana. Nadie vive feliz para siempre, nadie que esté vivo puede hacerlo. Nos han vendido la nostalgia del paraíso. La merecida retribución por nuestros esfuerzos, la receta definitiva que nos cerrará los ojos ante el dolor de la vida. Así se hacen las religiones, los libros de auto-superación y las películas de Hollywood.”
— Carlos Arturo García Bonilla