CONDUCTAS AGRESIVAS
La familia constituye el lugar donde los seres humanos aprendemos a relacionarnos con los demás e incluso con uno mismo. La agresividad como conducta en muchos de los casos, corresponde a una característica aprendida desde pequeños en el hogar, ya que las relaciones que se dan y los comportamientos presentados por la familia, ejercen una influencia en su generación y mantenimiento.
Cuando somos pequeños, muchas de las conductas que van a ir conformando una personalidad agresiva, son apoyadas y aplaudidas por los demás, en ocasiones de manera directa y en ocasiones indirecta, con comentarios como “eso es no te dejes”, “tú eres más fuerte”, “si te la hacen que te la paguen”, etc., en esos comentarios el niño va conformando una sensación de placer al obtener la aprobación de los demás, adicionalmente, estas conductas le son validad también como mecanismo de defensa para lo que el niño considera agresión, real o ficticia.
Estos comportamientos se van anidando hasta que los niños crecen con ellas formando parte de su conducta habitual, al llegar la adolescencia y posteriormente al ser adultos, los conflictos por estas conductas se van agudizando y conllevan serios problemas en las relaciones personales, que pueden generar conductas antisociales, alcoholismo, dificultades en la adaptación al trabajo y a la familia, y en una gran mayoría los conflictos se van a presentar al interior de la relación de pareja.
En una mayor proporción son conductas que presentamos lo varones, pero actualmente, sabemos que también las mujeres presentan conductas agresivas, que si bien son un tanto encubiertas, también las son violentas, es como la fábula del lobo disfrazado de oveja.
Las conductas agresivas son un modo de actuar de una persona que nos reflejan su incomodidad, su insatisfacción, y muchos otros sentimientos que en su mayoría son mal canalizados o mal aprendidos, ya que las reacciones ante lo que no les gusta, la mayoría de las ocasiones son desproporcionadas con respecto al problema original, esta desproporción es como ver las cosas en una magnitud demasiado alta como para solucionarlos y la respuesta automática se traduce en un insulto, desprecio, crítica, golpe, amenaza y otras tantas conductas que se catalogan como violencia física, verbal, psicológica, sexual, etc.; todas ellas son conductas que buscan el castigo de la otra u otras personas.
La conducta agresiva se caracteriza por:
• Gritos.
• Molestar a otros integrantes de la familia.
• Mostrarse iracundo o resentido.
• Pleitos.
• Accesos de cólera.
• Dejar de hablarle al otro o los otros.
• Actos de desobediencia ante la autoridad y las normas sociales.
• Amenazas verbales y físicas.
• Daños a cosas materiales.
• Deterioros en la actividad social y académica por episodios de rabias.
• Discusiones con las personas cercanas o de la familia.
• Forzar situaciones económicas.
• Relaciones sexuales forzadas.
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Estas características se presentan frecuentemente, tienen una intensidad cada vez mayor y la duración del malestar va también en crecimiento, es por esto que en muchas ocasiones, nuestra pareja o amigos nos empiezan a parecer personas desconocidas, ya que al principio eran muy diferentes y al paso del tiempo se van agudizando los síntomas de la violencia.
Adicionalmente, si la persona violenta ha tenido malas experiencias, problemas laborales, falta de dinero, etc., considera que su actitud esta justificada por eso y no se da cuenta que muchos de los problemas y fracasos son ocasionados por su actitud.
La personalidad de una persona agresiva siempre presenta los siguientes síntomas o características.
• Altamente impulsivos.
• No consideran sus experiencias para modificar su conducta problema.
• No logran la satisfacción.
• Baja tolerancia a las frustraciones.
• Tienen conductas de agresión sin motivos
• Tienden a aislarse o a refugiarse en conductas nocivas como el alcoholismo, la droga, el tabaquismo, etc.
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Los diversos estudios que se han realizado no dicen que las causas de la agresión son múltiples, y las justificaciones teóricas de esto son principalmente:
• Conductas de origen biológico. Se apoyan en:
1.
2. Una disfunción de los mecanismos inhibitorios del sistema nervioso central
3.
4. El surgimiento de una emocionalidad diferente y
5.
6. Efectos de los andrógenos sobre la conducta de los humanos.
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• Las teorías psicológicas que consideran la existencia de factores innatos en el individuo que lo llevan a presentar una conducta agresiva. Es una búsqueda de placer, es un instinto primario (destrucción o muerte).
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• Las teorías del aprendizaje, que son en las que se desarrolla el concepto de la familia, el origen y desarrollo de la personalidad.
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Numerosas teorías psicológicas plantean que la agresión, es un patrón de respuestas adquiridas en función de determinados estímulos ambientales (familiares) según una variedad de procedimientos; algunos de ellos son:
• La agresión adquirida por condicionamiento clásico por el uso de los premios y castigos para moldear la conducta. Ellis (1986).
• La agresión aprendida socialmente a través de la observación. Bandura (1986)
• La teoría de Aprendizaje de Skiner (1952), que evidencia que la agresión es adquirida por condicionamiento operante.
• Maslow (1964) da a la agresión un origen cultural “es una reacción ante la frustración de las necesidades biológicas o ante la incapacidad de satisfacerlas”.
• Mussen y otros (1990), nos dicen que la agresión es resultado de las prácticas sociales de la familia y que los niños que emiten conductas agresivas, provienen de hogares donde la agresión es exhibida libremente, existe una disciplina inconsistente o un uso errático del castigo.
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Las personas vamos modelando las conductas a partir de dos modelos originales, papá y mamá, o las personas que son las encargadas de la crianza, ya que vamos aprendiendo el rol a través de la observación de las conductas de los padres y llegamos inconscientemente a comportarnos de la misma manera, ya que el niño no tiene en sus primeros años la capacidad de discriminar entre lo que es sano y no sano y adopta la conducta hasta convertirla en algo natural para él.
Esto se llega a convertir en el comportamiento natural, ya que, al relacionarse posteriormente con otras personas, las conductas van a darle una utilidad y si además son alentadas como mencionamos anteriormente, mas naturales le parecerán. Adicionalmente, sobre todo en las épocas de escuela, la convivencias en muchas ocasiones se torna cruel entre los niños y la violencia en muchos casos es usada como un escudo de protección que se usa para la convivencia con los iguales, sin profundizar en el tema, podemos decir que estos son parte de los componentes del sistema que se basa en el machismo, autoritarismo y sexismo predominante del varón sobre la mujer.
Es por esto que la unión de la pareja en muchas ocasiones se convierte en el lugar propicio para la violencia, ya que en el proceso de crecimiento y socialización, los padres ejercen una influencia directa sobre sus hijos a través de su ejemplo, lo cual según el aprendizaje social nos dice que los niños aprenden formas de comportarse en base al comportamiento de sus padres y repitiendo las conductas hasta convertirlas en las conductas naturales para la persona.
Entonces, si la violencia se trae desde la infancia que se debe hacer en el caso de convivir con una persona violenta.
• Lo primero es no enfrentar, ya que eso agudiza los conflictos.
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• No permitir el abuso, ya que eso va a generar la costumbre.
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• Si es grave, denunciar.
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• Si es factible apoyar en la terapia para el violento.
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• No aconsejar en momentos de crisis.
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• Buscar el compromiso de atender el problema en periodos de tranquilidad.
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• Si la tranquilidad ya no existe, ponerse a salvo.
• Estimular la confianza.
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• Tomar en cuenta la recreación como parte de la vida.
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Establecer en el hogar de forma clara y precisa, los deberes y derechos de cada uno de los integrantes de la familia y exponer la responsabilidad de asumir las consecuencias de los actos cometidos.
Este tipo de conductas requieren de un tratamiento serio y profundo, ya que aunado a los factores de personalidad, se suman las maneras estresantes en que ahora vivimos, esto hace que la persona pierda el control y con consejos o lecturas no se le puede ayudar mucho. Así que lo mejor es recurrir a un especialista sobre todo que maneje la Terapia Cognitiva, para que a través de la intervención de los procesos cognitivos (pensamientos) de la persona, se aclaran conceptos, se derroten mitos, se incluyen visualizaciones, programación neurolingüística, hipnosis, etc. Hasta lograr una mejor manera de vivir y convivir con los demás.
Terapeuta. José Jaime Martínez.