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 ¿POR QUÉ NO HAGO LAS COSAS QUE NO HAGO?



Septiembre 23, 2015, 09:25:18 am
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Desconectado Francisco de Sales

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¿POR QUÉ NO HAGO LAS COSAS QUE NO HAGO?
« en: Septiembre 23, 2015, 09:25:18 am »
¿POR QUÉ NO HAGO LAS COSAS QUE NO HAGO?



En mi opinión, sí somos conscientes de algunas cosas que no queremos hacer y no hacemos, porque nos desagradan, porque son peligrosas, no estamos o no nos consideramos capacitados, no nos apetecen, son inalcanzablemente caras, quedan fuera de nuestras posibilidades reales, etc.; pero, en cambio, no sabemos por qué no hacemos otras que sí nos gustaría hacer y que sí podríamos hacer.

Tenemos que descartar, por supuesto, las que no se hacen por imposibilidades físicas o económicas –o sea, cuando nuestras limitaciones físicas o la economía lo imposibilitan-.

No pensemos por tanto en poder volar con la rápida y constante agitación de nuestros brazos o en vivir en el fondo del mar como los peces, ni en llevar una vida de multimillonarios si no lo somos.

Esta es una buena pregunta para empezar: ¿Soy consciente de lo que no hago porque creo que no lo puedo o no lo debo hacer?

Al leer esto, cada persona está pensando en cosas distintas, así que todo lo que viene a continuación, y lo que encuentres por ti mismo, trata de aplicarlo a tu caso particular.

Si no hago cierta cosa que sí quiero hacer pero no hago… ¿Qué me lo impide?

Si las respuestas que encuentro son absolutamente irrebatibles y coherentes, y me demuestran la imposibilidad actual, no puedo hacer otra cosa más que esperar y ver si más adelante cambian las circunstancias y entonces sí es posible, o descartarla definitivamente sin que ello me cree frustración.

No podemos alcanzar todas las cosas que queremos. Hay algunas que se tienen que quedar en los mundos de la fantasía o de la imaginación, porque es el único sitio donde tienen posibilidades de realizarse. Lo que no puede ser, no puede ser. Y comprender esto y aceptarlo puede evitar una vida con frustraciones por ser descabellada en los deseos.

Pero si las respuestas que encuentro a mi pregunta una vez analizadas a la luz de la objetividad son nada más que excusas, son insostenibles como argumentos, son mentiras disfrazadas de verdades, son lo que queremos escuchar aunque no coincida con la realidad y nos estemos autoengañando, entonces es cuando llega el momento de sentarse tranquilamente con uno mismo, y, sincerándose del todo, darse cuenta de lo que ha podido servirnos hasta ahora como razón –hasta que ha salido a la luz su inconsistencia- pero que, a partir de descubrir su irrealidad, ya no podemos o no debemos seguir utilizándolo.

Ya lo he escrito más de una vez: puede que uno no sea del todo responsable en todos los casos de lo que ha hecho sin mala intención o sin saber el resultado que iban a ocasionar –aunque el resultado haya causado daño o dolor-, pero descubrir las consecuencias que pueden provocar ciertas cosas implica que a partir de ese instante ya no se puede eludir la responsabilidad, porque entonces sí que hay alevosía al hacer algo cuyo resultado infausto se conoce previamente.

Lo que pretendo que se considere es que en ocasiones no hacemos cosas que sí podríamos hacer, y que nos provocarían satisfacciones.

En algunos casos es porque no nos consideramos merecedores de disfrutar –y ni siquiera nos planteamos la posibilidad de pensar en ello-, o porque no nos hemos parado a pensar que en este momento sí podemos hacerlas realidad ya que las trabas que antes nos habíamos puesto han desaparecido, o porque no hemos dedicado el tiempo necesario a hacernos la pregunta y a buscar la respuesta que le corresponde.

Si uno está atento puede descubrirse en algún momento de esos en que se le manifiesta una especie de “envidia” porque a uno le gustaría hacer algo que hace otra persona. Es el momento de mirarlo. ¿Me gusta?, Sí. ¿Puedo?

Me encanta la gente que con 70 años se pone a pintar… ¡Con lo que a mí me gustaría pintar! … ¿Y yo?... Si quiero hacerlo… ¿Y yo puedo hacerlo?

Me emociona cuando escucho la labor que hacen los voluntarios en las ONG’s… ¿Y yo?... ¿Puedo hacerlo?

Me gusta andar por la montaña, pasear por la playa, escuchar música “de mis tiempos”, escribir… ¿Por qué no lo hago?

Y, por supuesto, que no se convierta esto en un reproche y en una razón para acusarnos de algo porque no lo estemos haciendo hasta ahora, sino que sea el inicio de activar la opción de ponerse a hacerlo.

Vivir la vida con plenitud –para que más adelante no tengamos motivos de arrepentimiento- requiere una atención vigilante. Requiere una actualización de todo los que nos compone, de todas nuestras actitudes, pensamientos, ideas, reacciones, miedos, ilusiones…  porque todo evoluciona, o todo puede evolucionar, y no estar atento a nuestra propia evolución personal puede privarnos del placer de darle otra orientación u otra intensidad a nuestra vida.

Es mejor no dar nada por supuesto en nuestra vida, nada por inamovible, jamás dar una respuesta por definitiva –la vida da muchas vueltas y nunca se sabe…- es mejor estar atento a mejorar en todos los aspectos, preguntarse y escucharse…

Hay muchas cosas que no hacemos porque no sabemos que queremos hacerlas. Así que conviene hacerse preguntas a menudo. ¿Qué es lo que REALMENTE deseo? Y contemplar si en el momento de la pregunta hay una respuesta viable, factible, o si hay una respuesta que resuene en nuestro interior de un modo agradable, en cuyo caso es conveniente ponerse a la hermosa tarea de hacer realidad los propios sueños.

Si deseamos hacer algo, que ese algo sea viable y factible, y cuidado con las utopías que se vuelven contra uno mismo y crean frustración si no se realizan. Lo que conviene es saber qué hay de cierto en los impedimentos.

Los enemigos e inconvenientes se fortalecen si uno no tiene claro que se merece que le pasen cosas buenas y que puede disfrutar de las cosas plenamente, si uno se ha olvidado de ser un niño capaz de gozar, o si uno no tiene su propio permiso para complacerse –y más de uno se llevaría una sorpresa si supiera cómo le afecta esto si en su infancia oía cosas del estilo de: “A este mundo se viene a sufrir”, “Hay que anteponer el servicio al prójimo por delante de uno mismo”, “Menos jugar y más trabajar”, y otras con similar intención-.

La propuesta final es, lógicamente, averiguar qué es lo que le apetece hacer a uno que no esté haciendo ahora, sopesar las posibilidades reales de hacerlo, desmontar las imposibilidades que no sean ciertas, comprobar si se dispone de los medios para hacerlo, amarse lo suficiente como para hacerlo por uno mismo, y adelante.

Tendrás grandes placeres si te comprometes y lo haces.



Te dejo con tus reflexiones…



Septiembre 24, 2015, 06:55:03 am
Respuesta #1

Desconectado Adriana*

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Re: ¿POR QUÉ NO HAGO LAS COSAS QUE NO HAGO?
« Respuesta #1 en: Septiembre 24, 2015, 06:55:03 am »
Esto es: . . . activar la opción de ponerse a hacerlo. Gracias Francisco.
Somos nosotros mismos los que nos ponemos el palo en la rueda, los que nos cerramos las puertas. No hay más limitaciones que las que nos autoimponemos.

Junio 02, 2017, 06:41:15 am
Respuesta #2

Desconectado Tadeo Rivas

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Re:¿POR QUÉ NO HAGO LAS COSAS QUE NO HAGO?
« Respuesta #2 en: Junio 02, 2017, 06:41:15 am »
Muy buena idea.

 

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