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 LA CRISIS DE LOS 40 Y JUNG - 1ª parte



Marzo 25, 2016, 06:38:16 am
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LA CRISIS DE LOS 40 Y JUNG - 1ª parte
« en: Marzo 25, 2016, 06:38:16 am »
LA CRISIS DE LOS 40
Astrología y psicología junguiana

Por Teresa Kawall

Considerando los ciclos de los planetas tranpersonales que nos afectan entre los 38 y los 43 años, la autora describe los desafíos y la apertura de horizontes que acompañan la tan temida “crisis de los 40”.
INTRODUCCIÓN

Todo lenguaje simbólico nos ayuda a traducir un concepto y encontrar un significado para una experiencia. De la misma forma, la astrología se apropia del símbolo para decodificar los fenómenos que ocurren entre el cielo y la Tierra. La carta natal, siendo una estructura de espacio y tiempo, puede ser vista como una semilla, que ya contiene en sí todo el potencial de vida futura. A través de la observación de los tránsitos y progresiones de los planetas, el mapa puede indicar los ciclos de desarrollo individual; el tiempo en este contexto no es sólo matemático y lineal, sino “cualitativo”.

Este artículo aborda, bajo el prisma astrológico, un período bastante complejo de desarrollo humano que ocurre cerca de los 40 años, frecuentemente llamado como la “crisis de la mitad de la vida”. De acuerdo con astrólogos y psicólogos, este período se caracteriza por una crisis de identidad, en que la falta de sentido va influyendo de diferentes maneras la vida de muchas personas. Los objetivos profesionales, la importancia de la familia y de las relaciones, las creencias y valores religiosos, todo puede quedar temporalmente como inmerso en un vacío existencial.
En la faja de los 40 años, la pérdida de resistencia y de belleza física genera una ansiedad que va minando la autoestima, creando en algunas personas comportamientos compulsivos y hasta patéticos. La sensación de “última oportunidad” o de “necesito recuperar el tiempo perdido” puede tener un efecto positivo para algunos, si se toma como un desafío para adentrarse en una vida más plena y rica. Inadvertidamente, para otros ese proceso puede transformarse en una calesita, donde hay una desestructuración de valores que puede tener consecuencias peligrosas.
Al respecto dice la astróloga Liz Greene:
No debe sorprender que los cambios sincrónicos en la psique del individuo durante la crisis de la mitad de la vida sean tal vez los más importantes que él experimentará.
Y también:
Una vez superadas las fronteras de Saturno, estamos en el reino del inconsciente colectivo -fuente de las imágenes arquetípicas- y de impulsos que no tienen nada que ver con tendencias de la personalidad, más bien muchas veces son contrarios a ellas. [GREENE, Liz. Relacionamentos, ed. Cultrix.]

Hay un ejemplo clásico del empresario exitoso que, al cumplir 41 años, tomó algunas decisiones típicas de esa disconformidad: dejó a su mujer que tenía su edad, compró una moto y dio inicio a una verdadera maratón sexual con mujeres más jóvenes. Resumen de toda esta narcisística intoxicación juvenil: un nuevo casamiento deshecho en apenas ocho meses, un hijo, declive profesional y un inevitable stress con algunas consecuencias desastrosas para su salud.
En verdad, existen varias situaciones posibles en que tanto un hombre o una mujer pueden radicalizar sus actitudes en una búsqueda desenfrenada por la juventud que obviamente no llegará. Tiranizados por los medios y creyendo poder mantener una forma física siempre jovial, acaban por cultivar un mundo de apariencias, en que no miden esfuerzos para obtener resultados, casi siempre, poco convincentes.
Está bien que una pasión arrebatadora es muy deseable, pero no nos salvará de nada ni tampoco de nosotros mismos. Asistir al envejecimiento de la propia generación y adquirir la consciencia de que no se es inmortal se torna un gran desafío, especialmente para aquellos anclados a un tiempo que ya pasó.
En esta fase, estamos impactados por tres fuertes y largos ciclos, que son los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón, que generalmente comienzan a actuar (con variaciones), a partir de los 38 años, extendiéndose hasta los 42/43 años. Estos tránsitos son catalizadores de conflictos, crisis y rupturas que llevan, invariablemente, a grandes transformaciones. Podemos decir que ésta es una época de evaluaciones, en que se mira al pasado teniendo en cuenta al futuro; eso implica una reflexión y una gran valorización del presente. Eso de dejar para después, ya no funciona más. Hay una crisis con el paso del tiempo, y el desconocimiento de uno mismo implica una sensación de perplejidad.
Ciclo de Urano (oposición)
En sentido psicológico, Urano trae una gran inquietud, un tono de alta electrificación que acelera el ritmo de la vida, empujando a la persona hacia lo nuevo. Ese tránsito aparece bajo la forma de explosiones de ideas, insights, proyectos que van a subvertir y quebrar aquellos patrones condicionantes. Es un proceso de oxigenación en el mundo mental, que tonifica el espíritu, obligando a la persona a desatarse de sí misma; hay un poderoso deseo de libertad. En un primer momento, ese ciclo tiene un efecto desintegrador, y la vida parece estar al revés. Los primeros síntomas son: ideales del pasado pierden sentido; los amigos hablan una lengua incompresible; el trabajo se transforma en sinónimo de resignación. A veces, hasta el matrimonio, que antes era un lugar seguro, pasa a ser visto como una prisión de obligaciones sin fin.
Urano nos torna más lúcidos e inquietos; los cuestionamientos explotan: “¿Dónde fueron a parar la magia de las antiguas pasiones y los descubrimientos?” “¿Años de trabajo e dedicación sólo para esto?” “¡Mi vida es un tedio, basta de seguridad!” Frustraciones, amores de juventud y sueños no realizados vienen a nuestro encuentro, pidiendo atención. No quieren justificaciones, quieren espacio y experiencias reales. La alarma toca: ¡atención, vas a crecer!
Se observa, próximo a los 40 años, un creciente cambio de intereses y de propósitos. Muchos hombres vuelven al lado más femenino de su naturaleza, dando más importancia a los sentimientos, a las relaciones íntimas o a la propia familia. Se tornan más receptivos, necesitando de un mayor contacto con su subjetividad, su mundo interior. El éxito social y profesional ya no satisface como antes; evidentemente esa percepción causa una cierta incomodad.
Por otro lado, en esa edad, la mujer cuya identidad estaba, muchas veces, proyectada sólo en la función materna y familiar, proveyendo y educando, comienza a buscar un movimiento contrario al del hombre. Precisa extrovertir sus intereses, ir hacia el mundo, buscar allá afuera otras referencias, una nueva identidad.
No es el peso de 20 años de casamiento lo que torna a las personas infelices, sí lo es entrar en la medianía de edad en una sociedad de culto a la juventud con la falsa expectativa de que los papeles y reglas, los sueños y los ideales que pudieron haber servido para la primera mitad de la vida pueden ser adecuados para la segunda. No lo serán, ni pueden serlo. La segunda mitad de la vida debe tener su propio significado. De otra forma, será poco más que una patética imitación de la primera. [SHEEHY. Passagens, ed. Francisco Alves.]
URANO
El descubrimiento de Urano, en 1781, coincidió con la época de dos grandes cambios políticos en un mismo período, las revoluciones francesas y estadounidense, ambas transmitiendo ideas de igualdad e libertad. Coincide también con el inicio de la Revolución Industrial, que comenzó la era tecnológica del siglo XIX. Surgieron nuevos impulsos que cambiaron la conciencia humana, ampliando posibilidades tanto en el sector social como en el político y científico.
Urano es el primer planeta situado más allá de la órbita de Saturno, quien representa las estructuras definidas y el universo organizado. Urano es la utopía, lo que vendrá; representa progreso, y todas las formas de tecnología que descubren los complejos más misteriosos de la naturaleza. Tiene como función romper las barreras del pasado e innovar, acelerando y desafiando las barreras de las tradiciones. Se le asocia a la ciencia y la tecnología, las conquistas espaciales, la física cuántica, la rapidez y eficiencia de los medios de comunicación, la informática e Internet.

Las crisis uranianas traen la constatación de que ya no somos tan jóvenes como nos gustaría; nos falta disposición física, y es preciso reconocer los límites que el tiempo impone. Si un tipo de trabajo, filosofía de vida o relación personal está bloqueando nuestra evolución personal, habrá circunstancias externas que, de una manera u otra, nos obligarán a cambiar. Eso en el caso que haya una resistencia a los cambios inminentes, pues un hecho es cierto: ellas ocurrirán. Roberto Assagioli, fundador de la Psicosíntesis, lo llamó “colaboración con lo inevitable”, o sea, intentar aprender y usar esos períodos con más creatividad, aceptando tanto la luz como la oscuridad de esos momentos. Es siempre importante dar una expresión creativa a esa incomodidad, pues toda crisis sugiere una oportunidad de crecimiento y, sea en el plano que fueren, es necesario que ocurran rupturas.
Es hora de movilizar los recursos internos disponibles para ese giro. Buscar otro tipo de trabajo o hobby, alimentación, hábitos más saludables, estudiar algo que siempre un quiso y adecuar el tiempo y placer para uno mismo son salidas positivas para atravesar este período.

 

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