SI QUIERES SER MÁS FELIZ, BÚSCATE UN OBJETIVO
Al ser humano le gusta sentir cierto control sobre su vida, sentirse agente activo de su destino, ser el verdadero protagonista de los acontecimientos que se van desenvolviendo a su paso. Eso le hace sentir seguro, tranquilo, y por lo tanto, en armonía y satisfecho. Y eso, puede ser algo muy parecido al concepto de felicidad.
“Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo” esta es la frase con la que Nietzsche pone de manifiesto el papel revelador de las metas.
Proponte algo, tendrás una razón para levantarte y un argumento para sortear los obstáculos que distancien tu yo actual de tu yo ideal. Y al contrario, si no sabes hacia dónde dirigir tu acción, ¿cómo motivarte a actuar?
ViKtor Frankl, psiquiatra, sobreviviente a varios campos de concentración nazis y fundador de la Logoterapia, volvió a hacer referencia a esta frase nietzscheana para remarcar que todos tenemos un propósito en esta vida, y hallarlo es la mejor garantía de bienestar.
Pudo comprobar cómo los supervivientes de los campos de concentración nazis fueron los que pensaban que aún tenían algo pendiente por hacer. Concentrarse en la meta a la que tenían que dirigir sus esfuerzos por sobrevivir, les sirvió para encontrar la manera de hacerlo.
Si encuentras un sentido a tu vida, encuentras tu parcela de felicidad, porque ya sabes hacia dónde te diriges, tus acciones se encaminan hacia ello, y tus emociones se interpretan a través del propósito que te has trazado.
¿Y cómo se hace eso? ¿Cómo encuentro mi objetivo vital? No hay una serie limitada de estrategias para trazar el sentido de tu vida. La lista bien podría ser infinita, ¿por qué no? Ahí van tan sólo unas cuántas maneras de aproximarte a ello:
1. Haz recuento de lo aprendido
Encontrar tu objetivo vital ni es algo mágico, ni te imagines que es una revelación fortuita. Más bien considéralo como un proceso en el que tienen cabida tus experiencias, tu forma de ser, las personas con las que has convivido o entrado en contacto, distintas piezas claves de tu vida que van dejándote un pequeño aprendizaje.
Tu pasado puede darte bastante información, en especial aquello que ya sabes que no te motiva, que no te impulsa a la acción. Echa un vistazo atrás y observa cuáles son las áreas, las personas, las actividades, los lugares y las experiencias de las que más has aprendido.
2. Redescubre lo que te inspira y te hace fluir
¿Conoces el estado de flow o fluir?
¿Sabes esa sensación de estar tan inmerso en una actividad que pierdes la noción del tiempo por completo, y todo lo demás queda relegado a un segundo plano? Estás tan absorto en esa tarea, disfrutándola al cien por cien que el pensamiento, la emoción y la acción fluyen de forma natural. Te implicas de lleno, absolutamente concentrado, rindiendo al máximo, haciendo lo que verdaderamente quieres sin que te suponga esfuerzo.
Fluir es un estado emocional positivo que fue desarrollado por Mihály Csikszentmihalyi, uno de los investigadores más relevantes de la Psicología Positiva. Aparece cuando sales de tu zona de confort y seleccionas tareas que te suponen un reto y desafían tus capacidades, pero no las exceden. Es decir, ni excesivamente fáciles ni demasiado difíciles.
¿Sabes ya que actividades te despiertan ese estado?
3. Encuentra tu valor único, lo que te distingue
Observa lo que suelen admirar los demás en ti, aquello que suelen alabarte o reforzarte, lo que les empuja a relacionarse contigo y salir a tu encuentro.
¿Qué es lo que quieren o necesitan de ti?
¿Qué tienes que ofrecerles?
¿Cómo cambian o se transforman las personas como resultado de lo que tú compartiste con ellos?
4. Selecciona a quién eliges para caminar contigo
Hay personas con las que te relacionas que te vienen impuestas o dadas, pero hay otras a las que eliges conscientemente para compartir, crear, sentir o intercambiar. Son con estas últimas con las que generas vínculos que son gratificantes por sí mismos; y que, de alguna manera, pueden dotar de sentido tus actos.
No es que tengas que vivir por y para alguien, o sí, tú decides; se trata más bien de ver si el hecho de incluir a ciertas personas en tu vida hace que el resto de piezas de tu existencia encajen mucho mejor.
5. Conócete a ti mismo
A veces no encuentras la respuesta porque no te estás haciendo la pregunta adecuada. No tienes que resolver un enigma, ni consultar a grandes maestros, gurús o guías espirituales. Dedica un tiempo semanal a saber más de ti, de la misma manera que lo inviertes en conocer a alguien cuando te sientes atraído por él.
¿Cuáles pueden ser esas preguntas que te ayuden a conocerte? Algunos ejemplos podrían ser:
¿Qué es lo que consideras imprescindible en tu vida?
¿Qué ha supuesto un antes y un después en tus días?
¿Qué parte de ti es la que más te reconforta y satisface? ¿La potencias? ¿La mantienes? ¿La cuidas y desarrollas?
¿Qué estabas haciendo la última vez que te sentiste feliz?
¿Con qué fragmento de un día cualquiera de tu vida te identificas más o te defines?
Te encuentres en la etapa de tu vida que te encuentres, puedes renovar, consolidar o reemplazar tu propósito vital.
¿Sabes cuál es tu objetivo en esta vida? ¿Has descubierto el sentido de tu vida?