EL PERFECCIONISMO. ¿CÓMO ELIMINARLO?
Jennifer Delgado
Si mejoras cada día algo que estás realizando… ¿esperas que finalmente quede perfecto?
¿Es muy importante para ti obtener un resultado impecable?
¿Si puedes desarrollar algo a la perfección te sientes una persona más valiosa?
¿Crees que si algo no queda perfecto no vale la pena iniciarlo?
¿Si terminas en segundo lugar te recriminas constantemente por no haberlo hecho mejor?
Si respondiste afirmativamente al menos a tres de estas preguntas entonces… ¡Bienvenido al Club de los Perfeccionistas! Probablemente formes parte de las filas de esas personas que desean que todo sea perfecto, exacto, inequívoco, impecable. Conozco muchas personas así, incluso debo reconocer que he debido luchar yo misma contra el perfeccionismo obsesivo que no permite continuar en el camino pero poco a poco he aprendido a asumir las tareas desde una perspectiva más relajada.
El perfeccionismo no es cosa de un día, usualmente inicia en la infancia impulsado por cierto tipo de educación demasiado exigente que demanda mucho de nosotros mismos. Una vez echadas sus raíces, el perfeccionismo nos acompaña por un buen tramo de camino en nuestras vidas.
Pero... ¿qué es exactamente el perfeccionismo? Un patrón mental que utilizamos para enfrentar las más disímiles tareas a lo largo de la vida, es una actitud que subyace a nuestros comportamientos y una forma de pensar que determina nuestras decisiones. Dice una amiga pedagoga que los psicólogos somos más propensos a buscar la perfección en cada tarea que emprendemos. ¿Cierto tipo de deformación profesional? Quizás, pero lo cierto es que se debe luchar contra el intento de perfeccionar absolutamente cada detalle, proyecto, idea... ¿Por qué? Sencillamente porque buscar la perfección disminuye la eficacia personal en tanto nos centramos obsesivamente en mejorar detalles cada vez más y más pequeños de nuestra obra o proyecto, demandando una cantidad de tiempo y esfuerzo que no son proporcionales al resultado. El perfeccionismo acarrea su cuota de obsesividad por lo cual en muchas ocasiones los cambios que realizamos en aras de mejorar realmente no son substanciales, es un llover sobre mojado que no aporta nada cualitativamente superior. Pero el perfeccionismo también posee su dosis de inseguridad y de miedo: en muchas ocasiones nos ocultamos detrás de la fachada de la perfección minuciosa para ocultar que tenemos miedo a entregar el proyecto para que otros lo valoren y critiquen, creemos que mientras más tiempo esté en nuestras manos y bajo nuestros ojos tendrá una mejor calidad. Basta recordar que cuatro ojos ven más que dos y dos mentes piensan más que una por lo cual la mejor opción si verdaderamente deseamos perfeccionar un proyecto es ponerlo bajo el escrutinio de los otros. Quienes han hecho una tesis pueden sentirse muy identificados con estas sensaciones e ideas.
Entonces, una vez que estamos convencidos de que la perfección no es necesariamente amiga del éxito solo nos queda una cuestión: ¿Cómo combatirla?
1. Dándonos permiso para ser humanos y actuar como tal; es decir, aceptando que cuando iniciamos cualquier tarea o proyecto podemos cometer errores. Las equivocaciones no disminuyen nuestra valía ni son un impedimento para seguir adelante; son simplemente una fuente de aprendizaje.
2. Aprendiendo a dejar ir los errores. En muchas ocasiones nos torturamos con las equivocaciones que hemos cometido y estas nos transmiten miedo a errar otra vez, nos paralizan en el camino. Una vez que hemos aprendido de los errores cometidos, lo único que debe quedar es el aprendizaje; las equivocaciones pasan a ser pasado remoto.
3. Tomar los ideales como metas que guían en el camino no como resultados rígidos que deben obtenerse a toda costa. Generalmente cuando iniciamos un proyecto tenemos en mente un proyecto anterior más o menos similar que nos sirve como guía pero no podemos esperar que nuestros resultados sean idénticos o que tengan igual impacto.
4. Siendo realistas. Las cosas no son perfectas porque cada persona o grupo social tiene una idea de la perfección diversa; así, lo que para unos puede ser una obra cumbre, para otros puede ser mediocre o incluso pasar desapercibida.
5. Siendo gentiles con nosotros mismos y con nuestra autocrítica. Generalmente las personas que buscan la perfección son sus más acérrimos críticos. Nunca están conformes con sus resultados y se recriminan constantemente por los errores o defectos que podrían haberse subsanado. Sin lugar a dudas toda obra es perfectible pero en el aquí y ahora, con nuestros conocimientos, capacidades y recursos hicimos lo mejor que pudimos. Eso debe bastar.
6. Aprendiendo a autoaceptarnos tal cual somos. Somos especialistas en algo y desconocedores de muchas otras áreas. Tenemos ciertas destrezas mientras que en algunas actividades somos francamente pésimos. No podemos ser medianamente perfectos en todo, a veces ni siquiera en las cosas que verdaderamente cuentan, pero si ponemos todo nuestro empeño de seguro mejoraremos en esas áreas oscuras e importantes. Aprender a aceptar nuestras debilidades es el primer gran paso para crecer como personas y valorar más nuestros resultados.
7. Celebrando los logros, por muy pequeños que sean, con un sentido de orgullo. Felicitarnos por una etapa cumplida nos da nuevas energías para continuar el camino, no importa si aún nos queda mucho por andar, es importante recordarse cuanto hemos avanzado.
Puede que éste no sea un camino directo para eliminar la perfección, incluso puede ser que existan cientos de artículos mejores que brinden soluciones superiores para combatir la perfección pero me siento satisfecha con este granito de conocimiento que les he hecho llegar. Si puede ayudar al menos a una persona, me doy por satisfecha.
Quizás esta deba ser la actitud con la cual debemos emprender algunas tareas en nuestra vida.
Tomado de:
http://www.rinconpsicologia.com/2010/02/el-perfeccionismo-como-eliminarlo.html