CON EL PASO DE LOS AÑOS
En mi opinión, no es el paso de los años lo que hace que uno vaya modificándose y siendo capaz de ver y sentir las cosas de un modo distinto, sino que es el paso de uno mismo por la vida lo que hace que se puedan ver y sentir LAS MISMAS COSAS DE UN MODO DISTINTO.
Acercarse a la madurez –o la vejez, que el límite está indefinido- aporta una visión más serena y más atinada de las cosas.
Uno aprende a relativizar las cosas y se da cuenta de que nada es tan grave como aparenta en el momento en que se produce.
L o que se ha vivido enseña a equilibrarse, a enfadarse menos, a apreciar con más intensidad las cosas, y a acercarse con más soltura y menos miedo al mundo de los sentimientos y al Amor.
Es muy conveniente –pero que muy conveniente- adelantar ese momento de llegar a darse cuenta de todo eso, para poder disfrutarlo desde ahora y sin necesidad de tener que padecer ese momento en que uno comienza a arrepentirse –y con razón- de todo aquello que no ha hecho, y de lo que hizo de un modo que se podía haber mejorado.
Para VIVIR la VIDA adecuadamente son convenientes y necesarias las reflexiones imparciales, la observación atenta de las cosas, la aceptación sin condiciones de lo que suceda –aunque queda la opción de estar en desacuerdo-, la rendición sin dolor ante las guerras fratricidas -que es innecesario y contraproducente emprenderlas-, la desdramatización de las cosas y los asuntos, el distanciamiento de los problemas para tener una visión globalizada y ecuánime de ellos, y deshacerse del censor y del inquisidor que en todos habitan.
Uno se va a ir de esta vida en algún momento y conviene no dejarla regada de estragos, y conviene vivir del modo más relajado posible y más cercano a la paz, y es evidente que eso no se consigue haciendo de cada suceso un drama y de cada inconveniente una tragedia.
Uno se va a llevar de aquí solamente lo que haya sentido a lo largo de su vida, porque es evidente que va a afectar de algún modo a nuestra alma y a nuestra conciencia, que son Dios, y uno va a vivir con mayor o menor tranquilidad en función de cuántos revuelos y cuántas hostilidades le atenacen por dentro, así que es beneficioso no permitir que los problemas nos descentren, y ser capaces de verlos como acontecimientos –a veces inevitables- con los que hay que convivir pero sin permitir que se conviertan en el centro de nuestra existencia, que se endiosen y acaparen nuestra atención, que sean ellos –y no nosotros- quienes marquen el estado de ánimo y de satisfacción con la vida. Con nuestra vida.
Con el paso de los años –con el paso de cada uno por los años-, se ha de aprender a desidentificarse de lo que no nos agrada, a no hacerlo propio y no dramatizarlo sino verlo como realmente son: momentos circunstanciales ajenos al Uno Mismo; son asuntos del personaje que estamos representando y es necesario que se queden así, ahí, en ese plano tan terrenal y efímero que no ha de acceder a la esencia espiritual que somos.
“La paz es la ausencia de conflictos”, dicen algunos. Y si es así, esta frase sugiere el alejamiento y la evitación, pero no de los “conflictos” en sí –que a veces son inevitables- sino del estado disfuncional que nos provocan, de la alteración desproporcionada por magnificar innecesariamente la realidad, sea ésta cual sea.
Conviene -lo antes posible- tener claros los conceptos que marcan nuestra forma de entender la vida, lo que son nuestros preceptos de vida, que son los que nos van a hacer ver y sentir las cosas de un modo agradable o desagradable, sufriendo o sin sufrir, en conflicto o en paz.
Este es un asunto primordial, un asunto que requiere dedicación y clarividencia, porque comprender y discernir claramente las cosas, con perspicacia, nos va a evitar grandes pérdidas de tiempo –que es vida- y, sobre todo, una calidad de vida más placentera y exenta de muchos de estos sufrimientos que nos proporcionamos –inconscientemente- nosotros mismos.
Es muy recomendable que aprendas urgentemente a desdramatizar la vida, que no es ponzoñosa y agresiva, sino que es como es, pero acaba siendo tal como nosotros la queramos calificar.
Y eso de desdramatizarla es una buena y productiva tarea.
Te dejo con tus reflexiones…