UNO VALE POR LO QUE ES Y NO POR LO QUE TIENE
En mi opinión, cuando una persona no sabe claramente quién es, y por lo tanto no es consciente de su valía personal, de su fortaleza y carácter, o de su Ser, tiene que basar su necesidad de auto-reconocimiento en los logros materiales o sociales alcanzados a lo largo de su vida, para que el balance sea positivo de algún modo, o por lo menos lo suficientemente positivo como para que merezca algo más que un aprobado y la justificación de que su vida merece la pena.
Entonces es cuando uno recurre a “lo que tiene”.
Si uno no sabe quién es de verdad cuando se queda desnudo, cuando no lleva puestos encima sus logros sociales, cualquiera de sus efímeros éxitos, los títulos o reconocimientos externos, las posesiones que le representan ante los demás, el reconocimiento, o la imagen que trata de ser, entonces uno corre el peligro de no saber que lo que importa es lo que uno es y lo que uno siente, lo que va por dentro, lo que no necesita halagos ni reconocimientos, la esencia que no se disloca con los aconteceres externos, ese Ser que no necesita aparentar ante los otros ni tiene que demostrar o impresionar.
Uno es, de verdad, el que se queda a solas cuando los otros y lo demás desaparecen, aquel a quien el mundo no le influencia ni le descontrola, lo que queda cuando se despoja de sus apegos y de las distracciones de la vida que se vive de cara al exterior, y es ese Ser que no necesita aparentar, sino solamente SER ÉL MISMO.
Ese es cada uno. EL UNO MISMO.
¿Quién soy?
La persistente pregunta incómoda.
La pregunta a la que pueden contestar millones de respuestas falsas y sólo una auténtica.
El que UNO ES no necesita de la justificación de lo que tiene o los objetivos sociales que ha logrado, porque estos asuntos sólo le interesan al ego -ese presuntuoso “okupa” que nos habita-, a ese que suplanta con su nombre a la esencia que somos confundiendo el cuerpo con el SER.
¿Quién soy?, es una pregunta a la que no se puede acallar dando un nombre y unos apellidos, una profesión o unas posesiones, porque eso se refiere a quien uno está siendo como persona física, como cuerpo, y eso es solamente la apariencia corporal de quienes realmente somos: lo trascendente, lo místico, lo profundo, lo divino.
“¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” (Marcos 8.36)
¿De qué le sirve a una persona ser alguien en el mundo, poseer algo, creer ser algo material, si pierde su esencia, si no llegar a desarrollarse?
Está bien tener cosas –siempre que se consigan de un modo honrado- porque eso hace la vida más cómoda y placentera, pero el objetivo real, el Sentido de la Vida, está relacionado con realizarse, con hacerse realidad, con llegar a ser aquel que solamente uno puede llegar a ser.
Porque cuando uno es él mismo pierden ese aire de importantes que aparentan las cosas de este mundo, las cosas perecederas, las cosas cuya valía es medible con los métodos de medir cosas materiales.
Nuestra aspiración interna –que puede ser compatible con las aspiraciones externas, pero nunca ha de ser menos importante- está relacionada con algo intangible, con algo indefinible, con algo que ha de ser experimentado para saber de qué se trata, algo que pertenece más al mundo de los sentimientos y de las satisfacciones secretas y calladas en el interior, en el alma.
Vivir esta vida y en esta Tierra exige la convivencia confraternada de dos mundos que aparentan ser opuestos pero que pueden llegar a vivir en armonía y han de hacerlo: uno que nos exige atención a esta Tierra y a procurarnos los elementos necesarios de subsistencia y vida en ella, y otro mundo de interiorización y autoconocimiento, de desarrollo espiritual o del corazón, de reconexión con el Ser para formar la unidad que estar en este Mundo nos exige, en la cual no podemos disociarnos de las necesidades del cuerpo pero tampoco hemos de aplazar ni olvidar las necesidades del alma.
Uno es lo que ES, no lo que tiene, no lo que alcance ni lo que logre. Estas son cosas que se quedarán en la Tierra junto con el cuerpo.
El alma partirá de cualquier modo: con lo que haya podido integrar en este paso por esta vida o con las alforjas tal como las trajo. Y esto último sería triste.
Te dejo con tus reflexiones…