EL CAMINO DE LA VIDA
En mi opinión, este Camino de la Vida que todos hemos de recorrer comienza en la línea de salida que es el nacimiento, y llega a su meta –y todos acabamos llegando a la meta- cuando sucede la muerte del cuerpo físico.
En medio de ambos extremos, durante ese Camino, cada persona va a comportarse de un modo distinto y va a hacerlo según sus intereses o circunstancias. Jamás dos vidas se repiten.
El inconveniente principal de este Camino es que nadie nos prepara para hacerlo, nadie nos da instrucciones precisas, y los consejos que nos dan no siempre son acertados. Más bien son confusos y liantes.
Andar por la vida con tan pocos conocimientos nos condena a tener un error tras otro, traspiés, tropezones, desorientaciones, extravíos, distracciones y descuidos, fracasos, sensaciones de inutilidad e impotencia, muchas dudas y preguntas –y sin tener alguien que las responda con claridad-, y, mientras, los pasos se van dando aunque no seamos conscientes de ellos. Cada vez estamos más cerca de la meta y con la desagradable sensación de no saber por qué uno está aquí, cuál es el auténtico sentido, la verdad, lo que habría que hacer, o lo que no somos capaces de ver con claridad.
El Camino de la Vida, visto de un modo objetivo -y sin tener en cuenta las maravillas, que también las tiene-, es un Camino de frustraciones y desengaños, de resbalones y topetazos, y mientras uno sigue más o menos distraído con eso de tener que vivir continuamente, y tener que resolver los problemas que se van presentando, no le da tanta importancia al trasfondo auténtico que hay tras este respirar y estar aquí.
Es en los momentos de trascendencia y verdad cuando uno se da cuenta de lo perdido que está, de lo poco que sabe del mundo y del destino, de su sentido de la vida, de que va a llegar la meta y todo está sin resolver, y a esto se le añade la desilusión de que para cuando se dé cuenta –si es que algún día se da cuenta- tal vez sea demasiado tarde para tomar decisiones y resolver cosas. Será irremediablemente tarde para volver atrás en el Camino y rehacerlo de otro modo más acertado y satisfactorio.
No es lo correcto este aplazar continuamente las cosas que realmente son importantes.
Ya sabemos que no es fácil ni agradable manejarse con los asuntos que se nos hacen complicados, y por eso triunfa continuamente el distraerse con otra cosa y aplazar esto hasta no se sabe cuándo, porque el vacío de respuestas ante la magnitud de las preguntas es amplio y desgarrador, y porque uno no quiere enfrentarse al reconocimiento de su propia incapacidad e ignorancia para llevar del modo adecuado los asuntos primordiales de la vida.
A pesar de todos los inconvenientes, es necesario seguir adelante dando los pasos con consciencia, siendo más reflexivos y entendiendo alguno de ellos, no cejando ni por un instante –a pesar de los pocos resultados- en el empeño de querer hacerlo bien, de querer aprender, de querer saber exactamente qué es esto de la vida, el por qué de estar en el mundo y vivo, y hay que despertarse cada día con el propósito renovado de que sea el principio de un modo nuevo de estar y vivir.
No doy soluciones. Cada uno de buscar las suyas. Ya hay demasiada información, y si no hay información hay intuición, hay ganas y voluntad, hay un Ser o un Sabio Interior al que se puede recurrir; para otros es la fe o la oración quienes les pueden aportar claridad –aunque yo soy más de “A Dios rogando y con el mazo dando”-.
En realidad, creo que si uno mantiene firme su voluntad de mejoramiento personal, el deseo de ir perfeccionándose todo lo posible, las ganas de contactar con quien realmente es, y desarrolla sus cualidades y virtudes, la suma de todo ello le alfombran un poco el Camino.
No hay que dejarlo nunca: esa es la actitud.
A pesar de los desencantos, de los momentos en que entran ganas de rendirse por no saber, hay que seguir.
Te sugiero que te pares ahora y escuches las impresiones y respuestas que te están llegando de tu interior.
Te dejo con tus reflexiones…