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 LA MENTE Y DIOS.



Junio 01, 2017, 07:04:10 am
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Desconectado Francisco de Sales

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LA MENTE Y DIOS.
« en: Junio 01, 2017, 07:04:10 am »
LA MENTE Y DIOS.


En mi opinión, gran parte de la culpa de que muchas personas no sepan entender a Dios, o no sean capaces de creer en Él como sí creen los que tienen fe, se debe al hecho de pretender llegar a su conocimiento o clarividencia a través de la mente.

Ya se ha repetido en numerosas ocasiones que la mente y el corazón hablan idiomas distintos, y que es imposible que lleguen a entenderse entre ellos porque no hay traductor posible o intermediario que haga comprender a uno las razones del otro.

Con la mente y la fe pasa lo mismo; con la mente y Dios, igual: es imposible conciliar sus posturas. La mente sirve para muchas cosas, pero no para entender a Dios.

La mente, por lo general, tiene una programación especulativa de lo que es Dios, unos conceptos inculcados, unos pre-juicios, y todo lo que se salga del patrón donde lo tiene etiquetado ya no le encaja.

Así que cuando alguien dice que para él Dios es la naturaleza, o que se le ve en un amanecer, que se presenta como una emoción, o que no tiene ni necesita explicación o definición, a la mente estricta, incapaz de salir de su propia cuadratura, le resulta imposible de entender y aceptar.

Es por eso que esas personas tienen dificultad para encontrar a Dios: le buscan del modo equivocado y en el sitio donde no está.

Todos hemos oído decir en alguna ocasión que en muchas circunstancias es mejor dejar de luchar contra la corriente, es mejor no oponerse, es mejor confiar, y este es uno de esos casos: es mejor conformarse con un sentimiento al que no hay que darles razones, porque no las pide, y es preferible quedarse con esa convicción que es innata –o aprendida de alguna experiencia transpersonal o de otro modo similar- que hace sentir que hay algo superior, algo que no necesita tener un nombre ni un cuerpo ni una identidad, sino que se queda –y muy a gusto- en el mundo de lo indefinible, de lo que se siente o se sabe o se intuye o se vive sin más.

La fe –incluso fuera de la religión o del cristianismo- es “la confianza en alguien o en algo”, y es también “la seguridad en que algo es cierto”. Cuando ese alguien, o algo, es invisible, indefinible, indemostrable, todo se convierte en un cúmulo de argumentos que usa la mente racional para no aceptarlo.

De ahí nace la dificultad para creer en Dios de las personas que son mentales, que necesitan una explicación irrefutable y una demostración empírica, que tienen que verle y tocarle y aún así posiblemente seguirían dudando.

La otra dificultad es deshacerse de lo que a cada uno le han inculcado con respecto a Dios, lo que le han dicho los curas o las monjas, lo que ha oído contar, porque hay muchas personas que no aceptan el Dios de la iglesia cristiana, pero en cambio admiten un Dios que no tenga que nada ver con la religión, un Dios que sea la Naturaleza, o un Dios que es el Orden, y no necesariamente el que nos dice cualquiera de las religiones.

Es un tema delicado.

Afortunados los que no sufren ningún conflicto en este asunto y sea cual sea su postura la tienen clara, porque eso les evita muchos desencuentros, muchas dudas sin solución, muchos cargos de conciencia, el despertar de muchos miedos que se mantienen latentes, las propias contradicciones…

Se supone que Dios, y la relación con Él, debiera ser un asunto sencillo, directo, en el que no intervinieran la mente, ni los prejuicios, ni las dudas, ni los miedos, ni las opiniones opuestas.

Ya de por sí -y a nivel histórico y mundial- Dios y las religiones han causado demasiados muertos y confrontaciones como para que uno mismo, consigo mismo, tenga que padecer por el mismo motivo.
Para quien tiene una fe tambaleante, puede acercarse a Dios, como primer paso, a través del agnosticismo, que es una “actitud filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia”. “El agnóstico no afirma la existencia o inexistencia de Dios, o dioses, no tiene certezas para creer, pero al mismo tiempo considera que se trata de una cuestión que la capacidad humana no puede resolver, o sea que es inherentemente incognoscible”.

En este momento estoy de acuerdo con esa sugerencia que propone -a quien padece alguna crisis en lo relacionado con Dios- que mejor que ponerse a buscarle desesperadamente, con ideas embrolladas, y ajustado a un molde de prejuicios, es preferible dejarse encontrar por Dios.

Dejar la mente en blanco y los sentimientos abiertos y receptivos, no oponerse a recibirle… y esperar.

Te dejo con tus reflexiones…
« Última modificación: Mayo 25, 2024, 10:36:53 am por Francisco de Sales »

 

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