TODO ES PROVISIONAL
En mi opinión, una de las cosas que afectan a la estabilidad emocional, y a la vida en general, es el hecho de no aceptar la provisionalidad de las cosas, o la finitud de las cosas, o que sean cíclicas y por tanto tengan un principio y también un final.
En muchas ocasiones permitimos que las cosas desagradables que nos van sucediendo tomen un protagonismo excesivo y acaben convirtiéndose en una losa que sepulta el resto de asuntos –los que están bien-, y lo tiña todo de un luto trágico y pesimista que espanta cualquier atisbo de confianza.
Lo repito incansablemente: Hay que desdramatizar la vida.
Todo es provisional.
Todo empieza y todo acaba.
Para todo hay una primera y una última vez.
Y aceptarlo así, tan natural como es, nos evitaría muchos desatinos y desconciertos, mucho sufrimiento innecesario, mucha amargura inútil.
Todos hemos vivido momentos que nos han parecido insufribles, interminables, que aparentaban ser el fin del mundo, y todos hemos comprobado –una vez que ha pasado un tiempo- que no eran tan graves como los vivimos, que no tenían tanta importancia, que nos desquiciaron innecesariamente, y que aquella ofuscación con que los afrontamos fue, precisamente, la que nos los hizo vivir de un modo innatural.
Hay un cuentecito muy reflexivo que dice, resumiendo mucho, que había un Rey muy preocupado por su inestabilidad y sus hundimientos emocionales cada vez que le ocurría un acontecimiento desagradable en su vida. Pidió que algún sabio le aportara una solución para cuando se encontrara en uno de esos momentos de abatimiento o depresión, y apareció uno que le dio dos papeles doblados, con un texto escrito, y le dijo que llevara uno de ellos en el bolsillo derecho y el otro en el bolsillo izquierdo. Le dijo que cuando las cosas le fueran mal, leyera el del bolsillo izquierdo, y cuando fueran bien, leyera el del bolsillo derecho. Cuando se encontró en la primera situación desagradable, más bien grave, leyó el papel correspondiente y ponía: “Esto pasará”. Le tranquilizó mucho darse cuenta de ello. Afrontó la situación de otro modo distinto a como lo hacía habitualmente, y el hecho de ser consciente de la finitud de la situación que estaba atravesando le hizo relajarse y verlo desde otra perspectiva. “Esto pasará”. Más adelante se encontró en un momento muy agradable, satisfactorio, feliz, y se acordó de que tenía que sacar el otro papel. Lo leyó. Ponía: “Esto pasará”.
Si somos plenamente conscientes de esto, nos tranquilizaremos cuando estemos mal porque esta nueva actitud nos permitirá salir pronto de ese pesimismo que se nos instala en los malos momentos, los veremos con objetividad, y cuando estemos bien nos servirá para darnos cuenta de que también se va a terminar eso que es bueno y nos gusta, así que lo viviremos con más intensidad, apreciándolo en su plenitud al ser conscientes de su finitud y de su posible irrepetibilidad.
Aprendamos a vivir con la provisionalidad, que nos incita a vivir el momento con plenitud cuando es bueno y con desafecto cuando no nos agrada.
Todo pasa, y que eso no cree desazón.
Todo se termina algún día, y eso es y será así nos guste o no. Oponerse a ello, o enojarse por ello, es una actitud infantil, una pataleta que no hará que cambien las cosas.
Lo único que puede cambiar es la actitud de cada uno ante esta indiscutible realidad.
Desdramatizar y Preservarse son la clave.
Te dejo con tus reflexiones…