NO ME INTERESA LO QUE PIENSAS
Los pensamientos son etéreos y variables.
Se dejan influenciar.
Pueden cambiar de un día para otro.
Tienen solamente la fuerza del momento en que son pensados, y tienen que luchar contra muchos otros pensamientos que tienes en la mente para poder imponerse.
No me importa lo que eres capaz de recitar de memoria. Eso lo puede hacer hasta un loro.
SÍ ME IMPORTA LO QUE SABES
Porque es tu verdad, y en tu verdad eres tú mismo y no la copia de otro.
Me interesa lo que sientes, porque el sentimiento es tuyo, propio, elaborado con todo lo que has experimentado a lo largo de tu vida, con todos tus sufrimientos y cuantas lecciones de aprendizaje has pagado tan caras.
Me gusta cuando dices “lo que yo siento es…” o “lo que yo sé es…” porque te atreves a expresarlo. Porque es tuyo, y no te acomodas en esa costumbre de citar a los supuestamente sabios o inteligentes que, evidentemente, no son tú, ni están en tu situación, ni con tus circunstancias.
Me gusta cuando te atreves a firmar una de esas discretas frases célebres que llevan tu firma.
Me encanta cuando en una conversación o un pensamiento descubres, de tu propia cosecha, una idea valiente, una afirmación rotunda, o una opinión atinada.
Considero que cada persona tiene que fundar su propia filosofía, afianzar su propia escala de valores, marcar sus objetivos y su ritmo, independizarse de la tradición y lo prestado, moverse en su nivel y aspirar al siguiente.
Todos somos sabios. Pequeños, desconocidos, recién nacidos, ligeramente torpes, lentos, filósofos de taberna, poco más que aficionados, párvulos, o de andar por casa, pero sabios a fin de cuentas.
Y a eso deberíamos aspirar: a ser nosotros mismos, tener nuestros propios criterios, respetar nuestros principios, y volar con nuestras alas.