AUTOESTIMA Y EGO: 7 DIFERENCIAS
Es posible que algunas personas aún crean que los conceptos de autoestima y ego son sinónimos. Algo totalmente comprensible si tenemos en cuenta que desde bien pequeños nos enseñan a mirar por lo demás antes que por nosotros mismos. Incluso en la edad adulta, velar por uno mismo puede ser tildado de egocentrismo y egoísmo.
Pero, ¿qué ocurre cuando confundimos la autoestima con el ego? Que anteponemos las necesidades de los demás a las nuestras, que buscamos la aprobación externa y que nos sentimos culpables cuando deseamos decir “no”, pero nos vemos obligados a decir “sí” para no quedar como egoístas.
Ahora bien, la gran consecuencia de esta confusión es la desconexión con nuestras necesidades, ya que olvidamos escucharnos y por ende, valorarnos como es debido. Por todo esto, hoy vamos a ver 7 diferencias entre autoestima y ego.
1. La admiración por uno mismo
Una persona con un gran ego tiene una admiración excesiva por sí misma. Tanto es así que desarrolla rasgos narcisistas y observa el mundo desde una óptica distorsionada. El gran problema de este tipo de personas es que se creen superior a los demás, es decir consideran que son perfectas y que todo lo que hacen también.
Sin embargo, una persona con alta autoestima aunque se valora, lo hace siempre desde una óptica realista. Así, es consciente de sus virtudes pero también de sus defectos y no intenta camuflarlos para aparentar ser lo que no es. Al contrario, los acepta y si alguno le produce problemas o dificultades trata de encontrar una solución.
No es negativo admirarse, quererse, decirse cosas positivas. No obstante, creernos perfectos sí. Todas las personas tenemos defectos y el hecho de reconocerlos nos ayuda a mejorarlos. Fingir que no los tenemos no nos hace bien.
2. Preocuparse por uno mismo y por los demás
La diferencia entre autoestima y ego puede verse muy clara en este segundo punto. Alguien con ego siempre se preocupará por sí mismo, pero nunca por los demás. Necesita ser el centro de atención, captar todas las miradas. Y si esto no ocurre, si se siente ignorado, una de sus reacciones es el enfado.
En cambio, una persona con autoestima se preocupa por sí misma, pero también por lo demás. Por eso, a diferencia de alguien con ego, sabe escuchar y no busca ser el centro de atención. Una persona con autoestima sabe muy bien lo que significa la empatía y tiene relaciones mucho más enriquecedoras.
“Recortas y moldeas tu pelo pero casi siempre olvidas recortar y moldear al ego”.
-Albert Einstein-
3. Ver más allá de las propias creencias
Cuando tratamos con una persona que tiene un gran ego, lo primero que percibiremos es que no es capaz de ver más allá de sus creencias. Resultará imposible esperar que las cuestione o que reflexione sobre ellas. Cree que su visión es la única verdadera y eso le genera muchos conflictos con los demás.
Sin embargo, una persona con alta autoestima es capaz de mirar más allá de su punto de vista. Sabe que su visión no es la única y comprende que otras personas tengan perspectivas diferentes, incluso puede llegar a interesarse por ellas. El hecho de saber escuchar, de ponerse en la piel del otro y de poder adquirir una nueva perspectiva de una situación provoca que las relaciones que tiene sean sanas y provechosas.
Como vemos, una clara diferencia entre autoestima y ego es que la persona con ego nunca puede empatizar o ponerse en la piel de los demás. Para ello es necesario tener una autoestima fuerte y sana. De hecho, alguien con ego en realidad no se quiere ni se respeta. Solamente tapa y oculta aquello que no le interesa. Por eso le resulta tan complicado ver más allá.
4. La dificultad para aceptar las críticas
Una persona con grandes dosis de ego no soportará recibir ni una sola crítica que atente contra la imagen exagerada y distorsionada que tiene de sí misma. Como ha ocultado sus defectos bajo esa máscara de grandiosidad, cualquier señal que indique revelarlos provocará que se ponga a la defensiva, se enfade y culpe a los demás.
En cambio, quien goza de una autoestima sana será capaz de reconocer sus defectos y de recibir críticas que le ayuden a mejorar. Esto último no se lo tomará como algo negativo, sino que incluso lo agradecerá. Ahora bien, siempre y cuando sean críticas constructivas.
“Se madura y evoluciona cuando se hace autocrítica y se acepta la crítica constructiva”.
-Jorge González Moore-
5. Esperar recibir algo a cambio
Hemos visto que una persona con mucho ego siempre piensa en ella misma. Por eso, si alguna vez busca la ayuda de los demás o se acerca a ellos manifestando algún tipo de interés es porque hay algo que le puede beneficiar. Si no va a sacar nada positivo, la persona con ego no contará con los demás.
No actúa de esta manera alguien con una sana autoestima. Pues no utiliza a los demás para lograr sus fines, sino que gracias a los demás sabe que puede crecer. Alguien con autoestima nunca se mueve por interés.
Las personas con una buena autoestima son generosas y no piensan en su beneficio en las relaciones que mantienen con los demás.
6. La jerarquía entre las personas
Otra de las grandes diferencias entre autoestima y ego es que quien tiene ego piensa que está por encima de los demás. Esto puede pensarlo ya sea porque considera que es superior en fuerza, en inteligencia o en belleza, entre otras cosas. Además, cree que el mundo gira a su alrededor.
Sin embargo, una persona con buena autoestima sabe que ninguna persona es superior a otra, tan solo que son diferentes. Por eso, no suelen realizar comparaciones.
“No te compares con nadie, ten la cabeza bien alta y recuerda: no eres ni mejor ni peor, simplemente eres tú y eso nadie lo puede superar”.
-Anónimo-
7. Para dar primero hay que darnos
La última de las diferencias entre autoestima y ego que vamos a tratar hace referencia a esa creencia de cubrir primero las necesidades de los demás. No obstante, no podemos dar aquello que nosotros no tenemos.
Así, quien tiene grandes dosis de ego no puede amar sanamente y tampoco puede cubrir las necesidades ajenas si antes no ha cubierto las suyas. Por eso, su vida transcurre tras constantes intentos de aparentar, camuflar, creerse el mejor…
Esto no ocurre con aquellas personas que tienen una sana autoestima. Ellas se respetan a sí mismas, se aceptan, se valoran y se aman. Por eso, son capaces de tener relaciones muy enriquecedoras. No son egoístas, están aprendiendo aquello que necesitan para después brindárselo a los demás.
Todos, en alguna ocasión, hemos caído en las garras del ego. Identificarlo en lugar de negarlo y mirarlo de frente nos permitirá darnos cuenta de que quizás esconde problemas de autoestima.
¿No nos creemos suficientes? ¿Qué es lo que nos hace sentirnos inseguros? ¿Por qué queremos que los demás nos presten atención? Reflexionemos. No se puede tener ego y alta autoestima a la vez.
Raquel Lemos Rodríguez