CÓMO RELACIONARTE BIEN CONTIGO
En mi opinión, eso de convivir consigo mismo –que es algo que llevamos haciendo desde que nacimos y lo haremos hasta el final- y además convivir bien, es algo que generalmente nos crea muchas dificultades.
Pecamos de un exceso de auto-exigencia y carecemos de más tolerancia y comprensión.
Esta relación nuestra se basa en una pretensión de auto-perfección que no siempre es posible, porque no todo lo que sucede en nuestra vida depende de nosotros y por lo tanto no lo podemos controlar y, además, porque somos humanos y no somos perfectos.
De esa intolerancia hacia lo que en nosotros nos parece incorrecto, insuficiente, o reprochable, nacen la disconformidad, el reproche, la insatisfacción y hasta la enemistad, y es un error, porque la relación con uno mismo ha de estar presidida, siempre, por el amor propio: el amor a sí mismo.
También son necesarios otros elementos: la paciencia, por ejemplo. Nos “equivocamos” una y otra vez, incluso en las mismas cosas, pero a pesar de ello, y de la desesperación que eso nos provoca, hay que seguir y hay que seguir sin que ello deje un poso negro… y hay que seguir con energías renovadas cada vez.
“Vivir es conciliar contradicciones”, se dice, y todos nosotros –cualquiera de nosotros- somos un buen ejemplo de contradicciones, de modificaciones continuas en algunas ideas, de firmezas que se tambalean, de puntos de vista que no permanecen estables…así somos.
Y mejorar esto, y acercarnos a la perfección, es una brillante y admirable idea que se ha de mantener firme, y que a pesar de los altibajos y de las contradicciones ha de sobrevivir a cualquiera de nuestros estados alterables, porque el propósito está por encima de las circunstancias.
Cada vez que surge una disconformidad con cualquier aspecto o hecho propio se requiere de una reconciliación.
Permanecer en el alejamiento, en la relación fría, apática, desalmada, tiznada de un cierto odio, es lo más contraproducente que podemos hacer. Es de una agresividad espeluznante. Es un atentado casi imperdonable.
Conviene firmar un pacto que contemple claramente la no agresividad, la perseverancia, la paciencia, el respeto, el cuidado, el trato amable y exquisito, porque uno sólo se tiene a sí mismo, y porque ya ha quedado firmemente demostrado a lo largo de la vida que se consigue más con el amor que con el desprecio.
Sólo por egoísmo, aunque sólo sea por eso, por interés propio, conviene relacionarse bien con uno mismo.
Mantenerse en una relación de enemistad, o nula, es una auténtica agresividad cruel, un castigo mal orientado y mal aplicado, y una inutilidad desde el punto de vista de la búsqueda de la buena avenencia, convivencia… y conveniencia.
“Soy lo único que tengo”. Esta es una buena frase sobre la que fundar los planes de restablecimiento de una buena armonía.
“Sólo me tengo a mí, dependo de mí”. Asumir esto en el fondo, donde está instalada también nuestra auto-exigencia, donde gobierna nuestra rigurosidad, es un buen punto de partida para reconducir la relación que esté deteriorada.
Y está muy bien que para fortalecer nuestra relación recurramos al amor, la comprensión, la paciencia, el respeto, el cuidado, fortalecer la autoestima…
No hay que olvidar que somos nuestro bien más preciado.
Tratémonos como nos merecemos.
Te dejo con tus reflexiones…