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 ESTRATEGIAS PARA ENTRENAR TU RESILIENCIA



Junio 10, 2019, 06:56:04 am
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ESTRATEGIAS PARA ENTRENAR TU RESILIENCIA
« en: Junio 10, 2019, 06:56:04 am »
ESTRATEGIAS PARA ENTRENAR TU RESILIENCIA

Cuando un atleta afronta una prueba de larga duración como una Maratón, un triatlón, o una prueba de resistencia, sabe que llegarán momentos de fatiga, dolor, dudas, miedos. Momentos que son parte de la esencia de la prueba y que a veces se apoderan de nosotros, nos bloquean y no nos dejan avanzar. Y la vida está llena de estos momentos que resulta, también son parte de su esencia.
La fatiga, el dolor, las dudas o el miedo pueden ser nuestros grandes aliados si los afrontamos de forma positiva, si tenemos un recurso preparado y entrenado para hacerles frente, para estimular nuestra valentía. Y sobre todo para crecer como personas.
El que sucedan estos momentos duros es algo que no podemos controlar, son situaciones que van con la competición, o con la vida. Lo que sí podemos controlar y entrenar, es nuestra habilidad para afrontarlos y además salir fortalecidos.
Aquí van algunos consejos para entrenar tu resiliencia y avanzar en el camino de crecer como persona.

1.- Ten presente el recurso que te funciona para los momentos difíciles. Recurre a él ante cualquier situación que te incomode, que te suponga sensación de daño, pérdida, amenaza, de mayor o menor magnitud e impacto emocional. Aquí tu calibras y actúas. (Ver artículo anterior Cómo descubrir tu resiliencia)

2.- Recurre a tu creencia potenciadora sobre la adversidad y actúa cada día de manera coherente con ella. (Ver artículo anterior Cómo descubrir tu resiliencia). Revisa tu nivel de coherencia diario con esta creencia.

3.- Anota el tiempo que cada día dedicas a hacer lo que te hace sentir bien, es una manera de generar auto estima y auto confianza. Puedes anotarlo en 2 columnas: lo que haces para ti y lo que haces para otros. La resiliencia surge y crece cuando descubrimos la fuerza que pueden darnos otras personas, que pueden llegar a convertirse en un motor incombustible. Invierte tiempo en hacer algo por los demás cada día. Pueden ser cosas tan sencillas como escuchar, agradecer, acompañar, abrazar, reconocer,etc.

4.- Revisa tus hábitos diarios y cuestiónate el equilibrio entre tu trabajo, tu ejercicio físico, tu nutrición y tu descanso (sueño). Son los cuatro pilares vitales para tu bienestar y felicidad. Dan orden a tu vida y energía para pensar y actuar desde la serenidad. Los cuatro son igual de importantes a la hora de organizarnos el tiempo de cada día y establecer prioridades.
Anota en una columna el tiempo que dedicas cada día al trabajo, al ejercicio físico, a la nutrición y al descanso (sueño). Anota en otra columna la puntuación (de 1 a 5) que le das a la calidad-eficacia de tu trabajo, ejercicio, alimentación, descanso.
Reflexiona sobre ello y si sientes cierto desequilibrio, puedes plantearte cambios.
Partir de un buen equilibrio vital te facilitará las cosas si quieres convertirte en una persona más resiliente.

5.- Cultiva tu flexibilidad y capacidad de adaptación ante imprevistos y situaciones no deseadas: un atasco con el coche, llegas tarde a un evento, una discusión con tu jefe, un conflicto en casa…, un disgusto con un compañero, etc.
¿Qué estrategia adoptas? ¿Qué sucedería si las enfocas a partir de la flexibilidad y, el sentido del humor? ¿Cómo puedes entrenar ese enfoque flexible?
1º- Sonríe, respira y desvía tu atención al horizonte o a la altura. Enfoca lo que ha pasado desde la distancia. Personalmente me sucede que surge una frase: “no es para tanto”, y a partir de ahí otra y otra. Y la cosa se suaviza.
2º.- Recurre a una situación similar que te pasó o que recuerdes de una película o alguien conocido, y que se solucionó. Sentirás ligereza y tu nivel de presión bajará.
3º.- Piensa en un personaje o persona graciosa, positiva, coherente y con gran sentido del humor. ¿Cómo actuaría en esa situación? Te aportará flexibilidad y sonrisa.

6.- Sonríe como hábito; con solo esbozar el gesto de la sonrisa nuestro cerebro lo interpreta de manera positiva y genera neurotransmisores para el bienestar como las endorfinas. Y desde ese bienestar generamos claridad para pensar, enfocar la situación y actuar. Ante un momento de fatiga, bajo ánimo, confusión, sonríe.

7.- Explora tu locus de control, esto es el lugar donde localizas tus pensamientos y acciones.
Las personas en la que predomina un locus de control interno interpretan lo sucedido como efecto en mayor o menor medida de sus propias acciones.
Valoran positivamente el esfuerzo, la habilidad y la responsabilidad personal. Tienen la percepción de que ellos mismos controlan su vida.
Esto les conduce a buscar soluciones para mejorar, para avanzar.
Una persona resiliente no se detiene nunca.
Las personas en las que predomina el locus de control externo atribuyen lo sucedido a la mala suerte, el destino, a otras personas. Delegan la responsabilidad en otros y poco o nada en ellos mismos.
Por ejemplo terminas un examen, un proyectó o una competición y el resultado no es el que tú esperabas. A quién atribuyes lo sucedido:
“era demasiado difícil, tuve mala suerte, la profesora o mi jefe no me lo explicaron bien, tuve un mal día, hacía mal tiempo…” (predomina lo externo)
“el entrenamiento insuficiente, falta de atención a las indicaciones, no previsión del tiempo” (predomina lo interno). Y esto depende 100% de mí, y, puedo trabajar sobre ello para mejorar, para crecer.
¿Qué protagonismo y parte de responsabilidad tienes en lo que te sucede?
Si percibes bajo locus de control interno puedes generar cambios en tu enfoque de lo sucedido.

8.-. Comparte con los demás lo que te sucede desde una creencia positiva sobre las personas.
Las personas que nos rodean no son idiotas. Cada una de ellas tiene habilidades diferentes a las nuestras. Todas las personas somos seres completos, creativos y llenos de recursos.
¿En qué medida compartes esta afirmación? ¿Cuál es tu creencia sobre las personas?
¿Qué son para ti las personas?
•   Presta atención a tus conversaciones: ¿en qué medida crees que los que te escuchan pueden tener otro punto de vista y aportar soluciones?
•   Conversa con las personas desde una posición corporal relajada, un tono de voz bajo, y movimientos sincronizados (mirada, postura, ritmo de la conversación)
•   Practica la escucha activa, libre de juicios. Trata de ponerte en el lugar de la otra persona y desviar todos tus pensamientos y comparaciones. Repetir lo que la otra persona dice te ayuda a ponerte en su lugar y eliminar tus perspectivas y juicios.
Me gustaría compartir con vosotros una experiencia personal que me hizo descubrir fuerza interior y sobre todo un ¿para qué?, una fuerza descomunal que venía de otras personas y que me impulsaba a seguir adelante en uno de los mejores triatlones del mundo (Roth 2015).
Hoy es uno de esos días en los que cuerpo no responde, las cosas se tuercen, surgen imprevistos y te sientes desbordada. Sin embargo la mente no pierde comba y no deja de repetirme: “no puedes, retírate, no eres capaz, hoy no es tu día…” Y lo dice tantas veces que acabo casi creyéndomelo.
Estoy en el kilómetro 8 de una Maratón. Una Maratón que a su vez está dentro de un Ironman. Lo que quiere decir que llevo unas 6 horas con el martilleo del “hoy no puedes”. Me he parado en el avituallamiento del kilómetro 8. Me he parado a beber, a comer y lo que nunca me había sucedido antes. Me he parado a ¡pensar!…
Levanto la mirada y salgo por un instante del estrés competitivo que me atrapaba. Respiro. Colgado de un árbol veo un SMILE redondo, amarillo y enorme. Sonrío. Llega el silencio, la voz maldita se ha callado.
Mis pensamientos hacen un “click”: ve poco a poco, olvida el reloj… Surge otra voz: “ Ana, sigue adelante, hoy puedes!!.
Sonrío, y ya no me duelen tanto las piernas. Olvido el cronómetro, y la zancada es fluida. Sonrío, y llegan imágenes bonitas, y con ella pensamientos positivos. Mis hijos esperan en el estadio. A ellos les da igual que mamá corra más despacio. Solo quieren que mamá llegué…
Sonrío y siento fuerza, y serenidad. Pasan los kilómetros. Sé que voy a terminar. Esta creencia me impulsa a seguir adelante. Las dudas y el juego interior que me atormentaba han dado paso a la seguridad.
Entro en el estadio. Veo a mis hijos que corren. Me acompañan los últimos metros. La sonrisa llega a su máximo esplendor cuando cruzamos la línea de meta. Es la mayor victoria. En ese momento descubro mi motivación más profunda en esas personas por las que merece la pena seguir adelante.
Encontré un “¿para qué?”, el verdadero ¿para qué? Aquello que me impulsaba a seguir adelante desde la serenidad y con una fuerza extraordinaria…Y la sonrisa tuvo mucho que ver con ello.

Ana Casares


 

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