LA VITALIDAD TE DA MÁS VIDA
En mi opinión, la vitalidad, más allá de ser esa cualidad de tener vida, se ha de referir también a la calidad y a la contundencia y al ánimo que hay en el tipo de vida que uno lleva.
Hay que tener mucha atención cuando lo que existe en nuestra vida es una especie de apatía rutinaria -casi desinterés en esta maravilla que es vivir-, cuando son la pereza y un cierto abandono quienes gobiernan nuestro tiempo, y cuando nuestro espíritu día tras día va languideciendo, va perdiendo fuerza y brillo, y el aburrimiento y la desidia son quienes ocupan el lugar que podría ocupar de un modo muy gratificante la vitalidad.
Lo que ésta nos aporta es una actividad completa y eficaz que se refleja en nuestras facultades vitales y nos llena de un ímpetu muy agradable.
Una vez escuché que la vitalidad marca la diferencia entre la edad que tienes y la que aparentas. Y estoy de acuerdo. Y estará de acuerdo todo aquel que haga memoria y recuerde la gente que conoce que a pesar de la edad que tiene –y sin que ésta sea un impedimento sino más bien un aliciente- realiza muchas actividades.
Bailan, caminan, hacen algún tipo de ejercicio o deporte, se apuntan a excursiones… no paran, y decimos con envidia o admiración “¡Qué vitalidad tiene!”
Parece que los años y el cuerpo del que disponen no impiden a su vitalidad que se manifieste libremente pasando por encima de cualquier condicionamiento o achaque que pretenda interponerse.
Hay otras personas que no están cargadas de ánimos pero sí de desgana y excusas. Y eso conviene revisarlo. A veces se quedan enganchadas en una desgracia ocurrida hace tiempo, en un desengaño, en una frustración, o se estancan en una rabieta sin fin, en una pataleta contra el destino o contra sus circunstancias, y no sólo no avanzan en su experiencia vital sino que desperdician la gran oportunidad y se quedan sin utilizar la energía que tienen a su disposición -sólo hay que buscarla, porque está- sin aprovechar la fortaleza que han desechado, mientras que su viveza y ánimo desaparecen y les dejan a la deriva, a merced de su apatía y de una tristeza crónica.
La vitalidad es un regalo que viene incluido con la vida. Un hermoso regalo que conviene usar para beneficiarse de lo que aporta. Si te imaginas a ti mismo cargado de vitalidad, dinámico y vivaracho, optimista y sonriente, y luego te imaginas en tus momentos desanimados, indolentes, inertes, verás con claridad la diferencia que debería hacerte cuestionarte seriamente si a partir de ahora vas a estar más a favor de ser y estar vital.
Busca asuntos que te motiven, averigua y encuentra todo aquello que te hace feliz, pon vida en tu vida.
Rememórate en los mejores momentos de tu vida y verás la vitalidad en ellos. No la abandones y promociónala. No te abandones. Sé vital. Pon energía en tu vida, en ti. Sé feliz.
Te dejo con tus reflexiones…