“NO LO SÉ” PUEDE SER UNA RESPUESTA DIGNA
En mi opinión, no deberíamos conformarnos nunca con una respuesta que sea “no lo sé”. Incluso aun cuando sea cierto que no se sabe.
Estoy en desacuerdo con esa respuesta cuando con ese “no lo sé” lo que se pretende es dar por cerrada la duda –para no enfrentarse a la realidad- y entonces se deja de ese modo a la pregunta sin respuesta.
En cambio, estoy de acuerdo si es provisional, si lleva implícito un “no lo sé… de momento, pero voy a hacer todo lo necesario para encontrar su respuesta correspondiente”.
“No lo sé” puede ser una respuesta digna porque no lo sabemos todo ni lo vamos a saber nunca. Puede ser cierta, por supuesto, y en todos los casos es mejor que inventarse una respuesta que no coincida con la realidad. Pero, repito, hay que insistir hasta encontrarla.
Hay una sugerencia interesante: plantearse la pregunta de otro modo. Es posible que si está mal planteada no se encuentre una respuesta que sea la que esperamos, la adecuada, la que nos puede servir, y que en su lugar aparezca otra distinta e inútil…
Piensa… ¿me tengo que plantear otra pregunta en lugar de ésta?, ¿me puedo preguntar esto mismo de un modo más sencillo?
Y otra cosa más… ¿realmente me interesan esta pregunta y su respuesta? En ocasiones perdemos el tiempo –y la energía- con algo que realmente no nos interesa, con algo evitable e innecesario, que nos roba la atención y nos lleva a un estado caótico de tensión innecesaria.
Cuando nos preguntemos es necesario desarrollar la objetividad y la inteligencia, que nos evitarán caer en las trampas de una mente que se aburre y nos plantea asuntos que no son de nuestra incumbencia.
Hacer la pregunta de un modo concreto y correcto facilita mucho el acceso a la respuesta. No es lo mismo preguntarse el porqué de una cosa que el para qué de esa misma cosa –tal vez lo importante no es “por qué me pasa esto” sino “para qué me pasa esto”-. Y no es lo mismo generalizar una pregunta que hacerla en primera persona –tal vez la pregunta no sea “por qué todo el mundo es así” sino “por qué yo soy así”-.
Conviene no estancarse en una pregunta si no aparece su respuesta. Se pueden dar rodeos antes de llegar a la pregunta concreta y definitiva. Se pueden ir haciendo preguntas de acercamiento, que tienen una respuesta más sencilla, antes de abordar la que nos interesa. Siempre será mejor usar alguna treta que quedarse sin respuesta o conformarse con un “no lo sé” que no sea cierto.
Entiendo la frustración que se provoca si uno no encuentra una respuesta que considera necesaria, y lo entiendo porque también me pasa a mí, pero lo que he aprendido es que no hay que obsesionarse con que aparezca urgentemente la respuesta, porque eso puede hacer que uno tome una respuesta/decisión equivocada. He comprobado que algunas respuestas tienen “su momento” para aparecer y conviene no precipitar ese momento, así que salvo que haya una fecha límite para encontrar esa respuesta es mejor dejar que se vaya aposentando todo, que la pregunta llegue a otro sitio que no es la mente para encontrarse con su correspondiente respuesta. Es difícil de comprender esto y aceptarlo, pero… ¿cuántas veces te has alegrado de no conformarte con la primera que apareció y haber esperado un poco más?
Escribo generalidades pero cada lector aplica lo leído a su caso concreto, y no siempre va a ser útil una generalidad para un caso concreto. No pretendo dar una norma para todo, porque no existe. Sólo puedo sugerirte que atiendas tu intuición en algunos casos y estudies con lógica y detenimiento otros casos. Pero no sé cómo distinguir unos casos de otros, salvo prestando atención y siendo sincero.
Te dejo con tus reflexiones…