LOS OTROS TAMBIÉN TIENEN SUS CIRCUNSTANCIAS
En mi opinión, a veces vemos las cosas tan obstinadamente estancados en nuestro punto de vista, y tan desde nuestra tensión o frustración, o desde nuestro ego, que actuamos como si fuésemos el centro del mundo, lo único que importa.
A veces se nos olvida que los otros, el resto de esta nuestra especie que se conoce como Humanos, también tiene unas dudas similares a las nuestras, que compartimos con ellos algunos de nuestros miedos, pasamos por parecidas frustraciones, que igual que ellos tenemos conflictos con muchas cosas al mismo tiempo, y que tenemos que resolver nuestra vida como sea para sobrevivir y poder seguir adelante.
Ellos también se plantean qué estudiar, su vida amorosa, su relación con el resto de las personas, el trabajo, las facturas, la soledad, lo que duele, los sueños incumplidos, la vejez, el paso imparable de la vida, el futuro…
Compartimos mucho pero, al mismo tiempo, nos cruzamos con miles de personas a las que no miramos a la cara. A veces somos conscientes de que alguien necesita una atención o una palabra de ánimo pero lo eludimos. Lloramos por el lejano pero no lloramos con el cercano.
Pasan a nuestro lado, laten como nosotros, respiran el mismo aire, pero no son nada ni nadie para nosotros. No decimos –ni ellos ni nosotros- “buenos días”, ni preguntamos con verdadero interés y con ganas de conocer la respuesta “¿cómo estás?”.
Se mueren. Los otros, nosotros no. De momento. Nos quedamos en el impacto de la noticia medio minuto pero lo mandamos al olvido pronto y nuestra vida sigue… lo mismo que la vida de los otros seguirá el día que seamos nosotros los fallecidos.
Somos millones pero nos relacionamos solamente con unos pocos. En nuestro círculo íntimo caben muy poquitos, casi ninguno; hay más conocidos a los que denominamos amigos pero realmente todos no lo son. El resto… como si fuesen otra especie que habla un idioma distinto y vive en otra dimensión.
Pero no es cierto… compartimos el mundo… somos lo mismo… estamos juntos y hemos coincidido en este mismo espacio de tiempo.
Los otros también tienen sus circunstancias, son de carne y huesos, lloran, abrazan a sus seres queridos, aman o no aman y son o no son amados, se asoman a la ventana y dejan que una lágrima recorra su mejilla, añoran, recurren a la nostalgia o a la fantasía para sobrevivir, cargan como pueden con sus traumas y sonríen cuando pueden. No siempre.
Se nos va la vida y tal vez no hemos afrontado este asunto como se merece. Tal vez actuamos como pasajeros de paso y no nos detenemos a prestarle atención. Tal vez no pensamos en esto –y en muchas otras cosas- y cuando nos demos cuenta ya será, lamentablemente, tarde.
Te invito a volver al principio, observar con otra atención, y comenzar de nuevo. Y me estoy refiriendo a esta lectura y a tu vida.
Te dejo con tus reflexiones…