DESCUBRIR-SE
Se dice que Colón descubrió América en 1492.
Error.
Lo que descubrió fue la ignorancia que tenían en Europa de que ya existía un continente que se dio en llamar América.
Pero el continente ya estaba.
Lo que hizo Colón es darse cuenta de que ya estaba.
DES-CUBRIR es DES-TAPAR
Es quitar la cubierta, o lo que cubría, a ALGO QUE YA ESTABA.
Descubrir es darse cuenta de que ya había algo de lo que uno no era consciente.
Descubrirse es darse cuenta de lo que uno albergaba dentro de sí, o, mejor dicho, que uno es de un modo que aún desconocía.
Cuando descubrimos algo en nosotros no estamos incorporando algo a nosotros, sino siendo conscientes de ello.
Cada descubrimiento ha de ser un excelente motivo de alegría, porque nuestra autoestima se da cuenta, y lo agradece, de que hay en nuestro interior mucho más de lo que sabemos o suponemos. Ha de motivarnos para seguir en la tarea de sacar a la luz lo oculto: lo que somos y conocemos aunque no seamos sabedores de que lo somos y lo conocemos.
Cada hallazgo nos ha de alentar y motivar para seguir en el proceso de Descubrimiento Personal, porque nos hace ver que somos potencialmente sabios, que no somos dependientes de los demás para realizarnos –si bien es cierto que es muy conveniente que nos recuerden algunas cosas-, y que es bueno confiar en uno mismo porque uno sabe más de lo que cree que sabe.
Descubrirse es entregarse a uno mismo.
Ni siquiera somos capaces de sospechar una mínima parte de cuanto se encierra en lo que sigue siendo inconsciente.
Me parece correcto pensar que Dios es equitativo y en algo nos ha hecho iguales. Por ejemplo, en tener de origen las mismas posibilidades.
Otra cosa es que nuestra inteligencia, o las circunstancias en las que nos hemos ido desenvolviendo, o la educación que nos han dado, o la que no nos han dado, o la falta de fe en uno mismo, o cualquier otra razón, no nos hayan motivado a insistir en buscarnos para descubrirnos.
Imaginemos la Cueva del Tesoro.
Si queremos acceder a ese tesoro, primero hay que confiar en que existe la cueva, después hay que buscarla, luego hay que encontrarla, entrar en ella, y descubrir el tesoro para poder hacernos con él.
Pues igual con nosotros.
Confiar en que existe en nuestro interior, buscarlo –por supuesto; si nos quedamos a que aparezca por sí mismo generalmente sólo sucede a partir de experimentar situaciones dramáticas-, encontrarlo –con atención y dedicación, haciéndonos preguntas que exijan una respuesta, quedándonos en silencio para que se manifieste…-, entrando –sin miedo: todo lo que se encuentre será bueno sin duda-, y destapándolo para que salga a la luz y podamos hacernos con él.
“Todo está ya dentro”, dicen los filósofos orientales y los sabios.
Confiemos en ellos.
