CÓMO VENCER LAS PREOCUPACIONES.
NO TE DEJES ATRAPAR.
LA SOLUCIÓN ESTÁ EN TUS MANOS.
Winston Churchill trabajaba 18 horas diarias durante la segunda guerra mundial. Cuando se le preguntó si no le preocupaban sus tremendas responsabilidades, contestó: "estoy demasiado ocupado. No tengo tiempo de preocuparme".
¿POR QUÉ NOS PREOCUPAMOS?
Con frecuencia nos preocupamos mucho más de lo que creemos.
La preocupación se vuelve un hábito.
Consideramos la preocupación como algo positivo.
Pensamos que es:
. Una muestra de nuestra responsabilidad.
. La única manera de resolver nuestros problemas.
. Una forma de evitar grandes dificultades, conflictos o peligros.
Cuando pensamos así, nos sentimos bien al preocuparnos y rechazamos la posibilidad de no hacerlo.
Nos da miedo volvernos irresponsables y "conchudos".
La preocupación es positiva cuando dura sólo el tiempo necesario para encontrar una solución y actuar.
Si no hay solución, o no está en nuestras manos, preocuparse es una pérdida de tiempo.
Si no actuamos y nos quedamos en la preocupación, estamos siendo irresponsables con nosotros mismos:
Utilizamos la preocupación para sentirnos bien (porque nos preocupamos) y evitamos, al mismo tiempo, enfrentarnos a la situación.
Preocuparse por lo que pasó o pudo haber pasado, es un gran error, porque no podemos cambiar lo que sucedió.
Podemos aprender para no volverlo a hacer.
Podemos tratar de modificar el resultado, si es algo reciente.
Pero lo que sucedió, ya sucedió.
EL PENSAMIENTO Y LA PREOCUPACIÓN.
Piensa en alguna situación que te preocupa.
Pon tu atención en ese sentimiento.
Mantenla allí, unos momentos más.
Ahora cuenta del 20 al 0 en voz alta.
Recuerda tus mejores vacaciones o piensa en una situación que hayas disfrutado plenamente.
Fija tu atención en la mayor cantidad de detalles posibles.
Si quieres cierra los ojos, para recordarlo mejor.
¿Cómo te sientes?
¿Qué pasó con la preocupación anterior?
En el momento en que dejaste de pensar en la situación que te preocupa y fijaste tu atención en una situación agradable, tus sentimientos cambiaron.
¿Qué te indica esto?
Como puedes ver, la preocupación está ligada a nuestros pensamientos y nosotros podemos decidir qué queremos pensar.
Es imposible, por muy inteligentes que seamos, pensar en dos cosas en el mismo instante.
Cuando un pensamiento sustituye a otro, la emoción que acompaña al primero, es sustituida también, por la que provocó el segundo.
¿QUÉ HACER?
Analiza la situación que te angustia o preocupa.
Descríbela, por escrito, con la mayor cantidad de detalles posibles.
Escribe qué crees que va a pasar.
Pon todo lo que se te ocurra que puede suceder.
Lee con calma los dos puntos anteriores y haz un alto en cada detalle preguntándote:
¿Podría estar exagerando aunque sea un poquito, en este aspecto?
Tacha todo lo que consideres que es exagerado o poco objetivo y plantea nuevamente la situación, tratando de ser lo más objetivo posible.
Pregúntate:
¿Cómo vería esta misma situación la persona que más admiro?
Escríbelo.
Compara ambas descripciones, la del punto 4 y la de tu amigo, analízalas y escribe qué diferencias encuentras.
No busques justificar tu actitud o forma de pensar.
Simplemente, ve si él puede tener razón en su planteamiento y si tú, por estar más involucrado, estás siendo poco objetivo.
Plantea nuevamente la situación, tomando en cuenta el punto anterior.
¿Qué pruebas tienes de que lo que te preocupa, realmente va a suceder?
Si lo calificas en términos de porcentajes, ¿podrías asegurar que es 80, 90 o 100% seguro que sí va a pasar?
Si el porcentaje no es muy alto, evalúa si vale la pena el desgaste y el sufrimiento que estás viviendo.
Si es seguro que va a suceder o ya lo estás viviendo, acepta la situación.
No te enojes por lo que está pasando.
No la califiques como injusta o como algo que no debería de pasar.
Si está sucediendo, está sucediendo, independientemente de que estés de acuerdo o no.
Cuando aceptamos una situación, la carga emocional disminuye y podemos enfocarnos en la solución.
¿La solución depende de ti?
Si no depende de ti, piensa que opciones tienes para protegerte y fortalecerte y una vez que hagas lo que sí puedes hacer, deja de pensar en ello.
Piensa en otra cosa o ponte a hacer algo que requiera de toda tu atención.
Si la solución depende de ti, actúa.
Analiza el problema y utiliza una técnica de solución de problemas.
Comparte tus preocupaciones con alguien que te ayude a ser objetivo y a encontrar una solución y no con alguien que te "de cuerda" y aumente tu preocupación.
Pon un límite de tiempo para preocuparte y analizar el problema.
No te detengas en los detalles sin importancia y no regreses una y otra vez a los puntos o pensamientos que ya tuviste.
(Psic. Silvia Russek)
Lic. En Psicología Clínica.
Maestría en Terapia de Pareja.
Terapia individual y de pareja.
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