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 ¿CÓMO SE CURA LA FALTA DE AMOR?



Septiembre 09, 2020, 06:00:04 am
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¿CÓMO SE CURA LA FALTA DE AMOR?
« en: Septiembre 09, 2020, 06:00:04 am »
¿CÓMO SE CURA LA FALTA DE AMOR?
por Irtha López
 

Cuando tienes hambre, comes. Sed, bebes…
Si te falta amor, aprobación o afecto ajenos, es lógico esperar conseguir amor, aprobación o afecto ajenos para satisfacer esa necesidad.
Pero, ante esta situación, la mayoría de nosotras somos tratadas con relativo desprecio (por ser inseguras y demandar esa atención) y recibimos el mensaje de: ve y ámate a ti misma.
¿Es lógico?
Yo creo que no.
Y te voy a contar por qué, y cuál considero yo que es realmente la solución, la cura, a la falta de amor ajeno (¿y/o propio?) que tanto nos afecta.

¡Compórtate como una persona adulta…!

Vemos a gente que demanda atención, hambrientas de reconocimiento, sedientas de afecto… actuando de maneras muy distintas pero todas rezumando falta de amor propio, de seguridad, de confianza, de autoestima.
Y reaccionamos con asco, con desprecio… con superioridad.
Vemos sus carencias y su comportamiento, y nos parece inadecuado.
Creemos que, como adulta que es, debería mostrar más seguridad.
Debe ser fuerte, aguerrida. Nada de mostrar esa debilidad, esa vulnerabilidad, como si estuviera indefensa, como si no pudiera cuidar de sí misma…

¿QUÉ ERES, UN NIÑO?

Y como niño indefenso lo tratamos, respondiendo con crudeza, con dureza, a sus dudas, a sus miedos… para “prepararle” para la vida, para hacerle fuerte.
Sin embargo, tal y como (algunas personas) hemos empezado a entender con los niños, lo que más necesitan para superar su inseguridad es darles seguridad.
Confianza.
Amor. Validación. Aprobación. Reconocimiento. Atención.
Y eso no se hace burlándonos de su dolor, de su miedo, de sus sentimientos… de sus intentos (tristes, patéticos incluso podríamos llegar a pensar algunas en algún momento) de conseguir el afecto, la atención, la aprobación, el reconocimiento, la validación… que tanto necesitan.
Y de la que tanto carecen, quizás y precisamente, porque no la han recibido.
Y seguimos negándosela. Cuando son niños y cuando son adultos también.

SEAMOS SINCERAS: LA INSEGURIDAD ES MOLESTA PARA LOS DEMÁS

¿Acaso es tan difícil llegar a darnos cuenta de que la falta de amor se cura con amor?
Como el hambre con alimentos, la sed con agua…
¿Por qué nos cuesta tanto dar amor a quien lo pide a gritos? ¿Por qué nos incomoda de esa manera?
¿Por qué nos resulta más fácil dárselo a quien no nos lo pide, incluso a quien no lo quiere?

Damos amor a quienes ya se sienten bastante seguros de sí mismos y pueden respondernos en consecuencia.

A no ser que seas monja, nos resulta difícil dar amor a quien más lo necesita.
Porque dar amor a alguien que no tiene amor propio significa, en muchas ocasiones, no recibir amor de vuelta, porque no lo hay.
Significa, en muchas ocasiones, que nos pidan más amor o incluso una confirmación de que -real e incondicionalmente- les estamos dando ese cariño que tanto anhelan.
Y eso, a la persona que está dando amor, le hace sentir a menudo incómoda, molesta, cansada, insatisfecha…
Por eso reaccionamos así (con desprecio a veces, o distancia en el mejor de los casos) ante las personas que se muestran inseguras.
Por eso se muestran así, la mayoría de las personas, con nosotras, introvertidas inseguras, tímidas, con baja autoestima, con escaso amor propio…

NO, EL VERDADERO PROBLEMA NO ES EL QUE TE HAN HECHO CREER

¿Y qué podemos hacer?
¿Recuperar el amor propio?
Eso es lo que dice mucha gente.
Si buscas amor ajeno es porque te falta amor propio…
Entonces, si no tienes el amor de los demás, date a ti misma el amor que te falta.
Y, cuando te des amor a ti misma, no te importará que los demás no te lo den…
Pero lo mejor de todo, la guinda del pastel, de las que venden amor propio como solución a la falta de amor ajeno es la promesa: cuando te ames a ti misma empezarás a transmitir una actitud, una “vibración”, una “energía” distinta, de seguridad…
Y, entonces, te amarán.

Bueno, puede ser.
Desde luego, parece lógico. Y más después de haber dicho yo que a las personas seguras se las ama más y mejor, porque es más fácil, más agradable. Y que relacionarse con una persona insegura es incómodo, agotador, te demanda energía, en muchos casos.
PERO…
Así también estamos escurriendo el bulto.
Estamos tratando una falta de amor ajeno como una falta de amor propio.

ES UN ERROR CONFUNDIR LA FALTA DE AMOR AJENO CON FALTA DE AMOR PROPIO.

Bueno, falta de amor propio hay, es evidente.
Pero estamos olvidando una parte del problema: la falta de amor ajeno.
Que es, precisamente, la raíz del problema. El origen.
Y como no estamos teniendo en cuenta la raíz del problema, el problema se mantiene, sigue existiendo.
Porque, claro, si confundimos el orden, y pensamos que:
Falta de amor propio = Falta de amor ajeno + demanda de atención, aprobación, reconocimiento…
Cuando el sentido es el contrario:
Falta de amor ajeno = Falta de amor propio + demanda de atención, aprobación, reconocimiento…
Cualquier cosa que hagamos para “solucionar el problema” está condenado al fracaso.
Porque lo que estamos haciendo es buscar y aplicar soluciones (eliminar los comportamientos de “demanda de atención”, aprobación, reconocimiento de las personas inseguras…) a un problema mal definido desde el principio.

ES MÁS FÁCIL CURAR A UNA PERSONA QUE A TODA LA SOCIEDAD

Creemos, nos hacen creer y hacemos creer a las personas con las que nos relacionamos, que el problema comienza con una falta de amor propio, que lleva a la persona insegura a buscar aprobación y que, por tanto, lo que se necesita es enseñar a esa persona a amarse a sí misma.
Eso es lo que todos hemos llegado a creer. La forma en la que muchos hemos aprendido a ver y definir “el problema de las personas inseguras”: como una falta de amor propio, en lugar de explicar (admitir, reconocer, asumir) que es la falta de amor ajeno la que provoca esa falta de amor propio, que no nos viene “de fábrica”.
Y es que, aunque nos cueste admitirlo, la verdad es que hay una gran falta de aceptación, aprobación, tolerancia, reconocimiento, validación, afecto… en todas las áreas de la comunidad en la que nacemos, crecemos y vivimos, desde la familia, a la escuela, incluyendo profesores y compañeros de clase, los amigos, los vecinos, las personas y referentes que vemos en televisión o en otros medios de comunicación…
Hay un gran problema de falta de amor ajeno. Por tanto…

La solución no está en hacer el daño y luego animar a las personas heridas a sanarse a sí mismas.

Ni en invertir en gran cantidad de formación y terapia para hacer que las personas (ya relativamente adultas y heridas) sean más fuertes y resistan mejor la falta de amor ajeno.
La solución está en parar de causar el problema, desde el principio… cuando somos pequeños y aún no podemos entender eso de necesitar “hacernos o ser fuertes”, y “sobrellevar” el rechazo, la desaprobación y el menosprecio.
La cuestión está en cómo podemos hacer eso, en pararlo antes de que surja. Porque, claro, «eso» implica enseñar a toda una sociedad adulta, herida y con gran necesidad de afecto, a dar afecto a los niños. Y no es fácil, ni sencillo.
Parece más fácil dar a las personas heridas, personas individuales, herramientas y recursos para lograr mayor autoestima, que cambiar a toda una sociedad.

EN REALIDAD, NO ESTAMOS CURANDO LA FALTA DE AMOR

Es por eso que las personas inseguras siguen teniendo baja autoestima cuando terminan de leer muchos de los libros de autoayuda que existen en el mercado… o realizan muchos de los programas, cursos, charlas, talleres y conferencias que hay sobre el tema.
Porque siguen sin tocar EL punto que hay que tocar. Dan vueltas alrededor de él.
Siguen tratando a la persona sin amor propio, sin autoestima, como la única responsable de su situación.

Si estás triste es porque quieres. Si quisieras, y te esforzaras de verdad, podrías tener una autoestima de hierro. Mira todas las herramientas a tu alcance para empezar a amarte a ti misma a pesar de que los demás no lo hagan…

¿No te suena triste? A mí acaba de parecérmelo solo al pensarlo para escribirlo. Pero parece que pocos se dan cuenta de lo triste que es este mensaje, de la idea que transmite:
Tú eres el problema. Da igual si los otros no te aman. Deja de culpar a los demás…
Pero, ¿sabes qué? Resulta que los demás también tienen parte de responsabilidad en mi inseguridad.
Y no reconocerlo me daña más y bloquea más mi crecimiento y mi sanación, que reconocer que no todo es culpa mía. Que no nací defectuosa. Que no soy una persona sin remedio, sin solución…

Negar la influencia ajena en la falta de amor propio, limita tu felicidad.
 
Es evidente que poco poder de influencia tenemos sobre los otros, y más cuando los comportamientos y actitudes que nos dañaron, que contribuyeron a que creciéramos incompletas, sintiéndonos inadecuadas, inseguras, se dieron en el pasado, cuando éramos pequeñas.
Y es también por este hecho por el que, como te decía, la mayoría de intervenciones sobre la autoestima de personas inseguras está dirigida a la persona en sí, y deja poco espacio para hablar de los demás. Porque se cree que se puede hacer poco sobre ese aspecto.
Pero lo irónico (y sorprendente, y mágico, y maravilloso) es que, simplemente hablar de los demás, suele ser, en bastantes ocasiones, más que suficientes para liberarnos, y para recuperar y llenar un espacio de nosotras mismas, que antes teníamos bloqueado, aprisionado.
Y dejar salir muchas cosas, buenas y malas, de dentro, para sentirnos más completas, más fuertes, más seguras.
Muchos pensamientos y emociones, deseos, reprimidos.
Al menos eso es lo que me ha ido pasando a mí en estos últimos meses.

ENCONTES, ¿CÓMO SE CURA LA FALTA DE AMOR?

Eso es lo que espero, y creo fervientemente, que puede ayudar a otras introvertidas inseguras a recuperarse a sí mismas, recuperar su amor propio y su autoestima.

Poder hablar, sin tapujos, de asuntos que la mayoría no quiere ver, hablar, tocar ni oír…

De TODAS las cosas que influyen en la gestación de una personalidad insegura.
De la falta de amor ajeno que muchas hemos experimentado y experimentamos día a día.
Y, por supuesto, dar a conocer que, la falta de amor, como cualquier otra carencia o necesidad, se cubre aportando esa “materia prima”, no otra.
El hambre no se cura con ejercicio físico, ni la sed con cariño… Así como la falta de amor ajeno no se cura (al menos no únicamente) con amor propio (aunque desde luego ayuda darse a sí misma un poco de ese cariño que no nos dieron ni nos saben dar).
Tenlo en cuenta la próxima vez que te encuentres con una persona insegura y te saque de quicio… (como reconozco que me pasa a mí con determinadas personas cuyo comportamiento demandante de atención me resulta realmente incómodo).
Y recuérdalo, también, la próxima vez que tú, introvertida insegura, encuentres que otra persona que no comprende “el verdadero origen del problema”, intenta satisfacer tu necesidad de amor de manera inadecuada.
Y tente paciencia y compasión.
Y ténsela a esa otra persona.
Y, si consideras que es adecuado para ambos, exprésale tu desacuerdo, y pídele que colme tu sed con agua, no con confetis…
Para eso sirve, y para eso es necesario, identificar el verdadero problema (la ausencia de amor ajeno): para ponerle una solución eficaz (pedir ese amor ajeno o, al menos, no confundirlo con una falta de amor propio y dejar de culparte aún más por tu situación).
Aunque intuyo que, cuando empieces a ver las cosas de esta manera, a entender todo el embrollo en el que vivimos inmersas, no tendrás tanta necesidad de pedir que te den ese amor que te falta, porque te darás cuenta de que no todos saben lo que tú sabes ahora: que, en general, no sabemos cómo curar (bien) la falta de amor…
Y ya no te sentirás tan mal contigo misma, ni enfadada con el otro, cuando te descubras en un momento de inseguridad (demandando amor ajeno) y la otra persona te esté presionando para ser más segura (demostrando más amor propio), en lugar de intentar aportarte él (o ella) esa confianza que te está faltando.
Te sentirás menos culpable de tu inseguridad y tu demanda de amor ajeno, sabiendo que, efectivamente, hay muchas personas que aman poco y mal. Y tú estás en tu derecho de buscar ese amor que te está faltando. (Así como lo están otros).
Y, entonces, habrás empezado a curar (de verdad) la falta de amor: reconociendo que (te) ha faltado o te falta.


 

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