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 CAPÍTULO 25 - EL CHANTAJE EMOCIONAL Y SENTIMENTAL



Septiembre 16, 2020, 06:25:07 am
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Desconectado Francisco de Sales

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CAPÍTULO 25 - EL CHANTAJE EMOCIONAL Y SENTIMENTAL
« en: Septiembre 16, 2020, 06:25:07 am »
CAPÍTULO 25 - EL CHANTAJE EMOCIONAL Y SENTIMENTAL
- LO QUE NO ES APROPIADO -

Este es el capítulo 25 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.

El chantaje es una actitud infantil, pero cruel, y no es, desde luego, un buen modo de promocionar una honesta relación entre iguales adultos.

A nadie le hace gracia sentirse víctima de un chantaje emocional o sentimental.

Hay que tener en cuenta que si en la relación se admite esta condición se está cerrando un círculo del que será imposible salir, porque si uno admite el chantaje con ello está reforzando la conducta de quien lo ejerce.

Conviene comprobar si se repiten a menudo las lágrimas, las súplicas, los reproches, las amenazas directas o veladas, los silencios prolongados y la frialdad, ya que el chantaje emocional es una forma vil y poco ética, carente de la transparencia y la bondad que se le supone a la relación, y el objetivo que hay tras ello es lograr satisfacer los objetivos propios, o los caprichos, aún a costa de perjudicar gravemente al otro pisoteando sus derechos y no respetando su dignidad.

Además de eso, se va creando en el chantajeado una inseguridad, ansiedad, temor a ser abandonado, miedo al rechazo generalizado, y destrucción de su autoestima. Los chantajes son del todo inaceptables.

Algunas personas, en su desesperación por querer mantener una relación que parece no sostenerse por sí misma, recurren al chantaje con mensajes más o menos subliminales, o directamente acusadores que inculpan, y dicen cosas del estilo de “si me dejas… ¿qué va a ser de mí?”, con la idea de que eso le puede hacer frenar su decisión, y esto no es más que una patética forma de querer mantener a su lado a quien no quiere estarlo, o, peor aún: “si me dejas me suicido y tendrás que cargar el resto de tu vida con esa culpa”, y esto es un gravísimo cargo porque aterra la idea de que llegue a cumplir su amenaza. También puede ser viceversa y ser él quien utilice este cruel método.

Con lo cual, traspasan al otro la responsabilidad de mantener viva, aparente y artificialmente, una relación que está muerta.

Y al otro, o a la otra, ante la agravante amenaza, parece que no le queda más remedio que sacrificarse y seguir en una relación que no es de su agrado.

El desacierto está en no querer asumir que la relación ha llegado a un punto en el cual hay que hacer profundos cambios, reflotándola, o que ha llegado a su fin y directamente hay que rescindirla.

Francisco de Sales



 

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