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 AUTOCONTROL - DOMINIO DE UNO MISMO



Octubre 01, 2020, 06:22:09 am
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Desconectado Irene Zambrano

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AUTOCONTROL - DOMINIO DE UNO MISMO
« en: Octubre 01, 2020, 06:22:09 am »
AUTOCONTROL - DOMINIO DE UNO MISMO

Poder o control sobre uno mismo, o Autodominio.
Suena muy bien, pero ciertamente es un verdadero desafío.
Implica refrenar, reprimir o controlar los pensamientos, el habla o las acciones de una persona.
Es una cualidad que puede desarrollar el ser humano y que le aporta fortaleza, confiabilidad y dignidad, aparte de muchos otros beneficios.
En lugar de tomar acción inmediata en situaciones aparentemente claras, el hombre sabio que ejerce autodominio, permite que transcurra el tiempo suficiente para que los resultados de su intervención sean los mejores posibles.
Se presentan muchas ocasiones en las que uno o las demás personas pueden salir beneficiados si se ejerce autodominio.
Cuando queda probado fuera de toda duda cual es la palabra o el proceder más apropiado es el tiempo entonces de actuar sin dilación.
Hay que aprender a estar callados por largo tiempo.
Hay que permanecer calmadamente en silencio cuando los demás deben expresarse.
Hay que ejercer autodominio cuando entran ganas de hacer cosas que uno cree mejores pero la autoridad ha decidido que se hagan de otra forma.
Cuando uno es injuriado no es lo más aconsejable dejar que el ánimo se perturbe y dar rienda suelta al mal genio y hacer justicia no meditada.
La buena convivencia y el progreso hacia la madurez son favorecidos si se cultiva el autodominio.
Ante los diferentes problemas que se presentan en el vivir diario es necesario mantener autodominio en palabras y acciones, y así de esta forma se podrán tratar equilibrada y eficazmente todos los asuntos.
El ser amables a pesar de los contratiempos y de la mala actitud de personas peleonas, evita enfrentamientos que pueden terminar con resultados lamentables y difíciles de reparar. El mantenerse reprimido bajo un situación incómoda y hasta hiriente, permite ver las cosas tal como son, sin aumentar o deformar los hechos.
El no ejercer autodominio en un momento dado puede manchar un largo historial de buena conducta y buen trabajo y puede acabar sumiendo a la persona en toda clase de dificultades.
Problemas familiares y laborales son provocados por la pérdida del autodominio.
Es sabio alejarse de las posturas o situaciones que puedan debilitar y favorecer la pérdida del autodominio.
Cada uno conoce su personalidad y cuales suelen ser sus puntos débiles. Por lo que es sabio dedicar tiempo en fortalecerlos y ser perspicaces y prudentes no acercándose al borde de los acantilados si se padece vértigo a las alturas.
Se ha publicado que las personas coléricas y cínicas tienen muchas más probabilidades de una muerte precoz que las personas tranquilas y confiadas. Y no es de extrañar, pues la química orgánica es alterada si se crispan los ánimos.
El corazón está expuesto a graves daños al no estar controlado el sistema nervioso simpático.
La cólera puede aumentar la presión sanguínea, causar dificultades respiratorias y provocar otros efectos desfavorables.
La furia puede trastornar los procesos mentales y a esa clase de ataques suelen seguirle períodos de extrema depresión mental. El espíritu se perturba y puede perderse la ilusión de vivir y el equilibrio espiritual.
Es bien cierto que un corazón calmado es la vida del organismo de carne.
El autodominio es una herramienta muy útil para gozar de mejor salud.
Toda persona en sus cabales se da cuenta que es mejor manifestar sabiduría en lo que habla y lo que hace. Por eso se considera un comportamiento estúpido el permitir que el corazón se dispare y provoque un habla irreflexiva o un comportamiento desequilibrado. Sin embargo se considera un comportamiento maduro cuando la persona se mantiene calmada hasta el máximo de las circunstancias y sus posibilidades.
La persona débil de carácter, sin autodominio no puede refrenar su espíritu y deja que su cólera estalle sin tomar en cuenta las consecuencias. El habla violenta y las acciones insensatas manifiestan que no se dispone de una suficiente capacidad de control de las emociones.
El que es sabio , aunque tenga buena razón para enojarse, debido a que se ha entrenado en el control de su genio, considera detenidamente lo que podría ocurrir si diera rienda suelta a lo que siente en esos momentos. Comprende que obrar inmediatamente en un estado de ánimo perturbado o de indignación podría causar más daño que beneficio.
Llegado el momento puede razonar con claridad sin llegar a actuar imprudentemente y hasta herir a los implicados.
Para evitar que el autodominio sea vencido, una vez pasada la tormenta, lo antes posible hay que resolver aquello que provocó la agitación del espíritu. Las cosas perturbadoras no resueltas, se pueden hacer más grandes o endurecerse, lo cual las convertiría en un desafío mayor, creándose obstáculos difíciles de controlar.
Hablar impetuosamente, particularmente cuando se está en un estado de perturbación no manifiesta autodominio. Es dejar que el calor de la ira venza. Se ha perdido el discernimiento y no se ha sabido retener el habla irreflexiva.
El que usa el discernimiento puede pensar sin perder el equilibrio y la serenidad. Así pueden dominarse las circunstancias que llevarían al insensato cometer el atropello.
El perder la paciencia cuando existe agitación emocional conduce a cometer actos imprudentes que son manifestación de tontedad y no de sabiduría.
El desarrollar el autodominio permite controlar mejor las situaciones provocadoras y así evitar acciones apresuradas e insensatas.
Una pérdida del dominio de sí mismo podría estar dejando traslucir una actitud de orgullo que es el que lleva a ser desconsiderados y desplegar mal genio.
Conduce a errar el blanco en muchas ocasiones, y hacer daño y heridas a los amigos, familiares y extraños.
Para limar asperezas y promover relaciones pacíficas , hay que manifestar humildad y apacibilidad y para ello se requiere autodominio.
Se manifiesta sabiduría y fortaleza cuando se ejerce autodominio y se permite que otros puedan hacer lo que deben o nos permitan hacer lo que queremos y tenemos derecho.
El hombre que no tiene freno para su espíritu, la persona que no es de genio apacible y no domina su espíritu puede ser invadida por pensamientos impropios que pudieran impulsarla a actuar mal.
Hay que ser perspicaces para comprender las diferentes situaciones y con quienes uno trata pues existen personas que no son sabias sino hipócritas, y ejercen control manifestando un aparente autodominio sano , cuando lo que ocurre es que guardan odio en su corazón para más tarde hacer daño traidoramente.
El sensato sabe apartarse de quienes ocultan lo que son y están dispuestos ha hacer daño conscientemente.
Sin embargo, todos concordamos en que no siempre es fácil hacerlo.
En vista de que a los seres humanos nos resulta difícil ejercer autodominio, hemos de aprender a salir victoriosos en nuestras luchas internas.
Muchos aún siendo personas virtuosas hallan gran dificultad a la hora de rechazar ciertas tentaciones.
Pero nadie está libre de la lucha interna por hacer en todo momento lo que se conoce y se acepta como correcto…
En muchas ocasiones cedemos, nos falta autodominio y caemos en lo que nos conduce a un estado de frustración.
No estamos solos en la lucha contra la imperfección y debilidades humanas, lo cual debe fortalecernos en nuestra determinación de esforzarnos por cultivar a mayor grado el autodominio.
Se precisa determinación y esfuerzo para desarrollar de forma satisfaciente cualidades que no son totalmente innatas. Y eso ocurre también con el autodominio.
Vivimos en un mundo en el que se pone de manifiesto que no importa demasiado el aprender a decir que no. Y que se presta poca consideración a las consecuencias perjudiciales que derivan de tales comportamientos. Hay carencia de la capacidad y voluntad de oponerse a lo perjudicial. Una manifestación de falta crasa de autodominio.
Las personas sensatas están conscientes del reto que representa el tener autodominio. Están al tanto de la lucha entre el deseo de un corazón ávido de placeres y una mente entrenada que desea vivir a la altura de unas normas que permitan gozar de dignidad y de un grado de salud excelente.
Están conscientes del proceder que se debe seguir para tomar control de si mismas, de sus pensamientos, palabras y conducta.
La práctica hace al maestro. Guardar una prudencial distancia del fuego , evita el quemarse, o el adormecerse y caer sobre las brasas.
Pero no debemos darnos por vencidos o condenarnos a nosotros mismos si estas cualidades no se desarrollan con la rapidez que nos gustaría y al grado deseado.
Tal vez hemos observado que los alumnos de una clase no aprenden todos a la misma velocidad. O que en una empresa una persona se capacita más rápido que otra para cierta labor.
Lo importante es que hagamos todo lo que esté en nuestras manos por seguir cultivando dichas cualidades, algo que lograremos si aprovechamos bien la ayuda que se nos brinda de diversas maneras, ya sea con la educación y disciplina del hogar, de la escuela o de las entidades sociales en las que trabajamos, o con los sabios consejos de quienes son personas maduras y nos dedican parte de su precioso tiempo. También se pueden aprovechar las experiencias vividas para un aprendizaje y refinamiento.
La velocidad con que vayamos progresando es menos importante que nuestros sinceros e intensos esfuerzos por superarnos.
Debemos resolvernos a oponer una constante resistencia a las tendencias generalizadas pero que manifiestan debilidad de carácter y falta de autodominio. Y determinarnos a desarraigar de nuestra mente y corazón cualquier tendencia malsana para evitar ser empujados a la pérdida del control de nosotros mismos.
Por razones de educación o vivencias del pasado hay quienes tienen mayor dificultad de ejercer autodominio.
Ello debería hacer que los que lo hayamos desarrollado en una medida satisfactoria, manifestemos compasión y comprensión, para con quienes el dominarse no está todavía controlado y hasta puede perjudicarnos de algún modo.
Si los que pierden el control fácilmente no hallan a nadie que se compadezca y les tenga en consideración, pueden hundirse en la desmoralización y desfallecer, cosa que de ninguna forma ayuda a nadie.
Hay unos campos más difíciles de controlar que otros dependiendo de la persona. Para unos es la comida, la bebida, el juego, etc. etc. Pero para nadie es un camino de flores, más bien la tendencia general es el bajar la guardia, y eso es lo que nadie sensato hará nunca. Sigamos tras la perspicacia, el valor y la determinación para seguir esforzándonos por manifestar autodominio y tomar las medidas necesarias para superar las presiones vengan de donde vengan.
Es posible que a veces nos cueste comprender a los que carecen de autodominio en aspectos que para nosotros no resultan difíciles. Pero cada uno es diferente.
Hay quienes se dejan llevar fácilmente por las emociones, y quienes no. Algunos se controlan con relativa facilidad y no les supone ningún reto el autodominio, pero a otros les cuesta más.
De todos modos, recordemos que la persona que lucha contra una inclinación no es una mala persona.
Entre las fuerzas que ayudan a ejercer autodominio está el temor a desagradar a quien uno ama mucho. El respeto a la vida y al bienestar ajeno. La alta estima de la dignidad personal. El luchar por alcanzar metas que uno se pone en la vida. Etc.
Nos sirve de protección y nos ayuda en nuestra resolución de dominarnos el que no olvidemos nunca las malas consecuencias de hacer cosas que aunque den mucho placer son dañinas después. El ceder a los deseos egoístas priva después a uno de su amor propio y perjudica su relación con los demás. Llegando a perderse el respeto a la vida
y su verdadero sentido dado por el Creador.
Es interesante reconocer que no solo se necesita ejercer autodominio para no practicar lo que es incorrecto y perjudicial, sino también para hacer lo que debemos hacer para bien nuestro y de los demás.
Hay quienes hasta saben esperar beneficios futuros por ejercer autodominio en circunstancias especiales. Evitan el dejarse provocar y al tiempo cosechan un beneficio inesperado.
La manifestación de autodominio puede ser una fuerza disuasoria que difícilmente pudiera encontrase en otro tipo de actitud.
La capacidad de desplegar amor altruista puede ayudar a desplegar autodominio.
La cualidad del amor altruista nos ayuda a dominar nuestros pensamientos y emociones, refrenar toda tendencia a manifestar envidia o celos, a vanagloriarnos o a hincharnos. El amor nos hace humildes, gente de humildad mental.
Se requiere autodominio para actuar decentemente en todo momento.
Por naturaleza los seres humanos tienden a guardar rencor o abrigar resentimiento. Por lo que hemos de aprender a desechar esa clase de pensamientos.
Requiere autodominio aguantar ciertas cosas, soportar pruebas o cargas y no dejar que estas nos desanimen, ni nos lleven a pagar con la misma moneda.
La gratitud que debemos mostrar por estar vivos y porque nos interesa conservar la vida nos moverá a ejercer autodominio.
Si somos humildes y apacibles, no nos ofenderemos con facilidad por algún daño real o imaginario. No nos apresuraremos a tomar la justicia por nuestra mano, por decirlo así, sino que nos controlaremos y estaremos dispuestos a esperar la verdadera justicia.
En la convivencia con la familia o en el trabajo, surgen continuamente ocasiones donde hay que desplegar autodominio. De esta forma se pueden evitar muchos enfrentamientos que terminarían en ocasiones en verdaderas tragedias.
Con los hijos desde pequeños debe administrase la disciplina y se requiere calma y mucho amor . Si no se desplegara autodominio, lo que ocurriría sería todo lo contrario, gritos y peleas ; y los resultados desobediencia y rebeldía.
Las recompensas que podemos esperar por esforzarnos arduamente por desplegar dominio de nosotros mismos en todo momento, serán :
-Que nunca cosecharemos los frutos amargos del egoísmo.
-Tendremos amor propio y una conciencia tranquila.
-Evitaremos muchísimas dificultades y nos mantendremos en el camino a la vida.
-Además, podremos beneficiar a otros al mayor grado posible.
-Y agradaremos a nuestro Creador, que nos permite desarrollar sus cualidades.
Se requiere autodominio para manifestar un espíritu de apacibilidad.
Además, requiere autodominio el que uno se vigile a sí mismo. De igual manera, es muy importante que se ejerza autodominio cuando una persona angustiada acude a uno por ayuda. Prescindiendo de lo que se piense del individuo, hay que ser bondadoso, paciente y comprensivo.
En vez de apresurarse a dar consejo, se debe estar dispuesto a escuchar y esforzarse por hacer que la persona exprese lo que realmente parece molestarle.
A veces requiere mucho autodominio el hablar calmadamente en el interés de la verdad y la justicia. Se requiere tal dominio al no tratar de dominar una consideración de asuntos.
En primer lugar el que pierde el dominio de sí mismo debilita su propio argumento en proporción con lo agitado que se pone, pues permite que la emoción eclipse la lógica.
En segundo lugar, el que alguien permita que sus emociones se alteren tiende a molestar o hasta a contrariar proporcionalmente a los demás.
El autodominio también es muy necesario para evitar ser parciales y no abusar del poder.
¡Qué fácil es ceder a la tentación y permitir que ideas humanas nacidas de la imperfección influyan en lo que uno dice o hace!


 

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