CAPÍTULO 100 - CARGARSE CON TODAS LAS RESPONSABILIDADES
-LO QUE PUEDE PASAR POR NO SABER-
Este es el capítulo 100 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER
Algunas mujeres, durante su infancia, han visto en su casa cómo su madre tenía que hacerse cargo de absolutamente todo lo relacionado con el hogar, con los hijos, y hasta de la pareja como persona y como concepto. Y vieron que su padre no colaboraba en las tareas y funciones en que podía ayudar.
No nos engañemos: para el hombre es más cómodo no tener que hacerse cargo de algo que siente como “trabajo desagradable” o “problemas”. Además, quienes siguen aferrados a la educación un poco machista que antes se aplicaba, pensará que “son asuntos de mujeres. Para eso están”.
Como la mujer es más responsable en ese sentido, si detecta que su pareja no colabora, comenzará pidiéndole que lo haga; primero de un modo amoroso y con su razonamiento correspondiente, y más adelante sin la sonrisa y con una seriedad notable, y si él no reacciona, entonces con muy mal humor y un enfado muy importante.
Si hay un resultado adverso para su solicitud de colaboración, entonces piensa que no le queda otra opción que resolverlo ella misma –casi siempre refunfuñando entre dientes, o bien directamente iniciando una guerra de frialdad- y se hace cargo de todo. Aunque ese todo pueda con ella.
Está repitiendo un modelo que vio durante su época de aprendizaje de lo que es la mujer y la pareja, o, si no lo vio así en su casa, está tomando conciencia de lo que puede pasar si no toma la responsabilidad y el mando, y engrosa con ello la inacabable lista de mujeres que no han encontrado la colaboración que le corresponde aportar al hombre y han tenido que ser heroínas por obligación.
Cargarse de todas las responsabilidades es una opción extrema. Es la última de ellas. Antes de llegar a ese tope, es mejor intentar, por el medio más adecuado, negociar y repartir tareas, resolver en equipo, mirar entre ambos por el bien de la relación y encontrar la solución a lo que se interponga.
Recomiendo tener paciencia –la desesperación puede esperar todavía un poco más antes de explotar-, e insistir en hacer a quien no quiere ver lo que no quiere ver.
En esto la mujer es mucho más inteligente y, por el hecho de serlo y por ello darse cuenta, tiene la tarea auto-impuesta –aunque sea a regañadientes- de conseguirlo. Y lo puede conseguir.
No hay ninguna ley que diga que las tareas están pre-definidas y adjudicadas obligatoriamente para el hombre y la mujer. No es cierto. Cualquier pareja que se forma parte de cero, sin leyes ni normas de obligado acatamiento, y no tienen que heredar de otras parejas nada más que aquello que les sea útil a ambos y que hayan pactado entre ellos.
Las responsabilidades son para compartirlas. Se puede acordar quién está más capacitado para cada una de ellas, pero no por eso el más capacitado de los dos se tiene que hacer cargo de todo. Si el otro no sabe, que se aplique y aprenda.
Conviene que delegue responsabilidades quien esté saturado de ellas. Es agotador ser Doña Perfecta o Doña Víctima si ello conlleva un desgaste excesivo de uno de ellos como persona, cosa que va a afectar –inevitablemente- a la relación.
Sólo cuando es inevitable hacerse cargo de todo –por una situación física del otro que le impida la actividad- es cuando uno ha de hacerlo. Mientras, al otro le corresponde colaborar. Y con buena cara.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- Es agotador ser Doña Perfecta o Doña Víctima.
- Por muy inepto que sea el otro, por muy irresponsable que sea, es mejor no hacerse cargo de TODAS las responsabilidades que atañen a la pareja.
- Hay tareas que se pueden negociar con el otro miembro, pero hay otras que le son de obligado cumplimiento y las tiene que hacer –salvo que haya una imposibilidad justificable- quiera o no quiera.
- El que no sabe siempre puede aprender. Que alguien use “no sé hacerlo” como excusa ha de ser inaceptable.
Francisco de Sales