EL NIÑO INTERIOR
El Niño interior había tenido una infancia triste y traumática. Cada vez que expresaba alguna emoción su papá le decía que tenía que ser fuerte y duro. Cuando lloraba en lugar de atender a su alma y preguntarle: "¿por qué lloras?", le decía: "no llores, los hombres no pueden llorar". Cuando quería jugar con papá tenía que oir:
-Te pasas todo el día jugando en lugar de ayudar a tu madre y cuidar de tus hermanos o estudiar más.
El Niño interior sólo quería ser niño y poco a poco sus padres le fueron quitando su espontaneidad porqué el Niño interior recibía mensajes del tipo:
"si quieres el amor de mamá y papá tienes que hacer lo que ellos te digan".
Y así para sobrevivir tuvo que encarcelar su espontaneidad y frescura, poco a poco fue naciendo en él la voz de sus padres que ejercía de juez interno y le decía lo que estaba bien y mal y cómo tenía que comportarse.
El Niño interior fue creciendo sin el cariño de sus padres que rechazaban su modo de ser para inculcarle un modelo y un guión de vida y se sentía abandonado emocionalmente.
De allí nacieron sus heridas de rechazo y abandono a partir de las cuales fue creando sus relaciones adultas con los demás.
Siendo adulto su herida de rechazo le hacía huir de los demás para protegerse y su herida de abandono le hacía depender de los demás para recibir cariño. Se establecía una complementareidad psicológica que hacía que cuando alguien le rechazaba él mendigaba su amor y cuando alguien le mostraba su amor él huía por miedo a conectar con sus heridas de infancia. Todo ello creaba juegos psicológicos con el otro que impedían que hubiera intimidad jugando a la víctima y al perseguidor.
El Niño interior se convirtió en un niño sumiso a las órdenes de su padre interno que ejercía de juez y que reprimía sus emociones por miedo a ser herido.
Un buen día el Adulto cansado de ver al Niño interior triste y esclavizado se acercó a él y le dijo:
-Por desgracia el pasado no podemos cambiarlo. Todas las heridas que viven en ti no puedes ocultarlas más, deberías de sanarlas con el perdón y la compasión, dando cariño a esa criatura herida que vive en ti y perdonando a quien te hirió. Trátate como te hubiera gustado que te trataran cuando eras niño.
Entonces el Padre crítico, el juez interno que les estaba escuchando, se acercó a ellos y dijo:
-Lamento no haberte sabido dar el cariño y el amor que necesitabas, pero no te lo dí porqué no lo tenía. A mí tampoco me lo supieron dar tus abuelos.
A partir de hoy seré un Padre nutritivo y cuidaré de ti con la ternura que te mereces.
En aquel momento el Padre crítico liberó al Niño interior del peso de las normas parentales y de su educación mientras le decía:
-Vete a jugar, salta, baila, grita, llora, ríe, dibuja, haz travesuras...
Vive desde tu Ser porqué esa es la belleza de tu divinidad y el secreto de la felicidad
Polet