HAY QUE DEJAR MORIR A LOS MUERTOS
En mi opinión, no estamos preparados para relacionarnos bien con todo lo que tiene que ver con el fallecimiento de un ser querido.
Nadie nos prepara para eso. Es un tema tabú al que, en general, no nos enfrentamos nada más que cuando le sucede a alguien que nos afecta de algún modo; entonces tenemos que salir del apuro urgentemente y como se pueda.
Observo que cuando sale el tema de la muerte en una tertulia muchas personas lo rehúyen, cambian de conversación de inmediato, dicen que les pone mal hablar de ese asunto y piensan, equivocadamente, que no hablando de ello es como si no existiera o como si no fuese a ocurrir nunca. Y no es cierto.
Esa mala relación con algo tan natural y seguro como es la muerte produce efectos graves en algunas personas. Y no sólo graves desde un punto de vista emocional y psicológico, sino también un daño grave al fallecido.
Todos sabemos que cualquier muerte requiere la posterior realización de todo ese proceso llamado duelo. Es más que conveniente hacerlo: es imprescindible, así que a quien no lo tenga claro le recomiendo que busque información y que haga el duelo. Y que lo haga bien o muy bien.
Desde un punto de vista psicológico y emocional, el fallecimiento de un ser querido es una experiencia que puede ser muy traumática. Y por eso conviene conocer y estar preparado para cómo actuar cuando llegue el momento.
Si aceptamos algo tan innegable como que la muerte es inevitable, y lo aceptamos de verdad, y lo integramos, y perdemos el miedo a ese tránsito –porque es absurdo oponerse a lo inevitable-, eso debería facilitarnos nuestro proceso –cuando llegue- y el de la despedida de quien ya no está vivo.
El dolor y el desconcierto por la muerte de un ser querido se supera, aunque se necesite tiempo, pero es cierto que es difícil olvidar a la persona que ya no está. No es necesario olvidarla. Eso sí, conviene tener mucho cuidado con ese recuerdo, que sería conveniente que se limitara a la añoranza y una cierta nostalgia, y que ambas nos provocaran una sonrisa porque hicieran aparecer todo el cariño que se le tuvo y el agradecimiento por lo que se recibió de su parte. Lo peligroso comienza cuando uno siente que sin aquél que le falta la vida carece de sentido, o se siente profundamente apenado y dolido, tanto como para no poder seguir la propia vida con normalidad.
Conviene no escandalizarse por esto que voy a escribir, y conviene reflexionar un poco antes de rechazarlo por su dureza: el que ha muerto es el otro.
Ya no está. Y nada de lo que uno pudiera hacer a partir de ahora cambiaría esa realidad.
La vida propia sigue y tiene que seguir. A pesar del dolor, de la ausencia, de que haya sucedido en contra de nuestros deseos.
Es seguro que cambiarán algunas cosas a partir de su ausencia y que otras ya no serán igual, pero hay que seguir adelante.
No tiene nada de positivo estancarse en el dolor: hay que vivir.
Las emociones puras que uno siente son insobornables y no se les puede hacer cambiar con razonamientos, pero uno sí que puede reflexionar desde el corazón y hacer que al convertirse las emociones en sentimientos colaboren del mejor modo posible.
Es imprescindible quedarse bien tras un fallecimiento, aunque queden restos de tristeza. No es conveniente que el dolor le paralice a uno o le afecte de tal modo que le haga pensar que ya nada tiene sentido, o cualquiera de esos pensamientos que paralizan el desarrollo normal de la vida. Cada persona pensará que su dolor es mayor que el de los otros, y para él así será, sin duda. A pesar de eso, la opción de retomar la normalidad en la vida es la mejor y hay que colaborar totalmente para que así sea.
Hay una razón que es útil para terminar de comprender bien esto: ¿Crees que al fallecido le gustará más verte así, triste y hundido –con lo cual le quedará un sentimiento de culpabilidad por haber fallecido y hasta se sentirá responsable de que estés así- o crees que preferirá verte sonriente y verte bien? Si siente que estás bien, que le añoras pero con buena cara, que sonríes cuando le rememoras, se irá feliz, con la sensación de que cumplió bien su misión en la Tierra.
Hay otra razón totalmente distinta para que dejemos morir dentro de nosotros a los muertos.
Desde un punto de vista espiritual, cuando una persona fallece su alma emprende el camino hacia el sitio donde se preparará para la próxima encarnación. Esto, por supuesto, no es demostrable. Quien crea en ello lo sentirá así, sin dudarlo, y quien sea escéptico no se convencerá hoy por leerlo. De todos modos, esto que escribo es solamente una opinión.
Cuando una persona fallece, se dice que su alma se queda “rondando” cerca de la vida durante un tiempo porque aún se siente atada de algún modo al sitio y a las circunstancias donde ha estado tanto tiempo; es como si quisiera dejar cancelados completamente todos sus asuntos pendientes y soltar las ataduras que le pudieran quedar para poder partir con tranquilidad.
Si hay una persona que le llora, que dice que no entiende que ya no esté a su lado, que grita de dolor por su ausencia, que no puede vivir sin su presencia, y si a su vez tiene sentimientos amorosos hacia esa persona… no podrá hacer con naturalidad su tránsito, sino que se quedará cerca de ese ser desesperado que tanto dice que le necesita.
Así que con ese ser recordado continuamente desde el dolor, y al no obtener la libertad para poder marchar, se quedará estancado en su camino o su evolución, sin poder desapegarse del todo de esta encarnación y sin poder iniciar la siguiente.
A los seres fallecidos hay que recordarles con una sonrisa y no con una mueca de dolor y un llanto desesperado. Ese apego por nuestra parte hacia ellos no les beneficia.
No ama más quien más llora.
El mayor acto de amor que podemos hacer por ellos es recordarles amablemente, tener a mano todos los buenos recuerdos que nos crearon, agradecerles a Dios y a ellos la oportunidad de haber podido compartir un tiempo de nuestra vida, sentirnos satisfechos y gratificados por lo que recibimos y por lo que pudimos entregarles, pero… dejarles morir, dejarles partir para continuar con su ciclo.
Sería conveniente una especie de oración-conversación de despedida, donde se les agradezca su compañía, se les haga ver que fueron buenos en su tarea –como madres o como hijos o como abuelos o como esposas- y que lo hicieron bien; decirles –si es verdad- que se pueden sentir satisfechos de su labor en el mundo, y hacerles saber cuánto amor dejaron a su paso. Todo ello con una sonrisa en la boca o con un llanto de felicidad en los ojos.
Es bueno -para ambos- dejarles morir.
Te dejo con tus reflexiones…
Algunos enlaces donde acceder a información sobre el duelo:
LAS FASES DEL PROCESO DE DUELO
http://buscandome.es/index.php/topic,15012.msg17530.html#msg17530EL DUELO POR LA MUERTE DE UN SER QUERIDO
http://buscandome.es/index.php/topic,11204.msg13383.html#msg13383CÓMO MANEJAR LA TRISTEZA EN EL DUELO
http://buscandome.es/index.php/topic,15087.0.html¿QUÉ ES EL DUELO? (charla)
https://www.youtube.com/watch?v=Z2KpeWY_gpsNUESTRA VIDA DESPUÉS DE SU MUERTE: CÓMO AFRONTAR EL DUELO
https://www.youtube.com/watch?v=rvd0OSIWd0kCÓMO AFRONTAR EL DUELO – Guía de Autoayuda
https://buscandome.es/index.php/topic,16363.msg18963.html#msg18963
