¿TODOS LOS MATRIMONIOS SON IMPERFECTOS?
En mi opinión, en las relaciones de pareja, la convivencia diaria y durante años pone a la vista y con claridad las diferencias existentes entre los ambos miembros.
Siempre hay que recurrir al amor existente –o a lo que quede de amor- para minimizar esas diferencias y sus consecuencias haciendo un esfuerzo para que los posibles roces no afecten a lo esencial de la pareja, que es el amor y la convivencia, porque no siempre es posible aceptarlo todo, comprenderlo todo y perdonarlo todo sin que deje secuelas.
Conozco muchos matrimonios por dentro, o sea más allá de lo que revelan en su exhibición externa con sonrisas incluidas. Entre los que yo conozco, no existe ni uno solo que podría calificar como perfecto.
Antes de empezar a escribir este artículo ya había decidido cómo se iba a titular, y era una afirmación, porque desde mi punto de vista no existe el que es perfecto. Decidí en el último momento cambiar el título inicial previsto, TODOS LOS MATRIMONIOS SON IMPERFECTOS, y convertirlo en pregunta, para que de ese modo uno ya pueda empezar a elaborar su propia idea o actualizar su opinión antes de empezar a leer.
Cuando piensas en los matrimonios que conoces... ¿hay alguno que sea REALMENTE PERFECTO?
Cuando alguien está en pareja puede llegar el momento en que se pregunte: “¿estoy con la mujer con la que quiero estar?”, “¿estoy con el hombre de mi vida?”. Porque hay momentos en que entran unas ganas tremendas de quitarle el pellejo al otro, o de salir corriendo, o de decir de golpe y sin respeto todas esas cosas que uno se ha ido callando. Y a veces, muchas o pocas veces, uno no puede evitar hacerse esas preguntas u otras similares. Y de lo que responda el corazón puede venir la confirmación de estar bien en esa relación, o que –por lo menos- la pareja con la que estamos es la que más se aproxima a nuestro ideal, o puede comenzar un proceso de ruptura al ver con claridad una situación que uno mismo ha tratado de ocultarse pero que se ha convertido en algo ya innegable; se ha convertido –por fin- en el grito que sale de las entrañas y del corazón reclamando.
Los matrimonios son imperfectos en el sentido de que la otra parte de la pareja jamás cumple todos, todos, todos, los requisitos que se deberían cumplir; siempre falla uno en algo, o se equivoca, a veces no tienen los detalles esperados, o tiene mal día, o se le escapa una contestación inapropiada. No hay que olvidar que nosotros somos “el otro” para nuestra pareja y también nos puede ver tal como se ha descrito.
Todo esto forma parte de la relación. Una persona me decía: “Algunos días me parece que no quiero a mi marido, pero no me importa porque sé que le quiero tanto…”, y esto refleja perfectamente lo que es una parte de la relación: altibajos, disgustos, enfados, desencuentros… seguir adelante y amar a pesar de todo; se trata de esmerarse para que cada vez sean menos -hasta lograr que desaparezcan, si ello es posible-, y se trata también de no darle demasiado poder a esas cosas ingratas que pasan, para que no se conviertan en un impedimento insalvable para la relación. Por el bien de la pareja hay que echar mano de la paciencia, de la comprensión… y del Amor.
O sea que… cierta tolerancia –pero sin permitir lo intolerable-.
Y comprensión –total- y paciencia –mucha-.
Y hablar – bastante- y aclarar y compartir y estar unidos siempre.
Y amor –todo el que se tenga, no hay que guardarse nada-.
Y trabajar a diario en esa hermosa construcción que han hecho dos personas que han decidido compartirse durante esta vida. O, por lo menos, durante el tiempo en que se hagan felices y no se hagan daño.
No son fáciles las relaciones con otros y tampoco con la pareja. Eso no hay que olvidarlo. Hay que ser muy conscientes de que lo idílico y la parte de novela rosa no ocupan el 99% del tiempo de relación, y que la realidad es que hay que estar concienciados de que hay que aportar, hay que tener voluntad, poner esfuerzo, dedicación… y mucho, mucho, mucho Amor para que funcione.
Te dejo con tus reflexiones…