A QUIEN TE DAÑE, SÁCALE DE TU MENTE, DE TU CORAZÓN Y DE TU VIDA.
En mi opinión, me veo casi obligado a reflexionar aún más sobre este asunto porque últimamente he tenido que repetir en demasiadas ocasiones la frase del título porque, me parece, indica con claridad qué es lo que hay que hacer con las relaciones tóxicas, con los que nos hacen daño de algún modo, y con las personas que nos restan perjudicándonos.
Los apegos. Son un gran problema. A veces nos quedamos enganchados al pasado, a lo que hubo, a aquello que fue real -o que estuvo muy idealizado- y no le queremos decir adiós. Y esas relaciones duelen, pero las mantenemos con la esperanza –inútil- de que todo cambie y vuelva a ser como antes.
Con las relaciones en las que hubo algunos buenos sentimientos que ya no existen hay que ser valientes, objetivos y sinceros, y tener cuidado con los auto-engaños, con las mentiras con las que uno mismo tergiversa la realidad para mantener viva una ilusión que, en realidad, ya está muy muerta.
En otras ocasiones es un ego herido quien no quiere poner el cierre definitivo que esa relación merece. Uno no quiere quedar como perdedor en la historia y resulta que en muchas ocasiones una pérdida es en realidad una gran victoria. Para reconocer y admitir que es el ego quien dirige esto se vuelve a necesitar ser valientes, objetivos, sinceros, y tener cuidado con los auto-engaños.
Si queremos que algo cambie en este presente es mejor ser radical y sacarlo del todo de la mente –para que no siga perjudicando el recuerdo tergiversado DE LO QUE FUE PERO YA NO ES-, del corazón –para que lo pueda ocupar otra persona que sea digno de ello- y de la vida, para que la vida pueda ser otra –natural y libre- sin cargas innecesarias y sin sufrimientos inútiles.
Sin un FIN no puede haber otro comienzo.
Puede haber personas que no queramos vivir sin ellas pero tenemos que dejarlas ir.
Un dolor presente se convierte en paz o felicidad en un futuro próximo.
A veces hay que renunciar a personas y no porque no te importen, sino porque tú no les importas a ellas.
Me gusta esta frase: “Renunciar no significa ser débil, significa que eres lo suficientemente fuerte como para aceptar lo que no puede ser”.
Renunciar a lo que nos daña es un hermoso acto de Amor Propio.
“El origen de sufrimiento es el apego”, decía Buda. En un acto de valentía uno ha de reconocer la realidad objetiva e innegable de cómo está actualmente la relación con esas personas que dañan, que perjudican, que restan, y aceptar, sin añadirle pena ni dolor, la realidad. Si la realidad dice que nos perjudica, que sólo nos mantienen a su lado el apego y el pasado, es un claro indicativo de que es algo que hay que cancelar y con la conciencia tranquila, sin remordimientos ni reproches, sin sentimiento de culpabilidad ni auto-castigos. Hace muchos años una frase me dejó claro lo que he escrito. “Había que hacerlo y lo hice”.
Si eres honesto, si estás atento, si no dejas que el auto-engaño se entrometa, verás por quién tienes que luchar y de quién tienes que prescindir.
Te dejo con tus reflexiones…