EL RESPETO Y LA ALIANZA CON UNO MISMO
Seguro que has sentido en más de una ocasión que parece que llevas incorporado un enemigo que te boicotea. Algunos le llaman “el inconsciente”.
Es cierto que a veces es imposible no sentirse mal porque las cosas no salen como uno quisiera, pero, en cambio, no se profundiza en una reflexión hasta averiguar que uno no ha hecho nada por su parte –o ha hecho muy poquito- para que se diera otro resultado distinto y mejor.
Para avanzar en este Proceso, es muy conveniente organizar un Concilio Interior en el que convocar al timorato que nos habita, al negativo y al optimista, al cobarde, al excesivamente osado, al de las dudas eternas, al vago que lo aplaza todo, al niño irresponsable y al que sólo aparece al final y para meter el dedo en la llaga.
Es imprescindible una Alianza con todos ellos para que colaboren con sus aportaciones o para que no entorpezcan con sus obstáculos habituales.
Todos remando juntos en la misma dirección y todos aportando su granito de arena.
Se requiere un respeto absoluto por y durante el Proceso, una voluntad que se sienta seducida por la idea de mejora, y poner la energía, el esfuerzo, y los conocimientos, todos juntos y orientados hacia el mismo fin.
Una vez tomada la decisión e iniciado el Camino es mejor contar con todas las colaboraciones posibles a favor. Se necesitará todo el ánimo disponible, toda la lucidez atenta, que la alianza con uno mismo esté reafirmada, y el objetivo claramente visualizado.
Hay que evitar tener enemigos en contra y tener la idea firme y clara de que esta vez sí se va a conseguir.
Esta vez sí se cuenta con la voluntad firme de querer hacerlo, con el respeto que el Proceso se merece, y con la decisión consolidada.
El siguiente paso es convocar ese Concilio. Preparar el discurso de presentación, que sea muy claro y todo lo amplio que se requiera; no esconder que pueden surgir dificultades y encargar a alguien que reponga de energía y optimismo cuando eso suceda –que sean el corazón, o la voluntad, o el coraje, o la esperanza, por ejemplo-; hablarles de cómo van a cambiar las cosas al final del Proceso, de cuánta paz está esperando en la meta, y de la satisfacción de recuperar esa Autoestima de la que sentirse satisfecho y beneficiado.
Hay que hablarles en el modo habitual, no utilizar un lenguaje que suene irreal –como una arenga-, porque no surtiría efecto.
Y digo todo lo anterior en serio: no lo digo de un modo simbólico, ni alegórico, ni figurado.
La dignidad personal puede reclamar lo que se merece y decir que se sentirá muy satisfecha de que la Autoestima retome el lugar que le corresponde. El Amor Propio tiene mucho que decir y mucho que merecer. La vida de uno mismo se merece lo mejor y cualquier esfuerzo para alcanzarlo será ampliamente compensado.
Recomiendo expresamente que se haga este trabajo.