HORROR: YA HE LLEGADO AL TIEMPO DE LOS ARREPENTIMIENTOS.
(Segunda parte)
NO TODOS MIS ABRAZOS HAN SIDO ABRAZOS
No siempre han sobrepasado el hecho de rodear a alguien con los brazos –que parece algo más bien acaparador- y no siempre se han convertido en refugio, en cuna, en acogimiento incondicional, en una manera de poner dos corazones frente a frente, en un modo de hablar de amor sin palabras. A veces rodeaban pero estaban callados. En bastantes ocasiones –últimamente más a menudo- sí han cumplido bien su cometido, cosa que me satisface.
NO SUPE HACERME LAS PREGUNTAS ADECUADAS EN EL MOMENTO ADECUADO
No me hice todas las preguntas que rondaban por mi inquietud. Tal vez fue la pereza de tener que pensar cuando sé que no soy capaz de pensar bien y que no siempre acierto con mis pensamientos. Tal vez detrás de esa ausencia de preguntas estaba la realidad de que encontrarlas podría llegar a ser incómodo. Cuando se vive en la ignorancia y en la ausencia de inquietudes todo parece más cómodo, aunque, desde dentro, una voz tímida y apocada, reclama de vez en cuando ser escuchada. A fin de cuentas eso sólo pasaba de vez en cuando y yo tenía la habilidad de distraerla con cualquier cosa, con lo cual conseguía a un mismo tiempo un poco de tranquilidad y el mayor de los autoengaños. Si uno tiene la valentía y la dignidad de hacerse esas preguntas importantes e imprescindibles la vida da un cambio muy notable. Un gran cambio. Muchas de las cosas que no viví o no hice fueron porque no me pregunté ¿qué quiero?, ¿cuáles son mis deseos?, ¿qué necesito? Si hubiese tenido la honradez y la valentía de hacérmelas a menudo habría descubierto cosas que tal vez hubiese cambiado, con lo cual mi vida, y yo también, hubiésemos cambiado.
NO HE SABIDO RELACIONARME SIEMPRE DESDE EL CORAZÓN
Esta es una tarea complicada… o sencillísima. El mundo de los sentimientos parece que no está hecho para todos. Recomiendo esforzarse al principio a quien le cueste hacerlo porque después podrá comprobar que ya sale con naturalidad. No hay que reprimir los sentimientos, sobre todo cuando son buenos y van dedicados a otra persona; son muy agradables, tanto para el que los recibe –siempre son bien recibidos- como para el que los entrega, porque la satisfacción que se siente en esos momentos es irrepetible –no se puede conseguir de otro modo ni en otro sitio- y no hay otro lugar donde crearla ni natural ni artificialmente.
NO HAY QUE INTENTAR CAMBIAR LO QUE NO SE PUEDE CAMBIAR
Hay una oración, que se atribuye a Alcohólicos Anónimos, que dice así: “Dios, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que sí puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia”. Es genial. Refleja perfectamente el mejor modo para afrontar los grandes asuntos que nos van a complicar un poco la vida. Si ya se tiene claro que algo no se puede cambiar –porque se ha sabido diferenciar de lo que sí se puede cambiar aunque sea con esfuerzo-, ¿para qué esforzarse, derrochar energía inútilmente, sufrir, enojarse, frustrarse?
A mí me gusta decir que hay que colaborar con lo inevitable, porque oponerse a ello es inútil y contraproducente y ya que es inevitable… pues no nos amarguemos por ello y aceptémoslo como es. Aceptar es evitar una batalla que se va a perder de todos modos después de derramar mucha sangre.
PERDER EL TIEMPO
Cada uno es dueño de su tiempo de vida y puede y debe hacer con ese tiempo lo que quiera, e invertirlo en lo que quiera y como quiera. “Perder el tiempo” puede ser enriquecedor o frustrante dependiendo del concepto que cada uno tenga de eso. Si eres de esas personas que quiere vivir con intensidad cada momento de la vida, el que “pierdas” no lo habrás vivido según tu criterio y te creará conflictos. Si eres capaz de “perder el tiempo” voluntariamente, porque tú libremente lo has decidido así, entonces no estarás perdiendo el tiempo porque estarás haciendo lo que has decidido hacer, o sea lo que quieres. Esto parece demasiado elemental y básico, pero le da verdaderos quebraderos de cabeza a muchas personas que se quedan un día absortas mirando alguna cosa, o tumbadas en el sofá, o en una conversación intranscendente y luego se quejan “del tiempo perdido” haciendo eso. A mí me funciona bien decirme que voy a invertir una parte de mi vida en estar tumbado en el sofá sin hacer nada porque decido “hacer nada” y así me funciona bien porque no me enrollo después en una discusión conmigo mismo “por haber perdido el tiempo”. Aprovecho para decir que yo tengo muy clara otra cosa que es demasiado elemental y básica: no se pierde el tiempo, se pierde la vida. El tiempo es algo intangible, es solo un concepto, pero la vida sí es real. Y la vida, lamentablemente, es IRREPETIBLE e IRRECUPERABLE.
Si te perdiste la 1º parte la puedes ver aquí:
https://buscandome.es/index.php/topic,20560.0.htmlTe dejo con tus reflexiones…
