EGO, NO EGO. ¡ESA ES LA CUESTIÓN!
Respeto las creencias religiosas de cualquiera, en correspondencia con que para mí es aún más sublime el contexto espiritual, mas no dogmático de cada una de éstas.
Hecho este comentario, me permito compartir esto, esperando poder servir.
En un taller, hace algún tiempo, hice las siguientes preguntas a las personas que me honraron con su asistencia:
¿Qué es el Catolicismo?
¿Qué es el Islamismo?
¿Qué es el Taoísmo?
¿Qué es el Budismo?
¿Qué es el Cristianismo?
Después de pequeños y cordiales debates para dar respuesta a cada pregunta, y basándonos en la etimología de las mismas palabras, unificamos criterios al concluir que el término “ismo”, en estos casos, lo aplicamos como “culto a…” anteponiendo el prefijo de cada ideología.
Llegado este punto, entramos en materia con la siguiente pregunta:
¿Entonces, qué es el Egoísmo?
El impacto fue muy bello, pues las reacciones realmente empezaron a provocar una profunda reflexión. Desafortunadamente, la expresión egoísmo en sí, sobre todo en occidente, tiene una connotación negativa. Cuando se menciona que alguien tiene actitudes egoístas, las etiquetamos en un contexto de envidia, de avaricia, de falta de generosidad, de falta de desprendimiento, etc., etc.
Sin embargo, creo, pienso y siento, que el egoísmo es el culto al Ego, o debería de serlo con plena conciencia de su importancia y significado. En un sentido positivo y profundo, no hay nadie ni nada más importante que “Yo”, individualmente hablando.
Si se nos enseñara esto desde pequeños y se nos enseñara a amarnos, a respetarnos, a valorarnos, entendernos, aceptarnos, etc., a nosotros mismos, entenderíamos muchas grandezas sin tanto esfuerzo y no a costa de tanto dolor y sufrimiento. Nos daríamos cuenta, sin tanto esfuerzo, de nuestro propio potencial, de nuestro cometido, y de todo aquello a lo que realmente venimos.
Sin embargo, se nos enseña a amar a nuestra madre, a nuestro padre, al hermano de una forma en que es “obligatorio” amarles, porque si no, no somos “normales” no somos “buenos hijos”, “buenos hermanos”, cuando en realidad, ese amor ya es intrínseco.
Después, viene la implantación del “amor” al país, a la bandera, a los maestros, etc.
Y entretejido con todo esto, a Dios, bajo la ideología de cada cultura y núcleo familiar. Con todo esto, se nos condiciona a amar “hacia fuera” únicamente. Entonces,
¿Realmente nos enseñan a amarnos a nosotros mismos?
¿Se nos dan los elementos suficientes y necesarios para entender y aceptar nuestra verdadera naturaleza?
Con suerte, recibimos unos cuantos de estos elementos, pero la mayoría de las veces necesitamos desaprender todos los elementos erróneos. Y es ahí, cuando por fin nos damos cuenta, que debemos aprender a ser egoístas, esto es, preocuparnos por nutrir a nuestro verdadero Yo, al Ego, al Logos creador, a la esencia que nos da origen, con lo que realmente necesita para que poco a poco crezca y se acerque a su fuente real.
Ese es el culto al ego que nos debemos permitir, aprenderlo, soltar aquello que no nos sirve, que nos ata, aun y cuando venga de nuestros padres, hermanos, parientes, etc.
Ellos tienen el mismo proceso, y solo ellos sabrán cuando iniciarlo, si es que aun no lo han hecho.
Te invito a que seas Egoísta, que entiendas que si tú estás bien, harás bien; que si realmente te amas a ti mismo, puedes amar realmente a los demás, y te darás cuenta que es así cuando paradójicamente inicia el fin “egoísmo”.
¿Confundid@?...
Piensa…
Siente…
Namasté…
(Asdrúbal Atzayácatl Durán B.)