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 NO DIGA SÍ CUANDO QUIERA DECIR NO (tercera parte)



Julio 16, 2012, 06:15:23 am
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NO DIGA SÍ CUANDO QUIERA DECIR NO (tercera parte)
« en: Julio 16, 2012, 06:15:23 am »
TERCERA PARTE


LA RELACIÓN ÍNTIMA

Existen muchos tipos de relaciones íntimas; con un hijo, con sus padres, parientes, amigos, etc., donde la amistad se ha definido como “la intimidad compartida”. Pero en el matrimonio, es “la participación en la intimidad”. En la relación íntima óptima, el otro es como parte de usted mismo. Al satisfacer las necesidades de esa otra persona, usted satisface sus propias necesidades. Sin embargo, continúa siendo usted mismo, como individuo. En esa fusión la individualidad de cada uno se hace más fuerte.
En las situaciones amorosas, en la elección de marido, esposa, amante, en el modo de relacionarse con el otro, los individuos suelen con frecuencia tratar de ver cumplidas todas sus esperanzas, satisfacer sus necesidades infantiles que nunca han resuelto o, repetir compulsivamente situaciones conflictivas en su empeño inconsciente por dominarlas.
El AA enseña que, en vez de decir: “Mi cónyuge debería ser distinto”, usted ha de aprender a preguntarse: “¿Qué estoy haciendo yo para motivar la misma conducta que deseo evitar?”
Ayuda a cada uno de ellos a desarrollar canales de comunicación, ya sea oral o no.
Les ayuda a ambos a fijarse objetivos alcanzables a corto plazo.
La verdadera espontaneidad deriva de la autodisciplina y del dominio del arte. Aprenda el arte, y ya se desarrollará la espontaneidad.
Tanto usted como su cónyuge deben aprender el hábito de prestar atención a las conductas que desee ver aumentadas en el otro.
La idea fundamental del matrimonio empieza a ser el evitar cosas desagradables en vez de la búsqueda del placer mutuo y de la satisfacción del otro.
Aprenda a comunicarse. Llevar una “máscara en público” tal vez resulte efectivo en ciertos trabajos o situaciones sociales sin complicaciones, pero no sirve de nada en una relación íntima. Si usted adopta una máscara, ya no podrá comunicarse íntimamente.
La buena comunicación es la base del matrimonio de éxito. Si usted no expresa sus sentimientos abiertamente, disminuye su participación en la intimidad. Surgen malos entendidos. Cuando las cosas van mal, la buena comunicación es un factor de corrección. Sin ella, incluso un detalle irritante se convierte en un problema gigantesco. La insatisfacción se desarrolla más y más, lo que puede dar como resultado efectos destructivos.
Hable con franqueza de las cosas triviales, porque la mayoría de los problemas maritales se refieren a asuntos triviales.
No se trata de si debe hablar, sino de cómo y cuándo. No es agresivo el defender los derechos de uno, es asertivo. Usted tiene que discurrir el medio de decirle algo a su cónyuge de un modo que aumente la comunicación, no de modo ofensivo.
Recuerde, la comunicación no necesita ser verbal. La mejor comunicación combina actos y palabras. Abrácela, sí, pero dígale también que la quiere. A la gente le gusta oír cosas además de experimentarlas.
Aprenda a pelear, pero pelee limpiamente. El conflicto verbal entre los íntimos no sólo es aceptable, especialmente entre marido y mujer, sino que resulta constructivo y altamente deseable. Los matrimonios que se pelean son los que siguen juntos, mientras que sepan pelearse adecuadamente. En una relación íntima, la expresión de cólera es tan importante como la expresión de ternura. Un matrimonio que no tenga por lo menos una pelea de vez en cuando se convierte en una unión carente de intimidad. Usted no pelea para ganar, sino para despejar el ambiente, para compartir los sentimientos y obtener una mayor comprensión mutua, con lo que ambos ganan.

ESTABLEZCA REGLAS BÁSICAS.

La razón de la pelea ha de ser lo que usted cree que ha hecho su cónyuge, no la clase de persona que cree que es.
La pelea debe estar igualada. Establecer la regla de que el más débil puede iniciar una pelea en cualquier momento, pero el más fuerte debe dar aviso por adelantado o comenzar la pelea sólo cuando el débil se sienta fuerte.
No acorrale a su cónyuge. Esta clase de victoria produce desesperación y deseos de venganza en el otro, más que intimidad.
Hable después de sus peleas, al modo en que habla después de su vida sexual. Diga lo que le gustó y lo que no le gustó.
Aprenda a expresar sus emociones a través de las peleas.
Aprenda a controlar las peleas destructivas.
Deje de pelearse porque sí.
No se salga del tema de la pelea. Recuerde que una pelea no tiene por qué llegar a una resolución definitiva. Es parte del intercambio continuo de sentimientos y de la comprensión de una relación que va haciéndose más íntima.
Comuníquese para mejorar sus sentimientos sobre el hogar y tomar decisiones al respecto.
En el matrimonio es bueno compartir, pero no la participación del ciento por ciento. Cada uno necesita su propio territorio. La unión constante se transforma en esclavitud.

EL ENFOQUE ACTIVO DE LA RELACION SEXUAL

La verdadera intimidad no significa un intercambio de favores (yo la excito y ella me excita a su vez). Para conseguir la esencia del cariño del otro, usted se ofrece en primer lugar para su placer. Más que actuar como un espectador no comprometido, usted comparte los sentimientos y sensaciones del otro como si fueran suyas.
El fracaso sexual no solo surge de las disfunciones sino también de causas más comunes, tales como la falta de frecuencia, libertad y variedad sexual.
Adoptar una actitud activa significa que usted examina y evalúa su relación sexual. Luego, examina aquellas áreas en las que puede hacer algo para mejorarla, y continúa haciendo esto de modo sistemático, siempre trabajando en cooperación con el otro.
El sexo oral, el sexo anal o el fetichismo no son normales ni anormales por sí mismos. El grado de normalidad está relacionado con la libertad de elección que tiene usted. Cuando el acto está fuera de control, se hace compulsivo, y usted carece de libertad de elección, entonces se convierte en anormal.
Una fantasía sexual no refleja necesariamente la actuación de fuerzas inconscientes y profundas. La mayoría de ellas son simples hábitos, métodos en que usted ha aprendido a comportarse.
Tratada con amor y con respeto mutuo, la comunicación y la negociación de los problemas sexuales es capaz de resolver muchas dificultades. Para lograr una mejor relación sexual, ella debe enseñar al hombre a satisfacerla. También la mujer ha de aceptar la responsabilidad de satisfacer al hombre. Ha de dejarse enseñar para darle mayor gusto, preguntando cuando ignore algo y atendiendo a sus explicaciones.
Anime el paso siguiente en una dirección positiva.
Limite las conversaciones sobre el sexo a la conducta, más que al modo de ser de una persona.
Diga lo que le guste.
Saque al exterior las cosas que le molestan. En la relación íntima, la deshonestidad impide siempre que una pareja resuelva sus dificultades sexuales.
Preste atención a lo que pueda hacer de un modo distinto.
Practique la enseñanza sin palabras. Demostrar el cómo quizá valga más que mil palabras.

¿Cuál es la frecuencia normal?
Se nos ha educado para tener tales dudas sobre nuestra educación sexual, tales temores ante las desviaciones, que nos parece una amenaza el estar por encima, o por debajo, de la frecuencia “normal”. Y ésta depende de su salud y condiciones físicas, de su edad, de lo que siente por el otro y de la clase de relaciones que mantienen, del ambiente inmediato y el estilo de vida en general, y otras muchas variables. No puede decidir lo que es normal, así que olvídese de la normalidad y haga lo que quiera.

¿De qué sirve decidir lo que quiero?
El otro no estará de acuerdo conmigo.
Como con otros muchos aspectos de la relación íntima, tal vez difieran las necesidades y deseos de cada uno. Puede que usted no consiga lo que quiere, pero recuerde que la conversación activa es mejor que la aceptación pasiva de lo insatisfactorio.
Al modificar la conducta sexual usted puede cambiar su vida, y, con ello, aportar una mayor felicidad a toda su vida y su personalidad. Al ir avanzando hacia la meta de una mayor intimidad en sus relaciones, recuerde una cosa: el mejor afrodisíaco es el amor.

ASERCIÓN MEDIANTE EL DOMINIO PROPIO

Usted puede modificar, controlar y cambiar su propia conducta. Aun cuando un hábito nocivo se haya convertido ya en su marca distintiva de toda la vida, es posible erradicarlo. Las conductas indeseables pueden cambiarse por las que se desean. Al transformar su propia conducta, usted se muestra realmente asertivo. Porque el dominio de uno mismo, que con frecuencia se denomina dominio propio o fuerza de voluntad, es parte importante de la aserción. Cuando usted realiza un acto que aumenta el respeto que siente por sí mismo, crece también su auto-estimación. Y a la inversa, cuando usted se demora en el trabajo, o come en exceso, o lleva a cabo un acto que le hace perder el respeto por sí mismo, su auto-estimación se viene a tierra.
Con frecuencia, el quid de la cuestión consiste en identificar el hábito específico que desea cambiar. Una vez sepa cual es, podrá cambiarlo por el simple hecho de ordenárselo a sí mismo.

POR QUÉ FALLA USTED CON EL DOMINIO PROPIO

Cambiar sus relaciones consigo mismo es algo tan importante como cambiar su modo de ser con el fin de mejorar sus relaciones con los demás.
Usted fracasa porque jamás ha aprendido el arte de transformarse a sí mismo. Es incapaz de hacer lo que no sabe… y esta falta de conocimiento le impide incluso tratar de realizarlo.
Usted fracasa porque es pasivo. No le gusta la conducta, pero no trata de modificarla. Esta falta de acción aumenta su sensación de impotencia.
Usted fracasa porque no ha aprendido el concepto de fuerza de voluntad. La frase “fuerza de voluntad” dice que usted posee cierto control de sus actos, siempre que desee ejercerlo. Pero lo que no le dice es lo que tiene que hacer. La fuerza de voluntad puede servir como el punto focal para que usted se transforme, sólo si hace de la acción un corolario.
La fuerza de voluntad significa que todo depende de usted, no de las circunstancias ni de una fuerza interior. Es usted el que ha de hacer que las cosas sucedan.
Si usted desea cambiar un hábito específico, busque las motivaciones positivas que mantienen esa conducta que no desea y elimínelas. No se limite a las que resulten agradables o le parecen un premio. Cualquier consecuencia que siga a al conducta puede ser la motivación. Si la suprime, debilitará la conducta.
El único modo de aumentar una conducta es motivarla. El único modo de librarse de una conducta es extinguirla. El castigo tiene usos muy limitados.
Basta la comprensión de la interacción del individuo y el ambiente para cambiar la conducta. Es interesante observar que no sólo es más humano entrenar animales, niños o personas, premiando la conducta deseada antes que castigando la conducta no deseada, sino que más efectivo.
Si no le gusta su modo de comportarse ahora, no se culpe a sí mismo por carecer de fuerza de voluntad, disciplina o impulsos. Considere que éstos son hábitos. Decida qué cambios desea efectuar y láncese con deliberación a un programa destinado a llevarlos a cabo.

1.   Identifique el hábito que desea transformar.

2.   Haga un contrato de intención, declarando que quiere cambiar su conducta (hágalo consigo mismo o con alguien más).

3. Examine la situación y trate de que la conducta a transformar le resulte difícil de realizar, y en cambio le sea más fácil cumplir la conducta deseada.
Disponga el ambiente con el fin de eliminar todo lo que favorezca a la conducta que quiere transformar, y en cambio refuerce todo aquello que favorezca la nueva conducta.
Impida que tenga lugar la respuesta que no desea.
Suprima la conducta que no desea, castigándose a sí mismo. Repito, que el castigo no es por lo general la técnica más efectiva para el cambio de conducta. Sin embargo, a veces se tarda demasiado en lograr la conducta apetecida, o no se la puede motivar si el hábito contrario está demasiado arraigado, o no se descubren los estímulos que mantienen el hábito y, por tanto, no puede extinguirse. En estas circunstancias, el castigo puede ser útil.
Vaya formando la conducta que desea.

4. Descubra qué consecuencias de la conducta que quiere suprimir sirven para motivarla. Ha de buscar consecuencias inmediatas del acto.
Tal vez tenga usted que cambiar la conducta de las personas que le rodean para evitar las consecuencias que le mantienen o incrementan el hábito.
En la vida diaria hallamos un ejemplo familiar para todos los que hayan intentado seguir una dieta. Cuando alguien sucumbe a la tentación y toma algo de muchas calorías, todos los que le rodean le dicen: “¡Vaya! ¿Qué hiciste con la dieta?” Al prestar atención a la costumbre de quebrantar la dieta, la motivan. Sin embargo, cuando cumple la dieta a rajatabla los demás tienden a ignorarlo, retirando así la motivación del hábito de obediencia a la dieta, con lo que tiende a decrecer la frecuencia de esa conducta. De modo que sus comentarios son todo lo contrario de lo que se necesita para mantenerle en la dieta.

5. Establezca el hábito deseado.

Motivaciones de tipo social, cosas que le causen placer, algo que tiene mucha costumbre de hacer. Utilice motivaciones positivas. Usted puede premiarse mentalmente por desarrollar cierta conducta. Comprenda que la sensación de que está haciendo algo por su propio bien puede servirle de motivación poderosa.

FALTA DE MOTIVACIONES: DEPRESIÓN

Surgen por carecer de motivaciones positivas en su vida.
Tal vez usted se haya formado un estilo de vida en general que permite pocas oportunidades para la motivación.
Tal vez usted haya tenido motivaciones positivas en su vida… y las ha perdido.
Muchos teóricos afirman que el significado de las motivaciones que usted pierde es lo que le produce la depresión. Según el síndrome de vacío, la madre comprende que ya no es necesaria… el hombre despedido de su empleo comprende que profesionalmente es inadecuado…la muerte de un ser íntimo significa la falta de afecto y la amenaza de la soledad.
Usted centra su vida en torno a motivaciones negativas. Su motivación no surge de las cosas buenas que puedan sucederle, sino de evitar que las malas empeoren. Ha de hacer cosas que le supongan una fuente de satisfacción, y prestar gran atención a todo sentimiento de placer que se derive de ellas. Una de las características de la depresión es la incapacidad de emprender la acción.
Si usted es incapaz de comprender que, en realidad, sí hay placer en su vida, tal vez la mejor motivación para usted sea el conocimiento de que está empezando a controlar su depresión.


(Herbert Fensterheim)

 

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