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 ¿POR QUÉ SI NOS TENEMOS AFECTO DISCUTIMOS TODO EL TIEMPO?



Marzo 07, 2013, 05:48:03 am
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Desconectado juan vega

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¿POR QUÉ SI NOS TENEMOS AFECTO DISCUTIMOS TODO EL TIEMPO?
« en: Marzo 07, 2013, 05:48:03 am »
 ¿Por qué si nos tenemos afecto discutimos todo el tiempo?

 
¡Es inaguantable! ¡Me tiene mártir! ¡Maldigo el día que me enamoré!...
Frecuentemente son justo  aquellas personas que se complementan y desean prácticamente lo mismo de la vida, las que adoptan un modo de tratarse que podría titularse "voy a hacerte la vida imposible" o  estilo "perro y gato".

Son esas parejas en los que cada uno se siente incapaz de emprender la vida sin el otro, pero se enfrasca en cuantas  quejas guarda hacia su pareja. Las discusiones suben de tono, tornándose cada vez más quisquillosas y en una espiral de hostilidad van recreando su propio infierno. Ellos mismos avivan el fuego de un resentimiento del  que por muy quemados que estén, no encuentran la forma de huir.

Su problema es que quieren relacionarse, pero ignoran cómo dirimir constructivamente
las diferencias que esto, inevitablemente, implica: ellos no "discuten",  sino que  "pelean". 


Mientras que en la discusión  solo criticamos conductas específicas de modo que el otro si quiere las pueda corregir, en una pelea, lo echamos todo a perder.
Realmente, la discusión bien llevada une en el respeto y convierte las dificultades en pruebas que nos hacen crecer interiormente, nos comprueba el vínculo entre adultos sensatos.

Pero por el contrario, en la pelea descalificamos al otro como persona y le acusamos de nuestros sentimientos negativos (desmereciéndole,  comparándole, como persona, o incluso insultándole, de modo más o menos tácito). Ello hace que el otro se sienta mal y a su vez -si se contagia - nos culpe de sus propios sentimientos.


Penosamente, la pelea desgarra  y degrada nuestra relación al dejarla pisotear por las dificultades que afrontamos,   mermando el amor.

Si cuando enfrentamos diferencias recordamos que pelear es  contraproducente y en cambio nos mantenemos en el campo de la discusión, entrenaremos cómo comprendernos y todo será más positivo, por el bien de la relación, de nuestros buenos sentimientos mutuos y de nuestro bienestar personal.


Por eso, si usted sospecha que  la relación con quién ama arroja demasiadas insatisfacciones, conviene que atienda lo que verdaderamente está haciendo con ella:

... si pelea, se tensa
... si discute se explica

... si pelea no escucha, piensa qué contestará
... si discute atiende y entiende al otro

... si  pelea intenta con- vencer
... si discute intenta com- prender

... si pelea siente que hay un enfrentamiento entre dos bandos.
... si discute parte de que hay un objetivo común y es la mútua empatía

... si pelea mezcla temas , saca trapos sucios, ataca personalmente
... si discute analiza temas concretos por separado y enfoca la cuestión, no la persona.

... si pelea juzga al otro y evalúa cosas ya pasadas como resentimientos
... si discute piensa en un problema y busca ahora soluciones para el futuro

... si pelea sabe que o ataca, o calla  guardando un rencor
... si  discute sabe que o arregla las cosas, o se van pudriendo

... si pelea no repara en dónde está, ni cómo lo hace, ni quién le oye
... si discute controla perfectamente el cuando, dónde y con quién quiere dirimir diferencias

... si está en una pelea se siente entre el ataque y la defensa
... si está en una discusión se siente entre el reto y la solución

... si pelea compite, cree que solo uno puede ganar y el otro perderá.
... si discute coopera, cree que hay que ganar juntos o ambos pierden.

Tras pelear cada uno se siente de peor humor, pues nota que  se ha deteriorado algo en el afecto.
Tras discutir cada uno siente mejor humor, porque se ha buscado una verdadera entente y hay un objetivo común.

Ciertamente, las discusiones dan pulso a la relación y la pareja que ha dejado de discutir no siempre es la más consolidada y feliz. La discusión mantenida de forma inteligente, aprendiendo a reírnos de nosotros mismos gracias a la visión del otro, es una fabulosa manera de mejorar personalmente.

En el tratamiento de pareja aprendemos a discutir de modo respetuoso, sincero, honesto e ingenioso. Algo de lo que seguramente tuvimos pocos modelos. Pero fácil si practicamos en la dirección correcta. Una vez sabemos discutir, no solo nuestra relación sino también nuestra autocrítica constructiva o sentido del humor se afianzan  gracias a  las diferencias.

 Es igual que darse la mano, algo que funciona mientras se está discutiendo, pues con ello tendemos una conexión fidedigna: Las manos no engañan y notan antes que las mentes "cuándo mantenemos el afecto correcto", algo más importante que "quién está en lo correcto". 



Paz Torrabadella

 

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