HABITOS MENTALES
LA IMPORTANCIA DE LOS HÁBITOS MENTALES
En primer lugar, debemos asumir que no podemos tratar que nuestras circunstancias cambien, si primero no decidimos cambiar nosotros.
Queremos que primero cambien nuestras circunstancias para luego, a partir de ahí, poder cambiar nosotros. Eso es lo que nos dice la lógica y el sentido común. Pero la práctica y la experiencia de muchísimas personas, nos viene a demostrar que el proceso debe de realizarse a la inversa: primero cambia tu actitud y entonces cambiarán tus circunstancias y la forma en las que las interpretas, las analizas y el modo y la manera en que afectan a tu vida.
Por lo tanto, si queremos que nuestra vida cambie, primero debemos de cambiar nuestra actitud hacia la vida, ya que todos y cada uno de nosotros, podemos cambiar el rumbo de nuestras vidas cambiando nuestras actitudes mentales.
De hecho, mi vida no ha cambiado mucho en cuanto a circunstancias externas se refiere en los últimos años. Sigo en el mismo trabajo, gano más o menos el mismo dinero, aunque ahora tengo más gastos, me relaciono más o menos con las mismas personas, tengo las mismas aficiones, etc.
Entonces, ¿por qué hace tan sólo unos pocos años me encontraba sumido en la depresión y consumido por la ansiedad y la preocupación?
Entonces, ¿por qué ahora siento que disfruto de una vida plena, placentera, ilusionante y gratificante? Pues simplemente, porque cambié mi actitud hacia todo lo que me rodeaba.
Cambié el cristal de las gafas con las que veía y analizaba el mundo, y éste dejó de parecerme un lugar sombrío, triste y desgraciado, para pasar a convertirse en una inmensa oportunidad para poder disfrutar y experimentar cada instante que tengo por delante.
Tengo más o menos los mismos problemas, pero ahora yo los controlo a ellos, en lugar de dejarme ahogar por ellos.
Soy consciente de que probablemente esta sea la única oportunidad que tenga de poder disfrutar de este mundo y de la oportunidad de vivir, así que vivo con la firme actitud y la entera disposición de no perder más tiempo abandonándome a una serie de pensamientos y sentimientos que me alejan de la vida y que me acercan a la muerte.
La vida es cuestión de actitud y de elecciones y yo he elegido vivir sin intentar que nada ni nadie me amarguen mi existencia.
Por lo tanto, nuestra manera de ver y de mirar la vida, es la mejor forma que tenemos de cuidar de nosotros mismos.
“Cuando algo acontece lo único que está en tus manos es la actitud que tomas al respecto” (Epicteto).
Así pues, cambia tu actitud y tus hábitos mentales que tanto daño y dolor te han venido causando, y todo lo demás cambiará, pues la actitud es más importante que el pasado, que la educación, que el dinero, que las circunstancias y que lo que los demás puedan pensar, decir o hacer con respecto a nosotros. Es más importante que la apariencia física que tengamos, que el talento y que las habilidades de que dispongamos. Puede llevar al éxito o al fracaso, al goce o al sufrimiento, a la alegría o a la tristeza, a la lucha o al abandono. Además, lo más increíble y fascinante de nuestras vidas, es que cada uno de nuestros días tenemos la posibilidad de elegir que actitud adoptaremos ese día que tenemos por delante.
Tal y como dijo Confucio:
“Los hombres tienen todos una misma naturaleza; son los hábitos propios de cada uno lo que los separa”.
O dicho de otro modo, que los hombres compartimos una misma naturaleza, pero son nuestras actitudes ante la vida y nuestra forma particular de interpretar el mundo y de reaccionar ante él, lo que nos convierte en seres diferentes.
Por ejemplo, ninguno de nosotros podemos modificar la conducta de quienes nos rodean ni podemos controlar múltiples circunstancias que nos acontecen diariamente, ni cambiar lo que ya ha ocurrido. La única cuerda que podemos pulsar es aquella que tenemos a nuestro alcance, y esa es nuestra actitud.
Muchas veces, creemos que para poder ser felices es necesario que tal o cual persona deje de realizar tal o cual conducta o que deje de realizar tales o cuales comentarios que a nosotros nos causan ansiedad, depresión, ira, preocupación o sufrimiento. Por lo tanto, si esperamos a que esa persona cambie para poder cambiar nosotros nuestra conducta, le estaremos dando poder sobre nuestra vida, sobre nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, ya que ésta persona podrá seguir controlándonos con el simple hecho de no cambiar su comportamiento hacia nosotros. Y lo más probable, es que no lo haga nunca y que sigamos siendo toda la vida una marioneta en sus manos, siempre a merced de lo que esa persona quiera sembrar en nuestras vidas, ya que allí estaremos nosotros para recogerlo, guardarlo y almacenarlo en nuestro interior.
Si este es tu caso, es fundamental que asumas que tú no podrás cambiar, por mucho que te lo propongas, la conducta que determinadas personas tienen hacia ti y que te hacen sufrir.
Por lo tanto, lo más inteligente y práctico, sería tratar de cambiar nuestra actitud hacia las conductas que esa o esas personas realizan con respecto a nosotros, con el fin de que estas dejen de seguir influenciando y alterando nuestros sentimientos y nuestras emociones. Además, suele ser habitual que una vez que cambiamos nuestra reacción y nuestra actitud hacia dichas conductas, éstas se transforman, modificándose e incluso desapareciendo entonces los comportamientos que antes nos molestaban.
Te invito a que hagas la prueba durante unas semanas.
Selecciona alguna conducta particular de alguien que te molesta y que te causa incomodidad.
No reacciones ante esa conducta tal y como vienes reaccionando todo este tiempo atrás, porque ya habrás podido comprobar que esta forma de reaccionar, primero, no soluciona el problema, y segundo, no te proporciona ninguno resultado satisfactorio. Por eso, cambia tu reacción, analiza dicha conducta desde otro punto de vista diferente al habitual, cambia tu actitud y verás como dicha conducta deja de molestarte e incomodarte, e incluso con el tiempo, es probable que incluso desaparezca.
Clemente Franco Justo