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 ¿QUÉ SON LOS CELOS Y POR QUÉ DUELEN TANTO? - Osho



Febrero 05, 2014, 06:15:58 am
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¿QUÉ SON LOS CELOS Y POR QUÉ DUELEN TANTO? - Osho
« en: Febrero 05, 2014, 06:15:58 am »
¿QUÉ SON LOS CELOS Y POR QUÉ DUELEN TANTO?

 

Los celos son comparación. Y hemos sido educados para comparar, hemos sido condicionados a comparar, siempre comparando. Alguien más tiene una mejor casa, alguien más tiene un cuerpo más hermoso, alguien más tiene más dinero, alguien más tiene una personalidad más carismática.

     Compara, sigue comparándote a ti mismo con todos los que se cruzan en tu camino y te sentirás muy celoso; los celos son el efecto secundario del condicionamiento de la comparación.

     De otra forma, si dejas de comparar, desaparecen los celos. Entonces, simplemente sabes que tú eres tú, que no eres nadie más y que no hay necesidad de comparar. Es bueno que no te compares con los árboles, de lo contrario empezarás a sentirte muy celoso: ¿por qué no eres verde? Y la existencia ha sido muy dura contigo: ¿nada de flores? Es mejor que no te compares con las aves, con los ríos, con las montañas; de lo contrario sufrirás. Sólo te comparas con seres humanos porque has sido condicionada a compararte sólo con seres humanos; no te comparas con pavos reales o pericos. De lo contrario tendrías más y más celos: estarías tan cargado de celos que no podrías vivir en lo absoluto.

     La comparación es una actitud muy tonta, porque cada persona es única e incomparable. Una vez que lo has entendido, los celos desaparecen. Todos son únicos e incomparables. Sólo tú eres tú mismo: nunca nadie ha sido como tú, nunca nadie será como tú Y tampoco necesitas ser como nadie más. La existencia sólo crea originales, no cree en copias al carbón.

     Un montón de gallinas estaban en el patio cuando una pelota de fútbol voló sobre la barda y cayó en medio de ellas. Un gallo se acercó contoneándose, la observó por un momento y dijo: “No me quejo, chicas, pero vean el trabajo que están haciendo las vecinas”.

     En la casa de junto suceden grandes cosas: el césped en más verde, las rosas más rojas. Todos parecen tan felices excepto tú mismo. Estás comparando continuamente. Y lo mismo pasa con otros, ellos también están comparando. Tal vez ellos piensan que tu césped es más verde siempre se ve más verde desde lejos. Tal vez piensan que tú tienes una mujer más hermosa… Tú estás cansado, no puedes creer que te hayas dejado atrapar por esta mujer, no sabes cómo deshacerte de ella y el vecino está celoso de ti ¡de que tengas una esposa tan hermosa! Y tú estás celoso de él…

    Todo el mundo está celoso de todos los demás Debido a los celos creamos una coraza, debido a los celos nos volvemos muy malvados.

     Un viejo granjero revisaba de mal humor los estragos causados por la inundación.

¡Hirám! -gritó un vecino la corriente se llevó a tus cerdos.-

     ¿Qué hay de los cerdos de Thompson? -preguntó el granjero-. También se fueron ¿Y los de Larsen? también ¡Mmmmhh! -espetó el granjero sintiéndose mejor-. No está tan mal como pensaba.

     Si todos están sufriendo, se siente bien; si todos pierden, se siente bien. Si todos están felices y triunfando, sabe muy amargo.

     Pero, ¿por qué entró en tu cabeza la idea del otro en primer lugar? Una vez más permíteme recordártelo: porque no has permitido que tu propia energía fluya: no has permitido que tu propia dicha fluya, no has permitido que tu propio ser florezca. Por lo tanto, te sientes vacío por dentro, y miras el exterior de otros porque sólo puedes ver su exterior.

      Conoce tu interior y conoces el exterior de otros: eso crea celos. Ellos conocen tu exterior y conocen su interior: eso crea celos. Nadie más conoce tu interior. Ahí sabes que eres nada, insignificante. Y los otros en el exterior parecen tan sonrientes. Sus sonrisas pueden ser falsas pero, ¿Cómo puedes saber que son falsas? Tal vez sus corazones también sonríen. Tú sabes que tu sonrisa es falsa porque tu corazón no sonríe en lo absoluto, puede que esté llorando y gimiendo.

     Conoces tu interior, y sólo tú lo conoces, nadie más. Y conoces el exterior de todos los demás, y han hecho un exterior hermoso. El exterior de otros es un adorno, y puede ser muy engañoso.


 
     Existe una antigua historia Sufí:

     Un hombre estaba muy apesadumbrado por su sufrimiento. Solía orarle a Dios y preguntar ¿Por qué yo? Todo el mundo se ve tan feliz ¿Por qué solo yo sufro tanto? Un día, con gran desesperación, oró a Dios: “Puedes darme el sufrimiento de cualquier otra persona, estoy listo para aceptarlo. Pero llévate el mío, no puedo soportarlo más”.

     Esa noche tuvo un sueño hermoso y revelador. Soñó esa noche que Dios aparecía en el cielo y decía, Traigan todos sus sufrimientos al templo. Todos estaban cansados de su propio sufrimiento, todos habían, en alguna ocasión, pedido en oración: “Estoy listo para aceptar el sufrimiento de cualquier otra persona, pero llévate el mío es demasiado, es insoportable”.

     Así que todos pusieron su sufrimiento en una bolsa y la llevaron al templo, se veían muy contentos; había llegado el día, su plegaria había sido escuchada. Aquel hombre también se apresuró al templo.

     Entonces Dios dijo: “Pongan sus bolsas cerca de la pared”. Todos pusieron sus bolsas cerca de la pared y Dios dijo: “Ahora  pueden elegir. Cada quien escoja la bolsa que prefiera”. Algo sorprendente sucedió: este hombre que siempre había rezado, ¡se apresuró a recuperar su bolsa antes que alguien más la eligiera! Pero se sorprendió al ver que todo el mundo se apresuraba hacia su propia bolsa y todos estaban contentos de recuperarla.  ¿Qué estaba sucediendo? Por primera vez, todos habían visto las miserias de otros, los sufrimientos de otros ¡las bolsas de otros eran tan grandes o más que las de ellos mismos!

     El segundo problema era que uno se acostumbra a los propios sufrimientos. Y ¿escoger ahora los sufrimientos de otros? Quién sabe qué tipo de sufrimientos contiene esta otra bolsa. ¿Para qué molestarse? Al menos ya te has familiarizado con tus propios sufrimientos, te has acostumbrado a ellos. Por tantos años los has tolerado ¿por qué elegir lo desconocido?

     Y todo regresaron contentos a casa. Nada había cambiado, traían el mismo sufrimiento de regreso, pero todos estaban contentos y felices de haber podido recuperar su bolsa.

     En la mañana le rezó a Dios y dejo: “Gracias por el sueño, nunca lo pediré otra vez. Lo que sea que me hayas dado, es bueno para mí, tiene que ser bueno para mí; es por eso que me lo has dado”.

     Debido a los celos sufres constantemente; te vuelves malo con otros. Y debido a los celos empiezas a fingir. Finges tener cosas que no tienes, finges tener cosas que no puedes tener, que no son naturales en ti. Te vuelves más y más artificial. Imitas a otros, compites con otros ¿qué otra cosa puedes hacer? Si alguien tiene algo y tú no lo tienes, y si no tienes la posibilidad natural de tenerlo, tu única opción es encontrar un sustituto barato.

     Escuché que Jim y Nancy Smith se la pasaron muy bien en Europa este verano. Es maravilloso cuando una pareja tiene por fin la oportunidad de vivir sus sueños. Fueron a todos lados e hicieron de todo. París, Roma… lo que sea todo lo vieron y lo vivieron.

     Pero fue vergonzoso regresar a casa y pasar por la aduana. Ya sabes cómo los agentes aduanales: esculcan tus cosas privadas. Abrieron una maleta y sacaron tres pelucas, ropa interior de seda, perfume, tintes para el cabello… realmente vergonzoso. ¡Y eso fue sólo en la maleta de Jim!

     Sólo mira dentro de tu bolsa y encontrarás tantas cosas artificiales, falsas, pseudo ¿para qué? ¿Por qué no puedes ser natural y espontáneo? por tus celos

     El hombre celoso vive en el infierno. Deja de comparar y desaparecerán los celos, la malicia desparecerá, la falsedad desaparecerá Pero sólo puedes dejar la comparación si empiezas a desarrollar tus tesoros internos; no hay otra manera.

    Madura, vuélvete un individuo más y más auténtico. Ámate y respetaré de la forma en la que la existencia te ha hecho, y de inmediato las puertas del cielo se abren para ti. Estuvieron siempre abiertas, simplemente no las habías visto.

Osho

 

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