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 LA EXPERIENCIA Y EL SIGNIFICADO - 2ª parte



Diciembre 30, 2014, 06:52:54 am
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LA EXPERIENCIA Y EL SIGNIFICADO - 2ª parte
« en: Diciembre 30, 2014, 06:52:54 am »
EL SIGNIFICADO SIN LA EXPERIENCIA

Llegamos ahora al otro tipo de unilateralidad, que parece ser aún más privativa. Un corazón sin un cuerpo puede ser inducido a continuar funcionando, ¿pero un cuerpo sin un corazón...? Bien, una vez más, veamos.

Pero primero aclaremos esto. Nosotros no vamos a tomar ejemplos de gentes que ¡ay! tienen el significado sin la Experiencia, o el cuerpo (por decirlo así) sin el corazón. Examinaremos ocasiones o contextos, estados de ánimo, conversaciones, conferencias, libros, en los que esas gentes tienen toda la apariencia de ser así. Pues nunca es perfectamente seguro argumentar desde lo que alguien dice a lo que quiere decir realmente, desde lo que expresa a desde donde lo expresa, desde una ocasión o período de su vida al resto de ella. Las gentes no son consistentes o simples. Yo no diría de nadie que carece siempre de acceso a su Vacío Natural, o a su significación y poder, como no diría tampoco que a él nunca le falta, y que tiene acceso a ambos todo el tiempo.

Durante muchos años he admirado los escritos de algunos maestros contemporáneos y recientes, expertos espirituales cuya comprensión del significado de nuestra Verdadera Naturaleza es completamente maravillosa. El alcance y completado de su obra es tal que se tiene por acabada. De hecho, he encontrado muy poco o nada en ello que reprochar, y mucha instrucción. La única cosa que echo en falta es la Experiencia. He aquí una "vía" o vehículo magnífico, un carro espléndido y un cochero perfecto; pero, en las palabras inolvidables del poeta Roy Campbell, ¿dónde está el maldito caballo?

Fíjese que no estoy acusando a estos expertos de proponer poner el carro antes que el caballo, aún menos de intentar hacerlo enteramente sin el animal. No estoy diciendo que ellos no tengan ninguna Experiencia de su Vacío Natural, sino que fallan en conducirme a ella. Peor, ellos son propensos (sin duda involuntariamente) a llevarme lejos de ella, como a algún acantilado peligroso o pozo envenenado. Cada vez más sediento, yo me encuentro invitado a un banquete de significado sin una gota del vino de la Experiencia. Naturalmente, cojo una indigestión, o peor.

Para ilustrar estas observaciones, los tres maestros bien conocidos que estoy a punto de citar, servirán admirablemente.

Probablemente usted pueda completarlos con otros de sus propias estanterías.

El primer caso ilustra cuán ingeniosas son las evasiones por las que, a la primera de cambio, nosotros nos las ingeniamos para pasar por alto nuestra Cara Original; los subterfugios por los que imaginamos casi ver en nuestra Naturaleza Vacía (e incluso extraer algunas pequeñas ventajas psicológicas de la actividad) mientras permanecemos a salvo ciegos a su brillante evidencia. Cuán astutamente —y estúpidamente— concebimos la idea de ella para enmascarar la realidad, su utilidad para degradarla en una ficción conveniente. Usted podría llamar a esto el método de evadir Lo que es así.

Cito de un capítulo titulado ominosamente: "La Meditación Guillotina". "Una de las más bellas meditaciones tántricas: camine y piense que la cabeza ya no está más ahí, solo el cuerpo. Siéntese y piense que la cabeza ya no está más ahí, solo el cuerpo. Recuerde continuamente que la cabeza ya no está ahí. Visualícese a usted mismo sin la cabeza. Tenga un retrato ampliado de usted mismo sin la cabeza; mírelo. Ponga su espejo más bajo en el baño de modo que cuando usted se vea, no pueda ver su cabeza, solo el cuerpo".

"Unos pocos días de recuerdo y usted sentirá que le acontece esa ingravidez, ese tremendo silencio, debido a que la cabeza es el problema. Si usted puede concebirse sin cabeza —y eso puede ser concebido, no entraña ningún problema— entonces usted estará centrado cada vez más en el corazón".

"Exactamente en este mismo momento, usted puede visualizarse sin cabeza. Entonces usted comprenderá lo que quiero decir inmediatamente".

Y el punto del chiste, es que, siguiendo inmediatamente a estas exhortaciones, a un trabajo mental extenuante, viene el pronunciamiento solemne: "¡la mente es basura!"

Mi réplica es ésta. Yo no pienso que no tengo cabeza, yo veo que no la tengo. Yo no fantaseo con que no hay ninguna cabeza, yo no encuentro ninguna cabeza aquí, y en su lugar encuentro un inmenso Vacío. Siendo no violento, yo no me decapito a mí mismo (mucho menos a usted) sino que dejo de negar que, para mí mismo aquí, yo termino al nivel de los hombros. Esto es ver honesto y verdadero, acoger lo que se da, someterse a la evidencia en lugar de maltratarla.

(Si usted piensa que estoy mintiendo o fantaseando cuando digo que yo no tengo ninguna cabeza aquí, está invitado a venir aquí y echar un buen vistazo. Yo le prometo que en el camino hacia mí usted perderá todo rastro de la cosa).

Mi segundo caso es el de un gurú bien conocido que se vio a sí mismo como un anti-gurú. Su tema favorito era "la ausencia del sí mismo", su cesar de ser, su dar lugar al no sí mismo. "Todos nosotros tenemos miedo de ser nada". Pero, añade: "hay un estado de acción, un estado de experimentación sin el experimentador". Son nuestras creencias las que ocultan: "el miedo de ser realmente nada, de ser realmente vacíos". Y así sucesivamente, en conferencia tras conferencia tras conferencia, libro tras libro. ¿Qué (pregunto yo) podría ser más verdadero, más digno de decir o más claramente dicho, más significativo?

¿Y más calculado para instigar nuestro apetito de la Experiencia efectiva?

Bien, lo siguiente es parte de una conversación, el 9 de octubre de 1977, entre este maestro (M) y uno de sus discípulos (D) —o ¿debería decir asociados de larga duración?—.

(D) Me pregunto si podríamos charlar sobre algo juntos. No es un asunto personal ni un problema, sino un aspecto de la percepción que he estado queriendo discutir con usted durante años... Tiene que ver con la percepción visual. Usted a menudo ha hablado sobre la percepción visual, mirar a un árbol o a una nube, y demás, pero principalmente como una introducción para hablar sobre la estructura de la mente.
(M) Sí.
(D) Cuando miro a algo, y observo el espacio entre ello y mí mismo, entonces aquí (apuntando a su propia cara), en ese momento de atención, no encuentro nada: hay solo vacío.
(M) Yo no comprendo esas palabras: "nada" y "vacío".
(D) Yo sé que "nada" no es una palabra que deba usarse a la ligera.
(M) Entonces ¿qué quiere decir usted con ella?
(D) Yo quiero decir ausencia, la entera ausencia aquí (señalando a su cara) de todas las cualidades percibidas ahí fuera.
(M) Pero usted puede mirar en el espejo.
(D) Eso no constituye ninguna diferencia. Lo que se ve en el espejo sigue estando ausente a este lado del espejo.
(M) No capto el punto... ¿Qué significa eso en términos de acción?
(D) Pienso que podríamos discutir si es verdadero intrínsecamente.
(M) (Impaciente) Yo no estoy interesado en intrínsecamente.
(D) Me parece que una de las bellezas de este ver es que está disponible siempre.
(M) No, yo no puedo aceptar eso.
(D) Me parece que incluso la más simple de las cosas adquiere una significación diferente cuando se ve desde este espacio.
(M) No espacio. Yo no aceptaré eso.
Igualmente famoso y prolífico es nuestro tercer y último exponente del significado sin la Experiencia. Él estaba interesado, entre otras muchas cosas, en lo que yo estaba metido, pero no lo comprendía. En una ocasión, en la década de los 70, cuando estuvo conmigo en Inglaterra, me saludó en el desayuno con la buena noticia. Finalmente veía lo que yo estaba intentando compartir con él. ¡Él había tenido un sueño vívido en el que todo el mundo era sin cabeza!

Por supuesto yo hice todo lo posible para explicarle que la Experiencia sin cabeza o de primera persona es esencialmente singular, y que la segunda y tercera personas como tales no son en modo alguno para decapitarlas. Pero sin efecto, a pesar del hecho de que él era el escritor occidental más brillante y versátil de su generación sobre zen y otras disciplinas espirituales. ¿O el problema era su brillantez misma?

NI LA EXPERIENCIA NI EL SIGNIFICADO

Por una parte, apenas necesito señalar que la mayoría de las gentes no están preparadas o no están dispuestas a echar la más mínima ojeada a su Naturaleza Sin naturaleza, y mucho menos a explorar su riqueza de implicaciones y aplicaciones. La liberación es aún más rara que la santidad. Por otra, creo que el bienestar de nuestra especie, y quizás su supervivencia, depende de que la liberación devenga mucho más común (si no la norma por la que se juzga la madurez) antes de que sea demasiado tarde.

Sin embargo, debo añadir que la rareza de la liberación es una desastrosa verdad a medias. La verdad completa y principal y salvadora es que todos nosotros estamos viviendo desde nuestro Espacio y no desde nuestra cara, todos haciéndolo bien, todos establecidos firmemente y para siempre en nuestra Verdadera Naturaleza. Ser es Ser. En este sentido todos estamos despiertos. El hecho mismo de que usted y yo no tropecemos con los muebles, que acojamos estas páginas impresas en negro sobre blanco tan sin esfuerzo, es prueba suficiente y de sobra. Aunque el hecho de que nosotros todavía no queramos saber que esta buena noticia constituye una enorme diferencia práctica, ello no constituye una diferencia fundamental. En último recurso no hay otra experiencia que esta Experiencia. Solo nuestra Naturaleza Vacía es consciente. Todo lo demás es de lo que Ella es consciente, a saber, Su significado.

Hablando verdaderamente, nuestra Fuente no tiene ningún significado en absoluto. En Sí misma Ella es infinitamente más allá de todo ese material limitado y limitante, pues nada que pueda ser dicho o pensado o sentido sobre Ella es Ella. O digámoslo así: la Experiencia esencial de nuestra Naturaleza tiene este significado, el más significativo de los significados —la Fuente de todo significado es Ella misma, que es mucho más allá y absolutamente libre de todo lo que procede de Ella. Y Usted es Eso.

CONCLUSIÓN

Para terminar con un apunte más mundano y práctico, preguntemos ¿cuál es la mejor manera de comenzar la Gran Aventura? ¿Salir completamente a por el significado y arriesgarse a perder la Experiencia, o entrar completamente a por la Experiencia y arriesgarse a perder el significado? ¿Trabajar hacia despertar un día, o trabajar desde ello ahora? ¿Practicar con miras a ver en nuestra Naturaleza Vacía eventualmente, o practicar el ver desde el comienzo?

No hay ninguna "manera mejor". Es el instinto el que decide qué manera tomaremos — instinto para el que nosotros continuamos descubriendo buenas o malas razones, justificándolo como mejor podemos—.

Mi propio instinto no es ningún secreto. Al ser mi cuenta bancaria limitada, compraré el caballo de la Experiencia antes de invertir en exceso en el carro del significado —al menos puedo montarme en el animal. Yo elijo comenzar con el motor mejor que con el chasis —al menos puedo poner en funcionamiento una dinamo para iluminar mi oscuridad.

Corrección: "comprar" es erróneo. La Experiencia es gratis, con entrega inmediata de todo el paquete libre de gastos en un sencillo furgón. Es el significado el que tengo que comprar a plazos, parte por parte.

Referencias
•   Para el Sutra del Diamante, sobre el miedo de nuestra Naturaleza Vacía, ver Edward Conze, Buddhist Wisdom Books, Allen and Unwin, Londres, 1958, p. 53.
•   Para "La Meditación Guillotina" ver The Orange Book: Meditation Techniques of Bhagwan Shree Rajneesh, 1980, pp. 75, 76.
•   Para las citas de Krishnamurti, ver su First and Last Freedom, Gollancz, Londres, 1958, en varias partes.
•   Para un temprano y notable ejemplo de la obra de Alan Watts, ver su Way of Zen, Thames and Hudson, Londres, 1957.
•   Para las observaciones del Maestro Han Shan sobre los dos tipos de yoguis zen —aquellos que comienzan con el significado y la comprensión, y aquellos que comienzan con la realización— ver Chang Chen-Chi, The Practice of Zen, Rider, Londres, 1959, pp. 94, 95.


 

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