COLOCANDO
Sonia Pérez
De pequeñita me enseñaron a colocar cada cosa en su sitio.
Todo en el lugar correspondiente. Ordenado por tamaños, colores, formas o temáticas de cada elemento que componía mi tesoro particular.
Al principio fue complicado, porque mi orden no correspondía en absoluto al orden marcado por mi madre. Y poco a poco, casi sin darnos cuenta, la una fue aceptando las formas de la otra, y la otra fue comprendiendo lo que la una le pedía desde el principio pero no había sabido escuchar.
Normalmente nos cuesta encontrar nuestra propia manera de ordenar. Y no me refiero sólo al orden de las cosas. También me refiero al orden que las personas deberían tener en nuestra vida. O al orden que los sentimientos hacia ellas, deberían ocupar realmente en nosotros.
Quizá por este motivo, tengamos a personas que no lo merecen en realidad, en altos pedestales. Intocables. Los colocamos en posición elevada de semidioses a los que jamás se te ocurriría decir un “no”. O quizá, lo que colocamos mal es nuestro propio posicionamiento, ya que nos colocamos en el escalón bajo de nuestra escalera de prioridades. Con lo que tú, siempre estarías en último lugar para ti y todo lo demás, tiene preferencia en tu vida. ¿Qué pasa contigo entonces?
Y también debido a que no somos conscientes de esto que os cuento, tenemos con frecuencia una confusión en la emoción que sentimos con personas o con situaciones. Confundimos fácilmente el sentimiento de amor por el de la alegría, el miedo por la expectación, confundimos fácilmente la rabia con el orgullo, las ganas de compartir con la necesidad de llenar los vacíos, la necesidad de ayudarte a ti mismo con la de ayudar a los demás, la alegría de compartir con la amistad, etc…
Es importante reconocer y poner nombre a la emoción que estés sintiendo y también, investigar los matices que se desprenden de esa emoción. Así mismo, hurgar y lograr sentir qué hay debajo de esa emoción, ya que quizá la base es lo que te deje ver la respuesta que estás buscando. Esto con frecuencia es lo más complicado, ya que ir un paso más allá, siempre cuesta una poco más si lo haces en solitario. Sin embargo, debajo de un orgullo puede haber una rabia contenida que viene seguramente de un diálogo interior fuerte que nos hace que tomemos partido hacia un lado u otro de nuestra balanza. Detectar esto, nos puede ayudar a entendernos y a decidir mejor en nuestra vida. Como yo suelo decir, a tomar las riendas y dirigirla y no tener la sensación de que es la vida la que nos lleva a nosotros.
A veces nos sentimos víctimas de nuestra realidad, sin darnos cuenta que quizá hemos asumido ese rol, porque no somos conscientes de lo grandes o pequeños que nos hemos puesto frente a esa realidad. ¿Qué tamaño tienes ante ese desafío? ¿Qué le hace ser tan grande? ¿Quién te ha colocado a ti en esa posición?
Pregúntate en todo momento, para lograr ver diferentes perspectivas de la realidad que te toque, ya que venimos con unos patrones preestablecidos que hemos de desmontar para armarlos a nuestra manera, y no a la que nos han enseñado. ¿Cuál es el patrón de funcionamiento más común en ti? Ese que se repite en casi todas las circunstancias: ¿Eres el que ayuda a otros por regla general? ¿Eres el que todas las desgracias le tocan? ¿Eres el que suele emitir los juicios y cree que tiene razón? ¿Qué personaje te toca por lo general? Y sobre todo, una vez que detectes qué papel estás asumiendo y con el que te identificas, pregúntate ¿para qué estoy asumiendo yo este papel en mi vida?
Tal vez, la respuesta no te llegue a la primera, pero si te das permiso para ver un poco más allá, lograrás ver tu ganancia personal y para qué haces ese papel, que da nombre a lo que crees que eres.
En otras ocasiones, confundimos los tipos de relación con otros. Por ejemplo, una relación amistosa y cordial, por el grupo de amigos que has anhelado toda tu vida. O una relación sexual, con una amorosa. O una pareja con un patrón de funcionamiento muy parecido al de tu padre, con tu pareja ideal que sustituye a ese padre.
Sustituimos nuestros anhelos por nuestros antojos. Nuestra elección de vida, es a veces confundida, sustituida y colocada en el lugar que ocupó nuestro sueño. Y lo camuflamos con un montón de excusas absurdas para darle cabida a la falta de honestidad con nosotros mismos en nuestra vida.
Es importante hacer una reflexión intensa acerca de estas cosas:
• En lo personal: ¿Qué posición ocupas respecto a la otra persona? ¿En qué lugar te colocas tú? ¿Cómo de grande o pequeño te sientes estando ahí? Si pudieras quitarle importancia ¿cómo sería la situación que te preocupa?
•
• En lo emocional: ¿Qué emoción tienes con ese/os otro/s? ¿Qué evidencias tienes de que no te estás equivocando? ¿Para qué te sirve pensar así? ¿Qué necesidad tuya, estás intentando cubrir? ¿Está realmente cubierta? ¿Qué sobra o falta?
•
• En lo espiritual: ¿te sientes realmente alineado con esa/s persona/s? Si te paras a sentir y escuchar ¿qué te dice tu sabio interior respecto a eso? ¿Qué se despierta en ti? ¿Qué parte de ti se calma en su compañía?
•
Colocar todo en el lugar que realmente debería estar es posible. Sólo hace falta darte permiso y mirar con ojos de extraño – como en tercera persona – para ver claramente si está todo en su sitio.
Si en algún orden de la vida te sientes rechazado o pequeño, o víctima, o salvador, o juez, o no correspondido, deberás poner en orden aquello que no está en su lugar. Encontrar cuál es el sitio exacto para poner orden a las emociones y los sentimientos, así como a las personas implicadas, será lo que ayude para que lo tengas más claro y sientas esa seguridad que te está faltando.
Te invito a que te hagas las preguntas adecuadas para colocar y ordenar tu tesoro particular: tu vida.
Sonia Pérez – Coach certificada por ICF –
www.soniaperez.webnode.es - @todocoach – soniacoaching@gmail.com – Tel. 625532831